El período de los cero a los seis años de vida es el más significativo en la formación del ser humano y, por lo tanto, requiere condiciones óptimas de salud pública. Es cuando los pulmones y las vías respiratorias en desarrollo presentan una mayor permeabilidad y absorben gran cantidad de partículas suspendidas en el aire.
Niñas y niños no solamente tienen un ritmo respiratorio más acelerado al de una persona adulta, sino que la cantidad de oxígeno que consumen es mayor en relación con su peso.
Organismos como la UNICEF (Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia) y la OMS (Organización Mundial de la Salud) señalan que la exposición prolongada al aire contaminado durante la primera infancia, conlleva altos riesgos de contraer enfermedades como conjuntivitis, asma y otras dificultades respiratorias, síntomas de sibilancia general y de rinitis alérgicas, tales como estornudos, rinorrea y congestión nasal.
La mala calidad del aire conlleva además alteraciones en el desarrollo infantil, el cáncer de pulmón y la muerte. Se estima que una de cada 10 muertes de menores de 5 años de edad está asociada a la calidad del aire.
En vista de esta realidad tan preocupante, resulta fundamental ocuparnos en contar con información objetiva y validada por la comunidad científica, con el propósito de formular y desarrollar medidas efectivas focalizadas en la edad temprana para enfrentar la contaminación del aire.
Tal es el compromiso de la Fundación Horizonte Ciudadano y de la Red Convergencia para la Acción, organizaciones de la sociedad civil que aglutinan a líderes de 18 países de América Latina, cuya premisa es promover la creación de la primera Red Ciudadana de Calidad del Aire para la Infancia y el proyecto “Aires nuevos para la primera infancia”.
Estas iniciativas, en las cuales participan cinco de los trece Centros de Desarrollo Infantil del Frente Popular ‘Tierra y Libertad’, tienen como objetivo generar la información sobre el impacto a la salud en menores de cuatro años por la exposición al aire sucio en sus espacios escolarizados, con el fin de generar acciones para enfrentar la problemática.
Los CENDI #1 “Felipe Ángeles”, CENDI #3 “José Martí”, CENDI #4 “Genaro Vázquez”, CENDI #5 “Diana Laura Riojas de Colosio” y CENDI #12 “Jean Piaget”, cuentan ya con monitores para medir las condiciones del aire y se han integrado a la Red Ciudadana de Calidad del Aire para la Infancia, lo que les permitirá conocer con precisión la concentración de las partículas ‘finas’ suspendidas (PM2.5) en tiempo real.
La Universidad de Monterrey (UDEM) será la responsable de elaborar los reportes sobre la calidad del aire, gracias al equipo de monitoreo instalado en los CENDI por la Fundación Horizonte Ciudadano, mediante un convenio de colaboración que permitirá generar la información exacta sobre el aire que respiran niñas y niños, así como para adaptar acciones eficaces con los gobiernos municipales a favor de la niñez.
Los CENDI impulsan esta iniciativa en Nuevo León y promueven un curso-taller con la FOMCEC (desarrollo de la cultura ecológica) de la UDEM para 84 colaboradores de los trece CENDI, con el fin de capacitarse en estrategias para la promoción de una educación para la sustentabilidad.
Con estas iniciativas los CENDI ponen de manifiesto su liderazgo en temas de educación temprana para el desarrollo sostenible y su compromiso con el bienestar de la población infantil, de sus familias y de sus comunidades educativas.
Los resultados servirán para identificar los contaminantes y reducir sus altos niveles en la zona metropolitana de Monterrey, con el fin de evitar más afectaciones a la salud del grupo más sensible de nuestra población.
Con el proyecto “Aires nuevos para la primera infancia’, los CENDI fortalecen su papel como agente social transformador mediante la educación inicial, que garantice el desarrollo integral, la formación de capital humano y, sobre todo, para que la niñez de zonas urbano marginadas viva una vida sana.