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1458 27 Noviembre 2013

 

Fuerzas Unidas Por Nuestros Desaparecidos/as En Nuevo León
Carta a José Ángel a un año de su desaparición

Hoy se cumple un año un día, de la desaparición de mi hermano José Ángel. Quiero agradecer a todos los que me acompañan en su búsqueda, a quienes me han brindado sus hombros y sus pañuelos, a quienes me han ayudado a sostener la sonrisa.

Agradezco también a mi hermano José Ángel, quien fue el primer hijo de mi madre en trabajar por un salario, el primero en hacernos tíos, el primero en cantar borracho de alegría, en fumarse las penas, en arriesgar la cordura, el primero de la familia en manejar un automotor, el primero en conocer otros estados de esta agrietada república, a él le agradezco, su ejemplo en el nomadismo real y espiritual, le agradezco que me deje ser su hermano mayor y que con estos golpes me haga entender lo que es la fraternidad y el coraje. 

Su desaparición es la obscuridad más intensa que ha habido en la familia, en esa obscuridad te hemos buscado, en largas y desoladas carreteras, en pasillos taciturnos de oficinas de estado, entre burócratas somnolientos, entre las risas de quienes le apuestan al olvido, entre perezosos uniformados, en los ojos lagañosos de funcionarios públicos y en el polvo de sus archivos, en esa obscuridad te buscamos, porque con la complicidad de esa sanguinaria maquina fuiste desaparecido.

No sé dónde estás, pero sé quiénes participaron para provocar tu ausencia, le llaman el narco, pero no es más que otra forma y disfraz de políticos corruptos, de patrones miserables, de nuestros explotadores y asesinos. En sus oficinas sin luz y en páramos desolados te buscamos, hermano, con la certeza de que te encontraremos, lo haremos porque nuestro destino es reunirnos, es un destino que procede de una ley y frente a esa ley nada nos para. Lo digo con certeza porque tu desaparición, hermano, me ha hecho entender otra cosa: que Dios es la locura, y en mi vida nunca he estado más cerca de ella. Amor y locura han sido mis lámparas y las de tu familia en tu búsqueda hermano, misma que nos ha unido enormemente.

Mi madre se reconforta viéndote en sueños, y por las noches yo te escucho hurgar entre los trastes vacíos de la cocina, también te veo en mis pesadillas; tu hermana Vero te busca, a veces llora, pero otras veces se le infla el pecho como con una máquina de vapor a punto de estallar de odio contra todos los cómplices de tu desaparición. Tu hermana Rosa, como todos nosotros, piensa en ti todos los días y no deja de rezar y pedir por ti, como quien no tiene más que la certeza de que tu regreso sólo será posible por la participación de un gigante.

Tu padre y tu madre muestran la corteza de la que tú también estás hecho, y apacibles esperan, en cada azote de puerta voltean esperanzados y al ver el viento pasar se alegran y te sonríen, al vernos llegar en tu lugar, también se alegran y regresan su paciencia a sus rodillas. Juan también te busca y por cierto, hace meses te encontró en los ojos de su bebe, nuestro nuevo sobrino recién nacido.

Somos infatigables, loco. Tarde o temprano nos veremos, no importa que nuestra marcha nos lleve a los tribunales del juicio final, ahí donde nos encontraremos con los judas y caines de nuestra historia; no importa, nuestro destino es encontrarnos. Esas frías instituciones en donde te buscamos, sólo pueden entibiarse e iluminarse con fuego, tal vez en nuestra vida no veamos nacer una revolución, pero en cada braza que arde y que en nuestra marcha vemos, con todo nuestro aliento las soplamos, no dejaremos de soplar en la cenizas, ya verás brother, si no somos nosotros, nuestros hijos harán una hoguera que brillara por la eternidad.

A quienes me han acompañado, a mí y a mi familia: GRACIAS. A todos aquellos que se han acercado y no han visto con los ojos de morbo un espectáculo para mirones, quienes no nos han apuntado con su dedillo miedoso y siniestro diciendo “seguro desapareció porque en algo andaba”, a quienes no nos han invitado a elaborar un duelo, a quienes no se han cobijado en el “a mi no me pasa por que ando bien”, a los que no han cerrado sus oídos y sus ojos para poder seguir bailando, sino que han entendido con nosotros que no estamos en un accidente sino que tu tragedia es también suya y está programada por oligarcas y poderosos, a ellos les agradezco su presencia.

Por ultimo, quiero recordar que José, hijo de Jacob, también fue vendido por quienes fueron sus caines, tal vez no nos quede corazón para perdonarlos como hizo el José de Jacob, pero tendremos suficiente corazón para no perder la felicidad y la alegría, propia y de los nuestros. Hermano hoy más que nunca, estas entre nosotros.

Tu hermano.

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