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29 Agosto 2011
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LA SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO
¿Qué hacemos con el desempleo masivo?

Edilberto Cervantes Galván

Monterrey.- La noticia económica y social de la semana es que el desempleo aumenta en México de manera acelerada.

Nada más en el último mes, 97 mil 837 personas, o sea, redondeando, casi 100 mil se fueron al desempleo.

La desocupación afectó más a las mujeres. La tasa de desempleo femenina se incrementó 0.52 puntos porcentuales y la masculina creció 0.05 puntos porcentuales en el trimestre (diez veces más en las mujeres que en los hombres).

Es la señal inequívoca de que el sistema económico no genera oportunidades para la población en edad de trabajar.

Si es cierto, como anuncia el gobierno, que la economía crecerá este año a una tasa de 4 por ciento, y aún así se están perdiendo empleos, esto quiere decir que para lograr un nivel de empleo razonable se tendría que crecer a tasas elevadísimas.

La única salida para los desempleados es el trabajo informal. El INEGI informó que la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo arrojó un total de 13 millones 400 mil personas trabajando en el sector informal (al segundo trimestre de 2011), uno de los niveles más altos vistos (un 29 por ciento de la población total con alguna ocupación).

Trabajo informal es una etiqueta para una condición laboral en la que no hay prestaciones, no hay contratos, no se pagan impuestos y hasta puede haber situaciones irregulares. Pero así como no se cumplen las regulaciones laborales los niveles de productividad son muy bajos.

Hablar de trabajo en el sector informal es una forma elegante de disfrazar una condición laboral desventajosa.

Desde el punto de vista neoliberal, la creación de empleo es limitada debido a las rigideces del mercado laboral. ¿A qué le llaman rigideces? Se refieren con ello a la obligación de un contrato colectivo, al pago de un salario semanal, a las aportaciones para la seguridad social, al derecho a una liquidación, etc.

Desde esa perspectiva se dice que si queremos generar empleos hay que flexibilizar esas regulaciones laborales. La flexibilización reclama la posibilidad de empleo sujeto a prueba, contrato individual, pago por horas, despido sin indemnización o a costos menores que los actuales, la no obligatoriedad en las aportaciones para el seguro social, entre otras.

Se trata en suma de hacer más barato para el empresario el costo de emplear y de desemplear.

Algunos especialistas que coinciden con la “flexibilización laboral” señalan que antes de instrumentarla se debe crear el seguro de desempleo, de forma tal que se proteja a la persona que es despedida para que pueda buscar un nuevo empleo. El seguro de desempleo ha sido un factor de estabilidad social en los Estados Unidos y en otros países desarrollados. Aquí en México no se le quiere crear.

Sobre este tema un funcionario del BID señaló que: antes de quitarle una protección (a los trabajadores) hay que pensar en cómo se la va a sustituir.

En México, el gobierno promueve el seguro popular como si fuera equivalente al seguro social (en materia de servicios de salud). Se trata de una alternativa barata y no equiparable pero, en todo caso, el costo del seguro popular es pagado por el gobierno con los impuestos generales, sin requerir aportación patronal.

Para otros especialistas la llamada flexibilización laboral no resolvería la falta de capacidad para crear empleos. Se reduciría, si, el costo directo del trabajo para el empleador, pero con ello no se elevarían los niveles de productividad que se requieren para competir en el mercado global. Se aumenta la rentabilidad para el empresario individual pero nada se gana en productividad que se encuentra en niveles muy bajos. De por sí los salarios ya están muy bajos.

Antes se distinguía entre el desempleo de temporada o friccional (de corto plazo) y el desempleo estructural (de larga duración).

Lo que pasa con la economía mexicana es que puede crecer el PIB pero no crece el empleo en la misma proporción o puede pasar, como ahora, que aún y cuando está creciendo el PIB el empleo se reduzca.

Esa aparente paradoja indica que estamos entonces frente a un problema de tipo estructural y que si se quiere generar empleo es necesario un cambio de políticas económicas y del modo de producción.

Ya hay voces de dentro y de fuera que señalan que frente a la crisis internacional y la recesión de Estados unidos (la que se estima va a durar varios años) México debe impulsar el mercado interno y eso supone un cambio importante hasta en la política monetaria.

Sin embargo, para fortalecer el mercado interno se requiere incrementar la demanda interna y eso pasa por mejorar los salarios (algo que no está en la agenda neoliberal) y reducir el número de pobres (con la mitad de la población en condiciones de pobreza difícilmente el mercado interno puede alcanzar un tamaño que le de viabilidad).

Así que, si no se modifican la política económica y la forma de distribuir los excedentes, si se mantiene la apuesta por el sector exportador como hasta ahora, el tamaño de la economía mexicana seguirá estrecho y sujeto al ciclo de la economía norteamericana.

 


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© Luis Lauro Garza Hinojosa