GOMEZ12102020

Acabar con el trabajo infantil
Lupita Rodríguez Martínez

Monterrey.- Los motivos por los que trabajan las niñas, niños y adolescentes, según sus propias voces, son; porque su mamá o papá necesitan de su aportación económica, porque el hogar necesita de su trabajo, porque necesitan aprender un oficio para pagar la escuela o sus propios gastos o sus deudas, porque lo hacen por gusto o sólo por ayuda, porque no estudian o por otras razones.

      A pesar de dichas razones, la descarnada realidad del trabajo infantil son los más de dos millones de niñas, niños y adolescentes que viven dicha situación en nuestro país, mientras que en el mundo cerca de 168 millones son víctimas de la explotación laboral infantil.

     Aunque Nuevo León se ubica en la onceava posición entre las 32 entidades del país con menor proporción de ocupación infantil no permitida, son más de 61 mil menores los que trabajan y 40 mil de ellos lo hacen en ocupaciones peligrosas o actividades riesgosas, siendo los principales factores asociados que en el hogar no hay jefe o jefa de familia o que el padre o la madre trabajan en el sector agropecuario, así como la baja escolaridad de los cónyuges y que ambos no cuentan con seguridad social.

     Dichos factores pintan más cruda la realidad de pobreza y desigualdad de millones de hogares, en buena medida provocada por el modelo neoliberal impuesto desde 1982 por las clases dominantes y que el gobierno de la Cuarta Transformación no ha podido desmontar del todo, lo cual hace necesario que en el Día Mundial Contra el Trabajo Infantil -establecido por la ONU cada 12 de junio- redoblemos los esfuerzos para erradicar dicha pandemia social.

     Caber referir que desde el año pasado la OIT (Organización Internacional del Trabajo) centró sus esfuerzos en atender a la población infantil trabajadora afectada por la pandemia del coronavirus, por los conflictos bélicos y por las catástrofes naturales, ya que suelen ser las primeras víctimas colaterales de estas situaciones y más si se encuentran en condición de trabajo infantil riesgoso.

     Sin embargo, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), el virus no será una amenaza más peligrosa para la población infantil que el resfriado común, pues según sus estudios el virus sólo será motivo de preocupación para los menores de 5-cinco años y para los que trabajan solamente les provocará simples resfriados o ningún síntoma en lo absoluto, a pesar de que fueron dejados al final en la escala de vacunación.

     Ante tan sorprendente noticia, nuestras autoridades no deben dejar de cumplir y de hacer cumplir el mandato constitucional de garantizar el acceso y goce pleno de todos sus derechos; es decir, tomar como consideración fundamental que siempre se atenderá el interés superior de la niñez.

     Para ello, será crucial que no nos ocurra lo que a nivel mundial sucedió, ya que la ONU se propuso erradicar el trabajo infantil hacia el año 2025 a través de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), pero debido al ritmo de los avances logrados durante los años 2020 y este 2021, estima que para el 2025 serán alrededor de 121 millones de niñas, niños y adolescentes que sigan sometidos al trabajo infantil a nivel mundial.

     Aunque la Constitución Política del Estado dispone en el tercer párrafo del Artículo Tercero, que la niñez tiene derecho a una vida sana, a la satisfacción de sus necesidades de salud, alimentación, educación, identidad, sano esparcimiento y a la preparación para el trabajo, debemos considerar que trabajo infantil es toda actividad económica que realice la población de 5 a 17 años de edad, por lo cual debemos erradicarlo para impedir los abusos laborales de explotarlos en actividades peligrosas y no pagarles.

     Ciertamente, la preparación para el trabajo y la disposición de la Ley Federal del Trabajo para permitir laborar a jóvenes de entre 15 a 17 años de edad, pueden y deben ser en quehaceres domésticos o en actividades económicas propias de las familias o en establecimientos autorizados, pero no en edades tempranas, ni en horarios prolongados, ni en condiciones peligrosas que solamente acrecientan aún más las situaciones de riesgo de vulnerabilidad de la población infantil.

     Acabar con el trabajo infantil en todas sus formas debe ser nuestro desafío social, tal y como la plantea la Agenda de Desarrollo Sostenible 2030 de la ONU. Lo anterior, implica esfuerzos grandes de todos los sectores de la sociedad, empezando por las propias familias, con la colaboración de los gobiernos municipal, estatal y federal, así como del sector privado, de la sociedad civil y de la población en general, pues para acabar con el trabajo infantil tenemos que hacerlo todas y todos juntos.