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2172 23 Agosto 2016

 

 

La reforma en su laberinto
Samuel Schmidt

 

Ciudad Juárez.- Nuño tiene razón. No se puede revisar la reforma educativa hasta que no se aplique, para ver qué debe corregirse. En México hay una larga historia de reformas que no reciben la oportunidad de madurar y se genera una nueva reforma; es una larga historia de reformas que son descartadas porque no produjeron los efectos que no les permitieron alcanzar.

El problema consiste en que Nuño no ha entregado los componentes académicos de la reforma y éstos son fundamentales para que esta avance, de otra manera quién sabe qué estaremos evaluando.

Hasta ahora, lo que implantó la SEP fue la parte punitiva de la reforma y por los resultados obtenidos, es evidente que no ha funcionado.

Nadie cuestiona la necesidad de evaluar, y mucho menos evaluar a educadores, pero la evaluación se ha hecho para debilitar políticamente al sindicato, si es posible, desaparecerlo, vieja aspiración de los neoliberales.

En esta etapa de la reforma, no se ha hecho lo necesario para depurar las fallas pedagógicas y docentes, porque no se cuenta con un marco académico para el que los docentes deban ajustarse al ser evaluados. Dice el gobierno que están gastando para arreglar planteles, ojalá sea cierto.

A partir que la reforma se estancó en el nivel político, es natural que haya desatado una reacción política por una parte del sindicato. Y este es otro problema.

En México carecemos de niveles de mediación y reglas de negociación entre la sociedad y el poder político, que faciliten la defensa y promoción de los intereses de diversos grupos, a menos que hablemos de los grupos o personajes cuyo poder económico les da acceso a las esferas de toma de decisiones.

Las instituciones políticas, incluyendo los sindicatos, están distorsionadas con criterios corporativistas, en el caso del magisterio, se les convirtió en ejército electoral, servicio para el régimen que tiene un valor elevado. Esta situación genera desbordes constantes que afectan a la sociedad en general.

Las fallas estructurales en la relación entre sociedad y poder político provocan que se lleve a la calle todo tipo de conflictos, ya sea para llamar la atención del gobierno o/y buscar apoyos sociales.

Es natural que ante la ausencia de reglas claras de negociación, los conglomerados sociales busquen aliados. La movilización social también es manifestación de poder, y se convierte en una especie de juego de vencidas entre la sociedad y el gobierno, dónde actúan múltiples factores que se cuelgan de los brazos de los competidores para ganar puntos políticos.

Hay muchos terceros que sufren las consecuencias de este desajuste político, especialmente cuándo se trata del bloqueo de las vías de comunicación o los medios de transporte.

Aquellos cuya libertad de circular o transportarse es afectada, elevan una voz en contra de quién los afecta y no dejan de tener razón. La defensa de lo individual contra lo colectivo es un tema político central, de difícil solución en un sistema autoritario. En la democracia hay reglas.

La pregunta es, ¿quién es responsable del desajuste? Un gobierno tozudo, que impone reformas sin consultar a los interesados y que se niega a revisar sus decisiones (esta es la naturaleza del autoritarismo), ¿o los miembros del sindicato, que en las vencidas se atreven a generar enormes desajustes y daños económicos? No son temas menores el bloqueo económico y la cancelación de clases, que equivale a obreros parando la producción en una fábrica, sin soslayar por supuesto, la importancia del sector educativo, que eleva a los trabajadores a otra posición distinta a la del obrero.

El gobierno se esconde tras la falacia de que no es responsable de revisar la reforma que el congreso le aprobó basado en su alianza político-legislativa; pero cuándo en el senado le indican que se debe revisar, Nuño asume una postura intolerante y rígida negando cualquier posibilidad de revisión. Ese es el problema de los neopols arrogantes que se sienten infalibles y que defienden su principio de autoridad por encima de todas las cosas.

El sindicato se escuda tras la defensa de sus intereses, muchos construidos históricamente, aunque afectar estudiantes y a la sociedad en general, cerrar escuelas y carreteras como medida de presión, va mucho más allá de lo que muchos quieren tolerar.

Llegamos así a un callejón sin salida, donde dos terquedades se enfrentan, porque han perdido, o nunca tuvieron, un terreno de negociación donde dirimir visiones discrepantes, como debe ser en la democracia. Pero México está muy lejos de ser un país democrático.

Todavía hay otro tipo de factor.

Qué grupo político quiere afianzarse al poder con la ruina de la clase trabajadora.

Qué grupo financia y alienta las protestas para sacar ganancia política.

Y en la conspiración mexicana, ¿cuáles son las manos que mueven la cuna?


 

 

15diario.com