Monterrey.- El pasado fin de semana nos sorprendimos con la película Estados Unidos vs Billie Holiday. Una historia dura, de impunidad social.
La trama inicia con una iniciativa de ley para penalizar los linchamientos cometidos a afroamericanos. Propuesta que no se formaliza, aunque miles de jóvenes de esta comunidad fueron lanzados a otro continente a lucha por un país donde no se les conceden los derechos civiles. ¿Por qué y por quiénes luchaban? ¿Por su país? ¿Por la justicia? ¿Por la libertad? Si acaso, por sus familias. Esta no es una película militar, sino de explotación racial y de género. Porque más abajo de la escala de justicia por el color, se encuentra la condición de la mujer. Así, Billie Holiday es explotada y golpeada por sus hombres, que mantienen sus adicciones porque saben que dependiente es vulnerable.
Sin embargo la historia tampoco es de corte feminista, cuando las mismas letras de sus temas defienden que si sus hombres les pegan "eso es asunto suyo".
Y por sobre la explotación comercial y de género, también el acoso de las instituciones gubernamentales que no le perdonarán (ni siquiera al final de sus días) cantar el tema Strange Fruit.
En una serie que produce Amazon Prime, se retoma la condición del linchamiento, ahora no institucional sino social (porque a final de cuentas a Billie Holiday la adoraban). La serie es THEM, en su primer temporada. Un concepto de antología, que propone una historia distinta por temporada, y a la manera de American Horror Story busca entre las axilas de la sociedad norteamericana sus temores más obvios. Así que tenemos ahora a una familia de raza negra que luego de vivir en una zona rural (con sus respectivas vulnerabilidades y tragedias), se ve apadrinada por la NASA y de un día para otro ya se encuentran en California en un barrio de los suburbios al más puro estilo del American Way Of Life. ¿Cómo estudió el padre de familia su carrera de ingeniería y en qué trabajaba en un área rural? Eso es algo que nunca se nos explica porque se considera que no resulta importante. Porque no pega en la trama tanto como el comportamiento del jefe de raza blanca, o los compañeros rubios de la hija que sueña con ser porrista y tener otro color de piel. La esposa con sus traumas de madres, la hija menor con miedos que se confunden con pesadillas. Lo típico de una familia que la ha pasado mal y que se siente extraña. Pero en este caso el vecindario es el mismísimo infierno, considerando que su barrio "es el cielo para estos negros".
La "justicia" social es sádica cuando las instituciones públicas no se entrometen. Cuando hay dinero de por medio y empresarios, vendedores y hasta los guardianes del orden ganan su tajada. Para el dinero no hay prejuicio ni color. Los civiles sólo son números, criaturas que pagan cada mes lo que deben pagar por su derecho a permanecer.
Pero las criaturas también se pueden lastimar y matar entre ellas. Lo vemos en las peceras con especímenes de colores exóticos que a primera vista son lindos, pero son capaces de morder para proteger su espacio.
Porque los afroamericanos en Estados Unidos siguen siendo afiramericanos. No hemos presenciado ni el primer ni el último caso en que un abuso policial acabará con la vida de un afroamericano, un latino, un asiático o alguna otra minoría. La mayoría de las veces al pueblo le urge más una ley justa e igualitaria, que un acuerdo marrullero entre senadores y empresarios que patrocinan campañas políticas.