COLOMBIA12052020V

La Babel Regia
Nicho Colombia

Monterrey.- Fue trazada durante el gobierno de Santiago Vidaurri, a fines del siglo XIX. Su diseño original iba desde Pino Suárez hasta la falda del cerro del Obispado. Podríamos decir que más que un paseo, es uno de esos sitos donde cada lugar, banca, fuente, glorieta o estatua, tienen historias propias, dotadas de una dinámica espacio-temporal y que sólo son entendidas como una suma de partes que componen todo un universo.

     Lugar que evoca recuerdos, punto de unión de nuevos regiomontanos que llegan a la entidad en busca de un futuro mejor, fragmento de la ciudad donde se pueden escuchar más de cincuenta lenguas. Una Babel en el corazón de la metrópoli. Ubicada entre las calles Villagrán, Pino Suárez, Aramberri y Washington, esta manzana es uno de los paseos familiares de mayor tradición en Monterrey.

     Fundada hace casi un siglo, este sitio de esparcimiento esta íntimamente ligado con el crecimiento de Monterrey. Bajo la sombra de sus árboles se han desarrollado infinidad de episodios de la historia reciente de Monterrey. Para algunos adultos, a quienes de niños sus padres los llevaban a La Alameda, este sitio les trae una dotación de buenos recuerdos, cuando los sábados y domingos acudían a los juegos mecánicos y después se dirigían a los cines que había en la zona.

     Al igual que La Calzada Madero, la modernidad no le ha sentado muy bien al paseo debido a que la inseguridad que priva en la zona en cierta forma aleja a los paseantes.

     “Los sábados y domingos viene más gente, y hay mucho ratero, de esos que arrancan las cadenas y se van corriendo”, dice Otilia Manrique, visitante habitual. “Desde que se fueron los juegos Manzo y el zoológico mucha gente dejó de venir, pero no se han alejado del todo”, explica.

     La entrevistada advirtió que desde hace buen tiempo a La Alameda acuden indigentes que han hallado en los cines abandonados un lugar para pasar la noche.

     “Los cines abandonados sirven de hogar para los teporochos, la mayoría no se mete con nadie, pero hay unos que son muy agresivos”, sostuvo Luis Macías, comerciante del lugar.

     En La Alameda se encuentra de todo: boleros, eloteros, músicos, vendedores de camotes y dulceros, entre otros, que cada semana asisten para cumplir con un ritual que hace de este rincón de la ciudad un sitio único. Mientras los regios han encontrado en otros sitios como el Parque Fundidora o la Macroplaza sus lugares de recreo, La Alameda ha sido tomada por grupos de migrantes de origen indígena, que la han convertido en el eje donde construyen sus redes de convivencia.

     “Nos gusta venir porque encontramos gente del pueblo; cuando queremos ver a un conocido nos citamos aquí”, dice Antonia Lozano, de Tamazunchale.

Señas particulares
En el diseño de la Alameda de Monterrey se tomó como modelo la de la Ciudad de México. En un principio se le llamó Porfirio Díaz, y para 1912 su nombre fue cambiado a Alameda Mariano Escobedo.

     Para algunos adultos, a quienes de niños sus padres los llevaban aquí, este sitio les trae una dotación de buenos recuerdos, cuando los sábados y domingos acudían a los juegos mecánicos y después se dirigían a los cines que había en la zona.

     Mientras los regiomontanos van al Parque Fundidora o la Macroplaza, la Alameda ha sido tomada por migrantes de origen indígena, que la han convertido en el eje donde construyen sus redes de convivencia dentro de la ciudad.

Trasladan la Huasteca potosina a la ciudad
Pierden arraigo en esta generación. Foto: Raúl Palacios El dinamismo económico del área metropolitana de Monterrey ha trasladado casi a pueblos completos de la huasteca Potosina a la ciudad, afirman especialistas.

     Para la antropóloga Séverine Durin, investigadora del Programa Noreste del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), Nuevo León es muy atractivo para los migrantes indígenas.

     “Aquí hay una fuerte migración desde la Huasteca potosina, al grado de que Monterrey ya está funcionado como una especie de gran capital regional en relación a esta región de San Luís Potosí”, aseveró.

     Detalla que la principal actividad de las mujeres es el trabajo doméstico, en tanto los varones se emplean en la construcción.

     Al encontrar un empleo, que no tendrán en el pueblo, genera un desarraigo porque muchos de ellos ya no regresan a sus lugares de origen.

     “Es cierto que las hijas de las trabajadoras domesticas que trabajaron en la Ciudad de México dejaron de ir hacia allá y optaron por trasladarse a trabajar a Monterrey”, menciona.

     Ya instalados en la ciudad tienen que luchar contra las condiciones de pobreza extrema en la que están insertos y suelen buscan empleos como el servicio doméstico, en le ramo de la construcción, en el comercio de sus artesanías o el comercio informal.

     Los principales sectores donde se posicionan laboralmente son en el de servicios, la construcción, venta de artesanías o comercio informal.

     Es fácil encontrarlas como parte del entorno urbano, pasean en grupos en La Alameda, la Macroplaza y algunas calles del centro de Monterrey.

Lorenzo Encinas