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No. 178 Viernes 19 de diciembre de 2008

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Cuando escuché la nota en uno de esos programas sensacionalistas de la TV, aquel sacrilegio atrajo poderosamente mi atención; reaccioné, al principio, como buen mexicano, por las arraigadas costumbres cívico-religiosas que nos imbuyen prácticamente desde que nacemos. ¿Cómo se atrevía aquella revista para adultos a poner en su portada la efigie de una doncella encuerada, medio cubierta apenas con un manto, ¡emulando a la virgen!, y además escribir la ofensiva frase “Te adoramos, María”?

Busqué referencias de aquella blasfemia en Internet y encontré algunas notas informativas que hacían alusión a la grave ofensa sufrida por los mexicanos al ver profanada su ferviente religiosidad, cito algunas de ellas:

Gran polémica se ha creado en México por la portada de la revista Playboy local en donde aparece una modelo vestida de Virgen María”.

Playboy ha suscitado la controversia en México al representar a la Virgen María en su portada, en vísperas de la mayor celebración religiosa del país, la celebrada en honor de la Virgen de Guadalupe”.

“Bajo el título "Te adoramos, María", la modelo María Florencia Onori aparece en una serie de ocho fotografías ataviada con mantos y coronas parecidas a las usadas por las autoridades eclesiásticas”.

“El artículo que acompaña a las imágenes se titula "Bendita seas" y en él se lee: "eres bienaventurada, María, cuando la luz llega a tu piel, y tus ojos encuentran los ojos de nuestros lectores". “Más adelante el texto continúa: "tuyos son la esperanza y el candor, tuyo el desnudo a la luz de las velas, tuya la corona con que te saluda diciembre"

Le adjunto un sitio electrónico donde aparece un mini reportaje de una agencia noticiosa al respecto:

 http://news.bbc.co.uk/go/em/fr/-/hi/spanish/multimedia/
video/newsid_7780000/7780194.stm

Después de elucidar estas cuestiones un tanto superficiales caí en la cuenta de que muchos mexicanos, sobre todo los que forman parte de asociaciones pseudoreligiosas que se dedican a lucrar con el prójimo, más que ayudarlo y que abundan en nuestra posmoderna ciudad de Monterrey; ni siquiera se percataron del suceso por una simple razón: en los círculos familiares y religiosos, este tipo de revistas plagadas de pornografía que intenta vanamente ser arte erótico, no son bien vistas por la “insensible” mirada de los sacerdotes o los “candorosos” ojos de las madres de familia; los padres sí, los más conservadores las guardaban bajo el colchón y si los vástagos eran demasiado perspicaces las escondían “bajo siete llaves”. Los padres modernos ahora ven pornografía en Internet y lamentablemente los muchachos también, ¡es tan fácil! La finalidad es la misma: masturbarse mientras se observa una mujer desnuda en sugestivas posiciones o, en el peor de los casos, viendo un acto sexual depravado.

Pero, ¿qué hay detrás de esa reacción psicosocial hacia la portada de una revista que muestra una virgen impura, con un nulo parecido a la imagen de la virgen en la que ciegamente han hecho creer a la mayoría de los mexicanos? En primera instancia, una excelente estrategia mercadológica que seguramente ya produjo jugosas ganancias a la empresa mexicana que edita la revista, la cual salió a la luz pública precisamente en el mes de diciembre, ¡qué casualidad! y aun con la disculpa que emitió por “ofender” a la virgen de Guadalupe, el “dinero maldito que nada vale”, pero ¡ah cómo cuesta ganarlo!, es la única y ambiciosa meta de una empresa, no importa cómo se logre; además, la chica en cuestión está muy bien dotada, ha de ser interesante verla sin el susodicho manto.

Luego la postura aséptica de la iglesia, sin soslayar que la religión y todas sus implicaciones ideológicas, “el opio de los pueblos” afirmaba el marxismo, es un invento humano; la iglesia, o más bien, los jerarcas católicos y de otras religiones, por temor a que se descubra la verdad de los dogmas y la poco circunspecta vida terrenal de los santos, han sido extremadamente cuidadosos para acallar a los blasfemos que se atrevan a desenmascararlos, como el tristemente célebre caso de Salman Rushdie y “Los versos satánicos” que atentaban contra el Corán.

A pesar de todo, aún con sus métodos retrógrados y su severidad, la iglesia ha frenado a muchos santos varones y a muchas más pías mujeres que de pronto sienten la impetuosa necesidad de arrojarse al abismo del pecado. Con los jóvenes es otro cuento, el rubro religioso es uno de los que menos parece importarles, ellos son felices en su hedonismo. Lamentablemente, la piadosa y carismática iglesia produce también beatas sadomasoquistas y curas pederastas. El menú de religiones que se oferta actualmente al mejor postor para que usted elija, sigue vendiendo pedazos de cielo a las almas pecadoras a través de sus falsos pastores. 

En realidad, lo que estigmatiza a los mexicanos desde hace varias centurias es un exacerbado fanatismo pagano-religioso en el que no caben el raciocinio ni la conciencia crítica; el fervor hacia los santos se da en paralelo con el afán de creer en algo, de evadir ese miedo ancestral de no saber de dónde venimos y hacia dónde vamos y de paso eludir nuestra pauperizada situación socio-existencial; en ese sentido estamos francamente jodidos, porque ningún santo, por muy milagroso que sea, nos salvará de pagar los altos costos que aparecen en los recibos de agua, luz, teléfono y anexas.

Lo peor es que, en aras de la tradición y las acendradas costumbres mexicanas, seguimos derrochando en rituales y ceremonias que muchas veces ni siquiera entendemos, atribuyendo a una imagen de piedra o de cartón, poderes inconmensurables, como acontecía con el más arcaico fetichismo; ¿para qué han servido entonces el enciclopedismo, la ilustración, el método científico, la teoría cuántica, los progresos en la medicina, la educación escolarizada y tantos otros avances que diferencian al ser humano de las demás criaturas, si seguimos aferrados a ritos y costumbres ancestrales?

Extrañamente, mientras seguía con mis elucubraciones pensando que decir acerca de la canción de Pedro Galindo que utilicé como epígrafe, que no se ni cuando se escribió pero también constituye un atentado a la pureza virginal, me llegó un video por correo electrónico titulado “La Guadalupana”, un coro religioso que se entona fervorosamente en los rosarios y misas que se llevan a cabo en honor a la Virgen de Guadalupe cada día 12 de diciembre; pero éste cantado y musicalizado de manera distinta a la tradicional por un reconocido intérprete y su hijo, en el que además participa un tercer artista que “canta” un breve rap alabando a la virgen, hágame usted el favor. ¿Eso no es pecaminoso? ¿A ellos también van a estigmatizarlos y satanizarlos? Porque la música no se oye tan mal, de hecho es tan rítmica que al escucharla incita a bailar pero, imagínese a un grupo de jóvenes indolentes y medio ebrios bailándola en un antro, ¡ni lo mande Dios!, ¡qué insolencia!, le adjunto la dirección del sitio electrónico.

http://es.youtube.com/watch?v=SleivsDD8o4&feature=related

En fin, a los mexicanos nos pasa lo mismo con los héroes, con los símbolos patrios y con nuestra progenitora, podemos abandonarla o condenarla a vivir en la más completa miseria, pero que nadie la toque o diga una palabra que la ofenda o la humille porque estamos dispuestos a matar por ello. “¡Chingas a tu madre!”, es una frase provocadora de múltiples conflictos cotidianos que en no pocas ocasiones desembocan en asesinatos y su uso es tan común entre nosotros que, vergonzosamente, nos identifica. ¡Qué le vamos a hacer, así estamos hechos!

Lo que sí me queda claro es que nadie tiene el derecho a entrometerse en las creencias de la gente. Cito aquí algunos comentarios hechos por cibernautas sobre el caso, los elegí de una larga lista de estupideces e ideas descabelladas que la gente suele escribir en este tipo de sitios electrónicos:

“Nuevamente la asquerosa doble moral mexicana. Se asustan y se indignan por la portada pero a escondidas han de estar masturbándose con las imágenes. Hay que preocuparse por la inseguridad, la corrupción, la violencia que asola al país, la ignorancia, la incultura y no andar buscando vírgenes en las manchas de aceite o en las portadas de revistas para adultos...”

“¿Dónde vieron a la virgen de Guadalupe? La modelo es güera, trae sólo un manto. Y si aprenden a leer fotografías descubrirán que lo que se alaba es la belleza de la chava. ¡Ven vírgenes en las manchas de aceite del metro y en las tostadas!, ¡qué bárbaros!”

¿Y tanto escándalo por esto? Es la gente que tiene lavado el cerebro con estúpidas religiones que sólo nos hacen atrasar como sociedad. ¡Ya estamos en el siglo XXI, ya dejen de estar creyendo en fábulas y mitos medievales! La religión no es más que un cáncer que debe ser exterminado. No hay vírgenes, no hay cielo ni infierno. Todo esto fue creado por el hombre para tener control y tratar de explicar lo que no podía en aquellos tiempos. Ya es tiempo de pensar con el cerebro y usar la razón en vez de estar creyendo en falsas teorías. ¿Por qué no creer en unicornios invisibles? La evidencia es igual a la de la existencia de las vírgenes: ninguna”.

“Parece que no tuvieran otra cosa que hacer que andar jodiendo la paciencia de quienes confesamos firmemente tener una fe religiosa... a esos de la revista, por qué carajo no dedican sus esfuerzos a ser más creativos”.

Elegir una religión es un asunto privado, íntimo y personal, ni siquiera familiar. Por mi parte, ni creo ni dejo de creer, pero siempre resulta edificante adentrarse en la complejidad de la naturaleza humana e intentar desentrañarla, aunque tal vez nunca podamos liberarnos de los atavismos y dañinos prejuicios heredados de los ancestros; son tan fuertes y los tenemos tan arraigados en el subconsciente que minan nuestro intelecto y socavan nuestro libre albedrío. Es una pena que por nuestra ignorancia seamos uno de los pueblos más fanatizados del mundo mientras que la escuela se da golpes de pecho con la Prueba ENLACE como la panacea que solucionará todos los problemas que aquejan a nuestra denostada patria, pero ésa es otra historia y ya se las contaré en otra ocasión.

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