2. Como instancia redistributiva de facultades culturales transformadoras se perdió, se nos pudrió, vimos cómo fue copada, reabsorbida por inercias burocráticas, por mezquinos intereses del gobernador o caciques en turno.
3. Es preciso repensarlo, recuperarlo. Como ciudadanos debemos hacer una real autocrítica, asumir negligencias y complicidades desde los creadores; proponer nuevas vías y estructuras a partir de los generadores de arte, los académicos, los mediadores, los empleados, los gestores y los públicos co-partícipes de los bienes artísticos.
4. Las políticas culturales deben concretarse de nuevo con una visión de horizontalidad, desde una dinámica democrática, de los derechos humanos, de apertura y libertad absolutas, sin excluir el pensamiento crítico, incómodo para el poderoso.
5. La temperatura política del país y del estado en lo particular, los cambios de paradigma informático, el surgimiento de nuevos públicos, generos y objetos culturales, nos marcan la coyuntura general, quizá irrepetible. El-la artista revoluciona las maneras de producción y apropiación cultural, asume riesgos constantes.
En resumen, este momento histórico a mi juicio es el idóneo para plantarse frente a las élites que desde una visión autoritaria y vertical han desfigurado Conarte, han monopolizado redes comunitarias, presupuestos, espacios, gestión de eventos, patrimonio histórico, publicaciones, exposiciones, becas, poder de decisión y proyectos de mediano y largo plazo. La reconquista y reconstrucción de Conarte es ahora.