LA QUINCENA 53

MARZO 2008

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Fidel CastroSin embargo, Cuba va

Alberto Pérez

La noticia de la renuncia de Fidel Castro ha sucumbido el mundo entero. Tanto en Europa como en el continente americano, jefes de Estado y líderes sociales han hecho pronunciamientos. El más alarmante es el realizado por el presidente de Estados Unidos, George Bush, quien desde Rwanda declaró que: “…la comunidad internacional debe trabajar con el pueblo de Cuba para la construcción de instituciones necesarias para la democracia, y la transición a un nuevo liderazgo en Cuba deberá traer elecciones libres y justas”. Más tarde, añadió que: “Estados Unidos está listo para ayudar a los cubanos a disfrutar las bendiciones de la libertad”. Seguramente al presidente Bush se le ha olvidado, si es que alguna vez la conoció, la historia de las intervenciones norteamericanas en Latinoamérica: Guatemala, El Salvador, Nicaragua, Chile, Paraguay, etcétera, donde en lugar de “construir instituciones necesarias para la democracia”, los gobiernos pro-americanos, muchos de ellos tomando el poder vía golpes de Estado e imponiendo dictaduras militares, otros de ellos con elecciones llenas de fragantes violaciones y fraudes, se distinguieron precisamente por no “construir instituciones necesarias para la democracia”. Al contrario, las intervenciones de los norteamericanos en América Latina han sido la destrucción de las instituciones democráticas.

En el Reino Unido, el Primer Ministro, Gordon Brown, de extracción laborista, fue más cauteloso en sus declaraciones: “La renuncia de Fidel Castro es una oportunidad para progresar hacia una transición pacífica, a una democracia pluralista”.

Una de las voces más autorizadas a nivel mundial sobre este tema es el doctor Stephen Wilkinson, director del Instituto Internacional de Estudios sobre Cuba, de la Universidad Metropolitana de Londres. Wilkinson declaró que: “Cuba permanecerá como un país comunista con un Estado monopartidista”. Sin embargo, añadió, se esperan algunos cambios sustanciales. Durante los últimos años, se ha incrementado el diálogo con sindicatos y organizaciones representativas. Se ha mejorado la participación ciudadana en expresar libremente sobre las fallas en el sistema cubano y proponer sugerencias para mejoras. El resultado de la participación ciudadana ha sido compilado en un extenso reporte que ha sido entregado a representantes del gobierno, quienes han expresado que se realizarán cambios acordes a dicho reporte. El doctor Wilkinson, quien recientemente visitó la isla, mencionó también que existen dos grandes áreas donde se esperan cambios fundamentales: una es el levantamiento de restricciones para que los cubanos viajen al extranjero, y la otra, una reforma agraria donde se estimule la producción de alimentos. Raúl Castro, el más seguro sucesor de Fidel, ha reconocido públicamente la necesidad de una reforma agraria.

Sin embargo, si la comunidad internacional realmente quiere un cambio gradual en Cuba, debe comenzar por exigir a Estados Unidos el levantamiento del bloqueo económico, que ha sido la fuente principal que ha limitado el desarrollo de la isla. El pueblo y gobierno cubano han logrado los mejores índices en salud pública, nutrición, educación y deportes en América Latina. La economía mexicana, por ejemplo, depende en gran parte de las remesas de los trabajadores migrantes (legales y no legales) que laboran en Estados Unidos. Parte de las acciones del bloque económico en contra de la isla, y que fueron exacerbadas por la administración de Bush hijo, es la limitación de viajar a la isla una vez cada tres años y no enviar remesas superiores a 300 dólares cada trimestre. Las restricciones anteriores eran de viajar una vez al año y remesas de 3,000 dólares. Tal restricción a la economía mexicana, o de cualquier otro país latinoamericano, resultaría en un colapso financiero.

Estas son las medidas que el señor Bush y el señor Brown deberían escuchar. Pero como en el caso de Irak, Bush no escuchó a los expertos, sólo escuchó a los intereses económicos de las grandes empresas petroleras. Y es el peligro de las endebles democracias latinoamericanas, y la mexicana en particular. El señor Calderón, como Bush y como Gordon, no escucha a su pueblo, sólo escucha a las grandes corporaciones. Oremos porque Cuba no tenga la misma suerte que el sufrido pueblo de Irak ha tenido, sólo porque al presidente de Estados Unidos se le ocurrió que era tiempo de que en Irak “…se construyeran las instituciones necesarias para la democracia.”. Bush no construyó nada en Irak, al contrario, y como todos sabemos, ha sido una deplorable destrucción y masacre.

El futuro de Cuba no está en las decisiones de las grandes potencias, ni en las decisiones de las corporaciones, ni en las de presidentes lunáticos. Está en manos del pueblo cubano. Como lo ha testificado el profesor Wilkinson, ellos deben, y además pueden, construir su futuro. En todo caso, si la comunidad internacional quiere intervenir, comencemos por levantar el embargo.

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