Mientras llora mi violíni violín Luis Valdez* I Había una vez un joven nacido en la región de Tierra Caliente, Michoacán, que a sus 14 años sabía tocar cuatro instrumentos musicales. La ejecución de todo tipo de música, incluso semiclásica, en saxofón, chelo, guitarra y contrabajo, eran la herencia inmediata de un tío que lo comenzó a instruir desde los seis años de edad. La tradición de que la familia Tavira se dedicara a la música, había iniciado con el abuelo Juan Bartolo Tavira, que tocaba el arpa y era poeta de coplas populares que todavía hoy se rescatan. La primera de la que se acuerda es “La india”:

“A mis palomas les dije

que ya no las mato yo,

pues una cosa me aflige

que aunque quiera yo ya no.

Se me descompuso el rifle

y el parque se me acabó”.

II

Don Ángel Tavira desayuna acompañado de su esposa doña Alicia. Él perdió la mano derecha cuando le explotó un cohete a los 14 años de edad y desde entonces se dedicó a impartir clases de teoría musical durante 32 años. Ella en cambio se dedicó al hogar. “A criar a nuestros hijos. Primero los cuidé a ellos y ahora lo cuido a él”. A don Ángel le dio tanto coraje perder la mano, que ya no tocó en público por pena a que se burlaran. “Pero ya regresé. Primero nos llamábamos Póquer de ases . Éramos dos violines y dos guitarras. Ahora nos llamamos Ángel Tavira y sus hijos . Tenemos un disco grabado y más o menos en enero sale el otro”. Lo de sus recientes grabaciones lo reconoce como una chiripa. No por la fama de su participación en la película El violín , premiada en el Festival de Cannes. “Una noche tocamos en el programa de Ricardo Rocha y le llamó por teléfono Modesto, el productor de Pentagrama. Habló conmigo y quiso que grabara la música tradicional que todos se sabían nomás de oído, pero yo la escribí en papel.” (continúa)