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1450 15 Noviembre 2013

 

Campeón sin corona
Miguel Treviño Rábago

Reynosa.- En diciembre de 1977, el autor de ésta columna ganó las elecciones para la presidencia municipal de Reynosa. Así lo demostraron las actas de cómputo que se contabilizaron por parte de elementos de la secretaría de Gobernación en un hotel de la localidad. Acta por acta y casilla por casilla, les demostramos que los candidatos del Partido Auténtico de la Revolución Mexicana (PARM) en ese entonces con registro como partido político nacional, habíamos triunfado en las elecciones para alcalde y diputado local.

El comentario viene al caso a propósito de una columna escrita por mi amigo Juan Gilberto Banda en el periódico El Mañana de Reynosa el pasado 6 de noviembre, en donde señala que los resultaros favorecieron al candidato del PRI, Rodolfo Garza Peña y que fueron ratificados por el Congreso del Estado.

Como protagonista de esas elecciones, puedo afirmar en forma contudente que los resultados fueron alterados por 4 o 5 priístas que en forma fraudulenta inyectaron más de 3 mil votos en las urnas para favorecer al PRI. Penetraron clandestinamente en las oficinas del Comité Municipal Electoral y alteraron los resultados en actas y urnas. Sus nombres los sé y me los reservo para mejor ocasión, pero entre ellos está un ex alcalde de Reynosa y hoy destacado funcionario estatal.

Mi amigo y compañero Juan Gilberto Banda olvida un detalle en sus comentarios: si Rodolfo Garza Peña hubiera ganado legalmente esas elecciones, nadie le habría quitado el derecho a ocupar el sillón de la alcaldía de Reynosa. Es cierto que le extendieron una constancia de mayoría en el Congreso y que Romeo Flores Salinas le tomó la protesta como alcalde electo, pero también es cierto que desde la secretaría de Gobernación, obligaron al entonces gobernador Enrique Cárdenas González, a que le sacara la licencia a Rodolfo Garza bajo amenaza de “renunciarlo” a él como gobernador. Y Cárdenas se asutó porque el mensaje venía directo desde Los Pinos, donde ya sabían que habían cometido un fraude electoral. Las actas y los números no mentían, porque cubrimos todas las casillas del muncipio con representantes del PARM, hoy muchos de ellos destacados militantes y funcionarios del PRI. Sus nombres, también los tenemos porque cuidaron celosamente los votos contra el PRI.

No sólo habíamos demostrado que un servidor y el petrolero Horacio Treviño Valdes (q.e.p.d.) habíamos ganado la presidencia municipal y la diputacion local, sino que nos habíamos entrevistado con el presidente José López Portillo a bordo del autobús presidencial en una gira que realizó por Ciudad Victoria, y frente al entonces gobernador Enrique Cádenas, habíamos denunciado todas las tropelías, fraudes y agresiones que se habían cometido en una gran número de municipios en Tamaulipas contra quienes éramos candidatos y militantes del PARM. De allí las protestas generalizadas en el estado, el bloqueo de carreteras y la toma de los edificios de varias alcaldías. Los hechos incluían torturas, golpizas y muerte de militantes del PARM en Ciudad Mante.

Con el rostro desencajado y furioso, Enrique Cárdenas González tuvo que aguantar todos los señalamientos y acusaciones que le formulamos Edilio Hinojosa López (q.e.p.d.), Gilberto Ortiz Medina, Luis Chapa Castañeda (q.e.p.d.) Mario Humberto Pool y un servidor, en presencia del presidente López Portillo, quien después de escucharnos nos dijo: “Los invito a comer muchachos y no se preocupen, yo voy a hablar aquí con el señor gobernador”. Después vinieron los ajustes de cuentas políticas. Y es que Cárdenas había llegado a la gubernatura por obra y gracia de Luis Echeverría, quien lo favoreció y protegió en su sexenio. López Portillo luego vendría a enseñarle quién era el nuevo jefe en el país.

Del por qué no nos entregaron la presidencia municipal y la diputación local resultaría larga la explicación, pero sintetizado todo es sencillo: el entonces Comité Ejecutivo Nacional del PARM nos vendió al gobierno del estado. Vinieron a Tamaulipas un grupito de generales y militares retirados, que explotaban el membrete del PARM en todo el país como un partido para militares que deseaban participar en política y se arreglaron económicamente. A puerta cerrada y sin dejarnos opinar ni participar, los viejitos mañosos le sacaron ganancia a nuestros triunfos. Cuando salieron de Palacio, nos dijeron:  “ya está arreglado muchachos”, y una vez que se treparon a un avión con sus maletines repletos, jamás volvimos a saber de ellos. De los apellidos de estos tranzas me acuerdo de Gómez Velasco, un Zermeño Araico y un Rodríguez Lozano.

El acuerdo secreto y negociado fue no entregarnos la presidencia ni la diputación, prometernos nuevas elecciones en 90 días y crear sin nuestra intervención Juntas de Administración Civil (JAC) en Reynosa y Altamira. Todo menos respetar el resultado de las elecciones, donde el pueblo de Reynosa había mostrado su repudio al PRI. Los candidatos de Enrique Cárdenas eran el Dr. Gregorio Perales de la Garza (q.e.p.d.) y su compadre Ernesto Gómez Lira,  que finalmente fue quien nos despojó de la Alcaldía y se quedó a desgobernar Reynosa tres años completos. A un grupito de parmistas convenencieros les dió puestos de migajas porque tenían mucha hambre.

Lo irónico de todo esto, es que Ernesto Gómez Lira fue el primero en cooperar con 10 mil pesos para impulsar mi campaña a la alcaldía por el PARM para cerrarle el paso a Rodolfo Garza Peña. Y en esta aventura contra el PRI lo acompañaron José Cruz Contreras y muchos otros destacados priístas y periodistas que hoy siguen figurando como soldados fieles al PRI.

Los nombres de todos ellos se los dimos a un licenciado que prometió sacar a la luz un libro con la historia completa de la derrota del PRI, y es fecha que no publica nada y en cambio se quedó con toda la información grabada que le dimos de muy buena fe y que él ha utilizado muy bien para colocarse políticamente en la nómina del tricolor institucional. Reiteramos: con 10 mil pesos, Ernesto Gómez Lira se quedó tres años con la alcaldía de Reynosa. 

He decidido hacer estas precisiones en honor a la verdad política que tuve la oportunidad de vivir en primera línea. Tenía yo 28 años de edad y era un modesto profesor de escuela primaria. Los grandes de la política en Reynosa,  decidieron postularme por recomendación directa de Carlos Enrique Cantú Rosas, padre del hoy alcalde de Nuevo Laredo, Carlos Enrique Canturosas Villarreal y a quien se acaba de rendir un homenaje en el primer aniversario de su muerte.

Dos años después llegaría a ocupar una diputación local representando al PARM, y nos enfretaríamos una vez más a Enrique Cárdenas González, pero ya de salida de la gubernatura. La historia con Emilio Martínez Manautou sería otra y allí tenemos también mucho que contar después de estar tres años en el Congreso del Estado.

Nuestras andanzas políticas desde los 15 años hasta hoy que tenemos 64, dan para un libro de anécdotas políticas que es fecha que no hemos podido editar por falta de tiempo y de recursos económicos, pero permanece en el tintero como un proyecto a corto o mediano plazo porque voluntad de escribir hay mucha de nuestra parte y sobre todo está nuestro deseo de que las nuevas generaciones conozcan la gran fuerza política que representó el PARM en Tamaulipas hasta la llegada en 1988 de Carlos Salinas de Gortari, quien canceló el registro del partido de la "casita blanca" como lo conocía la gente, en venganza por haber apoyado la candidatura de Cuauhtémoc Cárdenas a la presidencia del país y que culminaría en un gran fraude electoral que le permitió en mala hora a Salinas apoderarse del Palacio Nacional.

La parábola de todo esto es la siguiente: una madrugada de 1977, me acosté a dormir sabiendo que había sido electo democráticamente en las urnas como presidente municipal de Reynosa, y a los pocos días (en enero de 1978) iba en un camión urbano atestado a presentarme a trabajar a la escuela primaria como maestro de grupo, porque ya me habían despojado de todo. Y de mis poderosos patrocinadores, nunca más se supo nada y de Gómez Lira menos. Por eso dicen que la política es la madre que se traga a sus hijos.

Un amigo suele referirse a mí por ese triunfo electoral como el “Campeón sin corona”, y otro me dice en plan humorístico: “Mi presidente por un día”. Eso sí, reitero mi absoluto respeto a Rodolfo Garza Peña quien fue un leal y esforzado adversario en esas históricas elecciones.

trabago49@hotmail.com
elobservadorpolitico@hotmail.com

 

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