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30 de julio de 2010
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La Pastora se preserva

Claudio Tapia

 

A unos cuantos días del desastre, la pulsión por la ganancia vuelve a imperar. Los que están dispuestos a depredar el medio ambiente a cambio de acumular, necios, obsesivos, analizan si pueden insistir. Nada, ni la tragedia, detiene su pretensión.

 

A una semana de que venza el plazo concedido en el decreto para que el ejecutivo estatal suscriba el título de concesión para la construcción del estadio, estamos como al principio del desencuentro de la sociedad civil regiomontana con su gobierno y la emblemática empresa local.

 

Los que se beneficiarán con la tarascada al bien público, aparentan que todo sigue igual. La catástrofe, nos dicen, no afectó al ambicioso proyecto del estadio–cantina en La Pastora, ecosistema natural poco afectado por el huracán.

 

El congreso guarda prudente silencio, como si nada hubiera hecho para permitirlo y azuza al Colectivo Ciudadano para que aproveche la oportunidad que la calamidad le brinda para detener la obra que afectará al Parque y al río la Silla.

 

El ejecutivo estatal, una vez más, abdicando de sus funciones, dice que es la empresa la que debe revisar y actualizar sus estudios y dictámenes técnicos (elaborados sobre pedido) para que sea ella la que decida si sigue con el proyecto. ¿Y la secretaría de desarrollo sustentable, que tanto nos cuesta, no debe opinar? ¿Y la opinión de la autoridad federal tampoco cuenta? ¿Acaso no está en sus atribuciones?

 

La alcaldesa, siguiendo la lógica de si el niño no se ahogó entonces no tapen el pozo, dice que, como a La Pastora poco le pasó con el meteoro, eso demuestra que puede llevarse a cabo el jugoso negocio con el que su municipio se beneficiará. Al fin, si después algo ocurre ella no responderá.

        

Para ellos, todo sigue igual. Será la poderosa empresa la que decida el interés público, la seguridad social y la afectación ambiental. Entonces, ¿quién gobierna?

 

El Colectivo Ciudadano en Defensa del Parque La Pastora, guardó prudente silencio, respetando el duelo de la ciudadanía. Se dio cuenta de que el desastre puso punto final a la discutida pretensión. Sin triunfalismo ni soberbia se abstuvo de reclamar para sí la razón empírica que la naturaleza le dio a toda la comunidad.

 

Es por esto que pensamos que llegó la hora de poner punto final al estadio en La Pastora.

 

Esperamos que, en atención a lo ocurrido, el ejecutivo estatal se abstenga de suscribir el título de concesión a favor de la cervecera y que sin argumentos financieros, de oportunidades o prioridades, simplemente reconozca que a su ciudadanía le asistió la razón.

 

¿Se imaginan la madurez política que exhibiría un gobierno que así lo reconoce? Sentaría un precedente político insólito en la nación.

 

El gobierno de Nuevo León, al acepta su error y enmendarlo, se reconciliará con su ciudadanía, y al anteponer el interés general, demostrando que es capaz de rectificar, ganará la legitimidad que tanta falta le hace para poder enfrentar asuntos tan trascendentes como éste. Estamos a tiempo gobernador. ¡Punto final!

 

claudiotapia@prodigy.net.mx

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