En febrero de 2016 la legendaria revista cultural El Búho, que de manera tan notable fundó y dirigió hasta sus últimos días nuestro querido y nunca olvidado René Avilés Fabila, publicó un ensayo que titulé: La novela de la guerrilla. Poco después, a mediados de marzo de ese mismo año, durante la que sería su última visita a la ciudad de Monterrey tuve la oportunidad de platicar con él largo y tendido, charla en la que descubrimos, que no obstante la considerable cantidad de novelas existentes sobre este tema, en el caso del cuento su producción resultaba más bien escasa. A partir de ahí surgió la idea compilar el material disponible con el propósito de elaborar una antología del cuento guerrillero, algo inédito en la literatura mexicana.
El referente obligado y primario sin duda era el mismo René, particularmente con uno de sus libros: Nueva Utopía (y los guerrilleros) (1973), en donde aparecen varios cuentos con una referencia directa de la guerrilla, como el ingenioso “¿Quién es el jefe?”, o el sorprendente “Andrés Alba”, que en ese libro apareció por primera vez con el título de: “El accidente”.
Fuera de México1, contábamos con dos referencias muy importantes: “La reunión” (1966), de Julio Cortázar; y “Pedro y el capitán” (1979), que más que un cuento se trata de una pieza teatral. El resto son cuentos que se pueden encontrar en la red, tres o cuatro, y corresponden a autores poco reconocidos. En nuestro país, además de René, conocía otros trabajos notables, como “Los guerrilleros” (1996) del magistral escritor y dramaturgo Víctor Hugo Rascón Banda, y “Dientes de perro” (2010), de Ramón Gil Olivo.
Otro referente casi obligado fue el trabajo de Carlos Montemayor, el narrador de la guerrilla por excelencia. Salvo que nunca escribió cuentos sobre la guerrilla. Si uno revisa algunos de sus textos, como Guerra en el paraíso (1991) o Las armas del alba (2003), se puede descubrir que existen varios capítulos o fragmentos que si se leen de manera aislada muy bien pueden pasar por un cuento. Esa fue la razón por la que incorporamos un fragmento de Guerra en el paraíso y que para efectos de esta antología titulamos: “Casino Militar”.
Si lo que buscábamos era integrar una antología del cuento guerrillero, resultaba indispensable incluir el trabajo de Salvador Castañeda, quien a lo largo de su trayectoria literaria ha publicado varias novelas construidas a partir de relatos que narran, entre la realidad y la ficción, su experiencia guerrillera, en particular desde la vida carcelaria, como en el caso de ¿Por qué no dijiste todo? (1980), que recientemente se publicó una reedición en el 2016.
A partir de estas referencias se integraron dos trabajos más anteriormente ya publicados, como el de la escritora y periodista Cristina Villarreal, en Nosotros los de entonces (1983), así como del legendario dirigente del movimiento del 68 Arturo Martínez Nateras, con La flor del tiempo (1988), de los que respectivamente seleccionamos un texto.
Y eso era todo. De modo que para reunir un trabajo que permitiera integrar una antología más extensa tuvimos la idea de convocar a un grupo de amigos escritores invitándolos —y a veces hasta incitándolos— a elaborar un texto expresamente para este proyecto.
Entre éstos invitamos a algunos que vivieron de manera personal y participativa la experiencia guerrillera, además de contar con antecedentes literarios, como en los casos de Raúl Florencio Lugo, Gustavo Hirales Morán y Ricardo Morales Pinal. Adicionalmente invité a otros excombatientes, que si bien no contaban con antecedentes narrativos previos, conocía su participación en diversos esfuerzos sobre el rescate de la memoria histórica de los movimientos armados en los que habían contribuido con valiosos testimonios que merecían ser rescatados. Esos fueron los casos de Eduardo Esquivel Revilla, Mario Ramírez Salas y Luz Aguilar Terrés, esta última quien ha sido la compiladora del libro Guerrilleras (2015), una obra testimonial muy importante sobre la participación de la mujer en el movimiento armado.
Cabe destacar también la contribución de Fritz Glockner, Alicia de los Ríos y Francisco Valenzuela, quienes pertenecen a esa generación nacida en medio de la tempestad. El primero con un amplio bagaje literario. La segunda, destacada historiadora e investigadora. Y el tercero, un reconocido activista en defensa de los derechos humanos.
Complementan la obra tres reconocidos escritores: Joel Ortega Juárez, uno de los principales protagonistas y escritores sobre los movimientos estudiantiles de los sesenta y setenta. El poeta Margarito Cuéllar, figura emblemática de la edición literaria en Nuevo León. Y el novelista regiomontano Pedro de Isla, perteneciente a la nueva generación de ilustres literatos del noroeste del país.
Por último, yo mismo colaboro con un texto que se inscribe en el esforzado —y a veces desesperado— intento de mi parte por adentrarme en la narrativa de la ficción a través de una novela que todavía no sé si algún día saldrá a la luz. Sobre todo considerando que mis aportaciones literarias se encuentran más cercanas al trabajo de investigación, el ensayo y la crónica.
En suma, esta es la culminación de un proyecto hasta ahora inédito en la literatura mexicana.
Representa un primer esfuerzo que busca no sólo difundir una literatura que por su temática resulta incómoda, sino también como una abierta provocación para que otros escritores se animen a abordar a través de este hermoso género literario un tema que no puede esconderse más ni pasar al olvido.
Accidentes de la razón es un concepto tomado del libro Guerra en el paraíso. En una parte de la novela se narra la comida en la que participan varios mandos militares y durante la cual uno de los generales explica de la siguiente forma la razón por la cual el Ejército, siendo una institución surgida del pueblo, en determinadas circunstancias se ve obligado a combatir al propio pueblo cuando éste se levanta en contra de las instituciones:
“Pero hay accidentes, coronel, accidentes de la razón, o de la teoría. A ésos me refiero ahora. Yo no estoy diciendo que Lucio sea un héroe. Pero sí afirmo que la lucha de un pueblo es un accidente, o puede ser un accidente para un Estado, para un gobierno que se niegue a creer que él mismo no es la razón del pueblo. Es una trampa de la historia”. 2
1 Compilador de la obra. Es autor de Amargo lugar sin nombre. Crónica del movimiento armado socialista en México (1960-1990) (2013) y de Las Dichosas Vocales, de próxima aparición.
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