GOMEZ12102020

AL BORDE
¿Moneda al aire?
Jorge Castillo

Monterrey.- En una época ya marcada por el renovado cuestionamiento de las feministas (cis y lgbtttqi) del hegemónico dominio patriarcal y sus códigos socioculturales de legitimación, resulta necesario que quienes por mero azar cromosómico e inculcación de valores y de comportamientos nos definimos como portadores y hasta adalides de una masculinidad imperativa, vayamos revisando nuestra cara de la moneda social binaria en que hemos sido acuñados: nuestros propios roles como hombres.

     Y muchas veces el “ver la paja en el ojo ajeno” es una buena oportunidad de que podamos detectar ‘la viga’ que llevamos metida en nuestro propio ojo. Esa oportunidad nos la brinda el filme independiente Menashe (2017), dirigida por Joshua Z. Weinstein y actualmente disponible en Netflix. De la cual resaltaré solo a algunos de sus variados elementos y matices.

     Esta película trata sobre Menashe, un hombre hasidic de Brooklin, quien al quedar viudo este no debe y tampoco puede cuidar de su propio hijo pues esa es una tarea exclusiva asignada a las mujeres según las normas sociales del grupo ortodoxo al que pertenece. Por lo que su hijo vive en otra casa bajo la tutela y responsabilidad de su cuñado, quien constantemente evalúa la vida y comportamiento de Menashe y le exige que se vuelva a casar para que ponga orden a su vida; cuñado quien nunca ha visto con buenos ojos el modo de ser de Menashe.

     Menashe parece llevar una vida que ante la mirada de otros hasidic, y hasta de su propio jefe del trabajo, es algo desorganizada y hasta irresponsable, pero que vista desde una perspectiva menos rígida y apasionada, sería como la de cualquiera que ve su vida cotidiana trastocada por el fallecimiento de su pareja, con quien asumía roles complementarios estrictamente delimitados. Matrimonio que originalmente fue arreglado e impuesto por su padre.

     Y aunque Menashe exige a su cuñado el respeto que nunca le ha dado, él también se preocupa y se esfuerza por llenar las expectativas que su comunidad tiene puestas sobre él, pero en particular, las de los hombres hasidic. Quienes, en ocasión del aniversario luctuoso de su esposa, con actitud inquisidora evaluaron implacablemente el “desastre” en que derivó dicha conmemoración, y que, por obstinación de Menashe ante la injerencia de su cuñado, este exigió que se efectuara en su casa, en su propio espacio, no en la casa de su cuñado.

     Evento en el que su cuñado también presionaba con insistencia al rabino para que diera su opinión sobre las “malogradas” atenciones que Menashe brindó a sus invitados; opiniones desfavorecedoras que el jerarca trataba de desviar con penoso disimulo, pues las torpes habilidades hogareñas y de cuidados de Menashe eran más que evidentes a los ojos y paladar de todos.

     A pesar de que padre e hijo quieren estar juntos, inclusive cuando sus mutuas expectativas de cómo ser un buen padre e hijo hasidic les resultan problemáticas y hasta decepcionantes, y de que les es muy desfavorable el contexto y sus circunstancias, con toda esa incesante presión social volcada sobre ellos, pareciera que Menashe –cual ágil leopardo, ligera águila y poderoso león– asumirá un renovado interés por ser alguien ejemplar y digno para su hijo, para sus pares, su comunidad y para sí mismo.

     Y aunque esta última apreciación mía sobre la historia de Menashe fuera errada en términos de la continuidad de eventos que son sugeridos en la película, mi mirada sobre su él y su entorno me sugiere un cuestionamiento más amplio sobre su situación y sobre el contexto social y cultural latinoamericano desde el que escribo estas líneas ¿Con qué principios, valores, actitudes y costos debemos y podemos asumir nuestra dignidad o reputación como hombres en nuestras relaciones del día a día?

     Dilemas cotidianos que, considero, no se resuelven con sólo lanzar una moneda al aire; pues al arrojarla con enceguecida y obcecada intensión azarosa y competitiva, también nos puede conducir a resultados funestos, y de los cuales dan constancia las complicadas estadísticas sobre nuestras complejas y casi “imperceptibles” «violencias machistas».

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*Imagen tomada de: https://www.premiumbeat.com/blog/a24-interview-menashe-directors/.