La Quincena No. 47
Septiembre de 2007
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LA NOCHE

DEL BANQUERO

Abraham Nuncio

En la reunión internacional de banqueros hicieron uso de la palabra el gobernador del estado, el presidente del Banco Mundial, el presidente municipal de Monterrey, un promotor artístico de aire mediterráneo y un escritor responsable del evento. Por extraño que parezca, en la inauguración del mismo no se escuchó hablar a ningún banquero.

Extraño también pareció que los lugares más cercanos al escenario fueran ocupados, a excepción de uno que otro de los banqueros venidos de fuera y a ciertos amigos del escritor, por gente del medio cultural.

Más tarde, en la cena ofrecida a los banqueros –la cereza del pastel, por decirlo así–, a estos se los colocó en las mesas más alejadas de la mesa principal donde, tampoco, se hallaba sentado alguno de los de la localidad.

El colmo fue que el discurso de la velada estuvo a cargo no de uno de los banqueros, sino del mismo escritor que antes había hablado en el acto de inauguración de la reunión internacional que estaba anunciada para convocar a los hombres de las finanzas. En ese discurso, el escritor se refirió a los aportes de la gente de teatro, de las letras, de la danza, de las artes plásticas y de la música; a lo que representaban para la comunidad y para la cultura; a cómo habían logrado, en una sociedad poco receptiva a las expresiones culturales y propensa a exaltar más bien la existencia de las empresas y los empresarios –los banqueros en primerísimo lugar–, que su actividad destacara y le diera un giro luminoso a las tendencias dominantes.

La respuesta de los banqueros al trato que se les dio fue estrepitosa. El desplegado que hicieron publicar en todos los diarios del país fue una clara amenaza a los convocantes estatales de la reunión de banqueros, que les habían prometido convertir a Monterrey en el París de las finanzas de este lado del Atlántico.

Algo similar, sólo que al revés, ocurrió en la inauguración del Fórum Universal de las Culturas. Durante este acto intervinieron el gobernador del estado, el director general de la Unesco , el presidente municipal de Monterrey, un promotor empresarial de Barcelona y el banquero responsable de la organización del evento. Causó extrañeza que no hablara algún intelectual o artista.

En los lugares de honor se advirtió la ausencia de los hombres y mujeres vinculados a la cultura, salvo los contados amigos del banquero.

Más tarde, en la cena que tuvo lugar en el MARCO, con la cual culminó la jornada inaugural del Fórum, a los intelectuales y artistas se les ubicó en mesas alejadas de la mesa principal.

El discurso central fue pronunciado por el banquero responsable del evento cuya finalidad era convocar, con criterio plural e inclusivo (aunque privatizador y regiomontanizante , como lo declaró el mismo personaje al hacerse cargo del proyecto) a los artistas e intelectuales de todo el mundo y con las más diversas visiones. Sus palabras de elogio fueron dedicadas a las empresas del vidrio, del cemento y de las bebidas y a la manera en que surgió y se desarrolló la industria, por méritos de una voluntad emprendedora, en esta parte del país caracterizada por un medio inhóspito y poco propicio. A la cultura la mencionó casi como estribación de la razón social del Fórum. Pero no dijo una palabra de quienes la hacen posible.

Al contrario de los banqueros, los intelectuales y artistas dieron por callada la respuesta a tan deleznable trato por parte de los organizadores estatales. ¿Fue porque no tenían dinero para pagar costosos desplegados? ¿O fue por otras razones de mayor peso? Y hasta quizá de peso menor.

También pudo ser, no se descarta, porque los banqueros sí visten y calzan fuerte en Nuevo León, mientras que los intelectuales y artistas no logran siquiera pisar el suelo: son como ánimas que lo mismo pudieran andar por las calles fantasmales de Comala que por las muy pobladas y ruidosas de Monterrey.

En caso de que no me equivoque, y otros conmigo, y se trate de una grey nonata por la que corren libres las corrientes de aire que de tarde en vez atraviesan la ciudad.Q