El domingo pasado concluyó el séptimo Consejo Nacional del Partido de la Revolución Democrática. Durante el mismo se fijó la postura para enfrentar el proceso electoral que habrá de culminar con las elecciones del 5 de julio. Destaca la aprobación de no ir en coalición con ningún partido político; pero también de sancionar con la expulsión a quien figure como candidato o apoye a otro de un partido o coalición diferente o a los legisladores que decidan cambiar de fracción parlamentaria. Aunado a ello, el lunes 15 la dirigencia del PRD solicitó al Instituto Federal Electoral que no se autorice la denominación de Frente Amplio Progresista (FAP) a la coalición integrada por Convergencia y el Partido del Trabajo por considerarlo como “abusivo” al tratar de lucrar electoralmente con las siglas del FAP original que integraron los tres partidos (PRD, Convergencia y PT) después del proceso electoral de 2006.
El rompimiento formal de la corriente Izquierda Unida encabezada por Alejandro Encinas con el PRD se ha demorado. Después del cuestionado proceso para elegir a su dirigencia, el partido del sol azteca ha vivido una crisis permanente. La decisión del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) de avalar el triunfo de Jesús Ortega Martínez –dirigente de la corriente Nueva Izquierda- a pesar de haber comprobado la existencia de “irregularidades en 20% de las casillas”, representó un tiro de gracia para el PRD. La única solución posible para evitar la división era haber anulado las elecciones de marzo de 2008. Pero ni las dos corrientes principales fueron capaces de ponerse de acuerdo y aceptar que dado “el cochinero” era necesaria la anulación, ni el TEPJF emitió una sentencia en esa dirección. El saldo está a la vista: una lucha frontal a su interior que conducirá al rompimiento.
El capital político que el PRD logró en la elección de 2006 se ha dilapidado. Desde esa fecha, el PRD ha venido siendo marginado a un tercer lugar en las preferencias electorales por abajo del PAN y del PRI. En las últimas 22 elecciones locales, el único triunfo fue en Michoacán, donde lograron la continuidad del gobierno estatal. Pero en el resto de los comicios han sido relegados. Difícil que logren refrendar la primera minoría que alcanzaron en la Cámara de Diputados en 2006: 127 escaños, seguidos del PRI con 106; mientras que el PAN obtuvo 206. Además, en 2009 habrá elecciones para gobernador en Querétaro, San Luis Potosí, Campeche, Colima, Nuevo León y Sonora. Todas esas gubernaturas se disputarán en la misma fecha, pero además el 5 de julio habrán de elegirse alcaldes y diputados locales en las seis entidades referidas, además de Guanajuato, Jalisco y Morelos y delegados en el Distrito Federal. Asimismo, en 2009 habrá otras tres elecciones no concurrentes: el 8 de marzo en el Estado de México deberá renovarse el Congreso y las alcaldías; el 28 de septiembre en el estado de Coahuila se elegirán alcaldes y el 18 de octubre en Tabasco se votará por alcaldes y diputados.
La decisión de no ir en coalición con los dos partidos que integran el FAP, además de con el Partido Socialdemócrata, tendrá un alto costo para la izquierda mexicana. Sobre todo porque el movimiento encabezado por Andrés Manuel López Obrador lanzará candidatos bajo las siglas del FAP. Esos votos no irán al PRD. AMLO también apoyará a los candidatos que las corrientes perredistas afines a su movimiento impulsen. Con las decisiones tomadas en su Consejo Nacional eso significaría confrontaciones muy fuertes entre la dirección de Jesús Ortega y AMLO. En ese enfrentamiento lleva las de perder el PRD. No debemos olvidar que en un sistema que incentiva la personalización de la política, el liderazgo de AMLO es muy superior al que representan “los chuchos”. Es un error de cálculo pensar que la fuerza del PRD en 2006 se debió a la estructura y organización partidaria. La candidatura de AMLO explica en gran medida los números del PRD y no al revés.
Todo indica que el PRD quedará relegado a un tercer lugar en los próximos comicios. El movimiento de López Obrador obtendrá los triunfos necesarios que le permitirán seguir movilizando a un 15% del electorado y con ello mantenerse en la escena pública nacional. Los ganadores serán el PRI y el PAN, en ese orden.
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