Monterrey.- Doña menganita asemejaba una de esas señoras buenazas, obedientes y serviciales. Un claro reflejo de la sumisión generada por el machismo que estigmatiza a la mayoría de las mujeres mexicanas. Con harta pena, llorosa y angustiada se atrevió a decirle al guardia…
- ¡Siñor, me acaban de robar…!, traiba mi monederito aquí en mi bolsa y alguien me lo sacó… No mi di cuenta…
- ¡Señora…! dijo el joven guardia sin la más mínima consideración… Cómo se le ocurre dejar su bolsa sola en el carrito
- Fue solo un ratito, mientras escogía las papas… Replicó.
- ¿Entonces fue aquí en frutas y verduras…? ¿Alguien vio quien abrió la bolsa de la señora…? Preguntó el guardia de la manera más imprudente y un tufo de silencio e indolencia inundó el ambiente de aquel supermercado extranjerizante.
- ¿Pero usté no vio a nadie…? Insistió la vieja. Pa´ eso está, pa´ vigilar que no la roben a uno… Dijo con exasperante candidez.
- Véngase, vamos a ver si salió algo en las cámaras, pero lo dudo… Dijo el guardia con un alto grado de imbecilidad mientras la poca gente comenzó a dispersarse presurosamente.
Doña menganita lo siguió como perrito faldero, sigilosa y solícita, pensando en cómo iba a hacerle para pagar el mandadito si su dinero no aparecía y se estremeció al imaginar el demonio que seguramente era su marido y el infierno que le esperaba en su pobre casa cuando llegara sin nada… ¡Joder al jodido, no…!!!