AL REVÉS DE ROSAURA
Sgarcía Escritor
Diáfano la llevó frente al espejo, se yuxtapuso arreglándose un mechón de cabello tal como Rosaura lo llevaba. Ahora sabía cómo acabar con el asunto del reflejo.
-Compara- dice el reflejo de Diáfano.
-Nos vemos igual- observa Rosaura.
-Y tú sostienes, con bastante testarudez, que lo que ves en el espejo, es lo que ven de ti los demás. ¿No es así?
Diáfano se paró junto al reflejo. Rosaura no entendió al principio, aquello del mechón le pareció algún truco de magia. Pronto retrocedió y la invadió la vergüenza.
A partir de ese momento dejó de señalar con el dedo e interrogar alzando una ceja, por lo que sus palabras perdieron gradualmente ese tinte amenazante y nadie más le respondió a la defensiva; su voz acabó por atenuarse; ya no hubo necesidad de fruncir el ceño, así sus gestos se relajaron y la sonrisa cambió de dirección; sus amigos fueron más sinceros; la invadió la alegría y le brindó una gracia natural, una apacible calidez que se esparcía desde su mano al hombro en angustia.
Diáfano, atormentado por la nostalgia, siempre la mira indirectamente mediante una cuchara, la perilla de la puerta o delante de alguna ventana.
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