CORONA12052020V

Develar la esencia o vivir entre sombras
José Ángel Pérez

Monterrey.- Dice Gastón Bachelard que el conocimiento de la realidad es una luz que siempre proyecta una sombra. En este sentido, para conocer la realidad se debe trabajar sobre ella, se debe indagar en los fenómenos que son la cara que la realidad muestra. La esencia de la realidad no se muestra directamente, para conocerla es necesaria la actividad científica.

     Combatir “las sombras” constituye propósito básico de la enseñanza se la ciencia. El estudiante de secundaria ingresa al aula con un conjunto de ideas preconcebidas acerca del mundo y de la vida. El conocimiento es, generalmente, vulgar y pseudocientífico. Es por ello que el profesor de ciencias en la escuela básica debe tener el conocimiento y el talento para diseñar estrategias y materiales didácticos que combatan "las sombras" que proyecta la realidad, sombras que los diversos medios de comunicación se han empeñado en promover publicitando las ideas de brujos, curanderos, mentalistas, motivadores, adivinos, profetas, …

     Cuando el docente orienta su clase de una forma expositiva, promoviendo sólo las definiciones, olvidando la construcción de los conceptos científicos centrada en la actividad del estudiante, sobrevalorando la memorización, soslayando la promoción de las habilidades, destrezas y actitudes para la ciencia, lo que está enseñando es la proyección de la sombra y no el esclarecimiento de la esencia.

     Es importante puntualizar que el conocimiento de la realidad, es una tarea que ha preocupado a la humanidad durante varios siglos.

     Por ejemplo, el fenómeno: la caída de los cuerpos, estudiado desde la antigüedad, Aristóteles lo atribuía a una propiedad llamada pesantez, esta propiedad, según el sabio estagirita, inducía a los cuerpos a buscar su lugar en el universo. De ahí que los cuerpos pesados caían hacia su lugar natural, la Tierra y entre más pesados, más rápido caían. en su tratado “Sobre el Cielo”, Aristóteles escribe sobre los cuerpos cayendo: “Si un cuerpo dado se mueve cierta distancia en cierto tiempo, un peso mayor se moverá igual distancia en un tiempo mas breve, y la proporción entre ambos pesos, uno respecto al otro, la guardaran de manera inversa los tiempos, uno respecto al otro” .

     Hasta un genio como Aristóteles no pudo sustraerse a la apariencia del fenómeno, descuidando la esencia. Tuvieron que pasar dos milenios para que Galileo estableciera la ley de la caída de los cuerpos, algunos dicen que se subió a la torre inclinada de Pisa y dejó caer objetos de distinto peso para demostrar que caían al mismo tiempo, t=√(2h⁄g) , el tiempo que tarda en caer un objeto, sin considerar la fricción del medio en el que cae depende de la altura y de la aceleración de la gravedad, sin importar el peso. Una generación más tarde vendría Isaac Newton a complementar las leyes de la mecánica, y todo un movimiento de físicos que construyeron el edificio de la ciencia para conocer el mundo y liberarlo de las sombras.

     Esta es la tarea de la ciencia y bajo esta consigna debe el profesor diseñar su clase.