Monterrey.- Desde 1990, fecha cuando nacen los Centros de Desarrollo Infantil del Frente Popular ‘Tierra y Libertad’ (los CENDI), como un proyecto de educación inicial en zonas de alta pobreza y condiciones sociales marginales, su misión ha sido ofrecer un servicio educativo y asistencial de calidad para niñas y niños a partir de los 45 días de nacidos hasta los 6 años de edad, con el fin de lograr su desarrollo integral y pleno.
Las etapas tempranas de la vida son críticas y decisivas para el desarrollo, por ser donde se establecen los cimientos de la inteligencia, de la personalidad, del comportamiento, de los aprendizajes y de las habilidades emocionales y estas bases impactan determinantemente en el ‘éxito’ o en el ‘fracaso’, por lo cual el modelo CENDI se convirtió en una alternativa para impulsar el desarrollo humano, social, económico y cultural de las familias.
La relevancia de la educación temprana para las poblaciones infantiles en desventaja social es todavía mayor y por ello en los CENDI buscamos cumplir y hacer efectivo el derecho de la niñez a una educación de calidad, a cuidados preventivos, alimentación nutricia, atención a la salud y un ambiente armónico de convivencia, dado que la tendencia de los gobiernos era hacia políticas de visión corta, al aquí y ahora, y a favorecer la privatización de las actividades educativas dirigidas a la primera infancia, además de provocar desempleo e inseguridad laboral, situación que generó altas tasas de empleo femenino, en su mayoría no formales, y trajo consigo un nivel social y económico cada vez más bajo y una forzada complementariedad de la mujer con el trabajo, las actividades domésticas y el cuidado de hijos e hijas.
En este marco de referencia, los CENDI se consolidan como un modelo educativo de alto rendimiento, bajo los principios de calidad y excelencia educativa, justicia social y equidad, siendo catalizadores de la movilidad social de las mujeres, pues las zonas donde se construyeron los CENDI se caracterizan por las carencias básicas, tales como falta la servicios educativos y médicos, desempleo y bajos salarios, baja escolaridad, deserción escolar, desintegración y violencia familiar, alcoholismo, drogadicción, delincuencia, pandillerismo, prostitución, entre otros factores, los cuales ocasionan que sean zonas especialmente conflictivas y cuyas familias tengan características que las hacen particularmente difíciles a la labor educativa y social.
Desde el inicio se tuvo conciencia de que la labor de los CENDI requería ser acompañada de una apropiada acción sobre la familia y la comunidad, pues el pronóstico de avanzar en el desarrollo integral y pleno de niñas y niños de comunidades tan socialmente patologizadas, resultaba muy desfavorable. De nada serviría estructurar una organización eficiente y concebir programas educativos científicamente fundamentados, si el entorno de vida no resultaba modificado, al menos en la medida necesaria para posibilitar una adecuada participación familiar y comunitaria.
Se originan así los Programas de Acción Comunitaria, por medio de los cuales los CENDI abordan los problemas críticos que la comunidad enfrenta con acciones de salud, nutrición, asistencia y gestoría social, valores y tradiciones, educación ambiental y atención a sociopatías, con una estructura metodológica de aplicación, seguimiento y evaluación, cuyo propósito es trascender a un nivel más alto en la calidad de vida de la comunidad y, por consecuencia, del entorno social de la niñez para su mejor desarrollo.
Los actuales Programas de Acción Comunitaria son: el programa pre-natal “Construyendo un Mejor Mañana”, el programa proteico “Rescatando Inteligencias”, el programa de atención al adulto mayor, las brigadas comunitarias médico-asistenciales, el programa de alfabetización “Aprendo y me Supero” y el programa “Aprendiendo Juntos”, que ofrece educación inicial y preescolar por la vía formal y la no formal, con el fin de eficientizar recursos y otorgar una atención de calidad y calidez con resultados alentadores a más niños y niñas que viven en condiciones adversas.
El hecho de trabajar por estas dos vías permite enriquecer la educación formal y la no escolarizada mutuamente, así como involucrar activamente a la comunidad con la misión de los CENDI y aprender juntos las estrategias más efectivas que promuevan el cambio de actitud y la preparación de la familia en pro de una crianza sana y el desarrollo de sus hijas e hijos.
Durante 30 años los CENDI han sentado las bases en las comunidades. Ahora, miles de niñas y niños cuentan con las capacidades y habilidades necesarias para enfrentar con éxito las adversidades y la inequidad social, aumentar sus oportunidades laborales y lograr una mejor calidad de vida que ayude a romper el círculo intergeneracional de reproducción de la pobreza.