Mañana se cumplen tres meses, tres,
de que aparecieron 12 cadáveres descabezados
y no hay avance alguno en las investigaciones…
ni los habrá,
como dijo don Teofilito …
Agobiado, demasiado presionado por una guerra que pierde abrumadoramente, el presidente Calderón derrapó, una vez más, al confundir los espacios y las relaciones personales con ASUNTOS de ESTADO.
Igual que lo hiciera con J.C. Mouriño, durante las horas y los días que siguieron a su muerte, ahora el Presidente de México se deshizo en elogios para uno de sus subordinados, Genaro García Luna. El problema, para México, es que García Luna no está muerto, como Mouriño, así que los mexicanos tendremos que seguir soportando sus incapacidades, con todo y que el presidente Calderón lo quiera y lo distinga.
Es lamentable que un Presidente, abogado además, lleve al terreno de los afectos y de los VALORES PERSONALES (lealtad, confianza, gratitud) unas relaciones que, por ser públicas, están regidas por normas y VALORES INSTITUCIONALES: metas y objetivos; legalidad; rendimientos; líneas de autoridad; cumplimiento de tareas; resultados.
Si a Genaro García Luna se le cuestiona es porque no ha presentado los resultados esperados y, peor aún, su mal desempeño sirve de eco a denuncias y señalamientos delictivos en contra de él y de su equipo de colaboradores. Poco o nada importa si es amigo de Felipe Calderón o si éste lo considera leal, esforzado y probo.
A resultas del espaldarazo presidencial, la reprobación de Genaro García Luna se extiende al propio presidente Calderón.
Con García Luna le viene ocurriendo a Felipe Calderón lo mismo que le ocurrió con J.C. Mouriño: eran tan pocos los que creían en la rectitud y en la honorabildad del campechano que el que debiera ser el principal operador político del Presidente se convirtió en un lastre. Antes de morir, J.C. Mouriño era ya un cadáver político. Y el único que le seguía haciendo fiestas era su jefe, su amigo, el presidente Calderón.
La Gober de la Testa Refinada llama TESTARUDOS a todo aquel que rechace sus mentiras.
Poco a poco, la sociedad yucateca ha podido ir conociendo las carencias políticas y las graves limitaciones personales de Ivonne Ortega.
A quienes la conocemos de tiempo atrás, nos causan risa las reacciones de sorpresa que generan los exabruptos o los excesos de la Gober de las Ocurrencias. Pero el "bono de gracia" que confiere un triunfo electoral y la propia estructura gubernamental (y las decenas de millones de pesos destinadas a comprar a los medios de comunicación) han actuado como "coraza de protección" de la dzemuleña.
La descalificación que hizo esta semana Ivonne Ortega, tildando de TESTARUDOS a quienes difieren de sus juicios o convicciones es una joya del primitivismo político. Bien dicen que los adjetivos que se utilizan para descalificar a otros, sirven para CALIFICAR a quien los utiliza. Y si hay alguien TESTARUDO (en este caso TESTARUDA) en el escenario político del Yucatán actual, ésa es la gobernadora Ivonne Ortega, como lo ha podido comprobar, amplia y reiteradamente, la sociedad yucateca. La tentación de decir TODA LA SOCIEDAD YUCATECA se esfuma al recordar el tamaño y la beligerancia de la OLA ROJA (IOP, madracista al fin), un sector social que, aunque primitivo, tiene derecho a la libre manifestación de sus preferencias. Derecho que tenemos y ejercemos los TESTARUDOS, aunque eso moleste a la Gober de la Testa Refinada (y la nariz también).
De última hora: al estar en el Tecnológico de Mérida para dictar una conferencia me entero que sus estudiantes ya no gozan del "pasaje de estudiantes" porque el empresario camionero Rafael Canto ordenó a los choferes desconocer las credenciales que no sean de "jóvenes de la OLA ROJA". Para que se vea quién manda en realidad en Yucatán y lo gravoso que resultan los ACARREOS de la Gober TESTARUDA.
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