GOMEZ12102020

AL OTRO LADO DEL CUENTO
Bajando kilos
Aureo Salas

Monterrey.- Muerdo mi hamburguesa y sonrío.

     No fue por enfermedad, ni por indicaciones médicas, tan solo me dio la gana y decidí hace tiempo dejar de comer tanto. Sacar lo tóxico de mi sistema. Ser saludable una vez en la vida.

     Descargué una dieta de 1200 calorías, creo que la más cruel de todas. Así que me encomendé a todos los santos y comencé mi régimen. Se acabaron los tacos y la soda, ir al buffet con los amigos. Resistí a las carnes asadas. Algunos dejaron de hablarme, otros me bloquearon y la mayoría se burló. Digo, no puedes tirar bola y querer salir librado, todo tiene su coste.

     Y comenzó la pesadilla, los retorcijones, esas ansias locas de querer levantarse en la madrugada y asaltar el refrigerador. Pero como el hombre terco que soy, me aguanté como los machos y, aunque débil y malhumorado, comencé a bajar de peso.

     Pero una noche, mientras intentaba pescar el sueño después de cenar un taco de queso, unas entidades me visitaron. Eran unos seres fantasmales, de aspecto funesto y macabro. Me levantaron de la cama y el más alto, con voz profunda, me dijo:

      ―¡¿Así que nos quieres matar?!

     No sabía qué ocurría. Estaba aterrado. El ser, encolerizado, me tomaba de los hombros.

     ―¡Suéltalo, Colesterol! ―dijo el más bajo y quien tenía la mirada más amenazadora―. De nada nos sirve si te lo cargas ahorita…

     ¡Dijimos que veníamos en son de paz!

     ―Dale gracias al Triglicérido de que vengo de buenas ―me dijo Colesterol, soltándome luego con brusquedad―. Pero si le sigues… Juro que vengo yo solo por ti…

     Se acercó el tercero, el que estaba entre las sombras observando.

―Buenas noches ―me dijo con una elegancia algo sicótica―, mi nombre es Glucosa y creo ya conoces a mis compañeros. Entonces, como verás, nuestra petición es muy simple: Deja de hacernos daño y nos la llevamos tranquila… Si no, ¡no te la acabas! Hay muchas formas de arreglar esto que sucede… Tan solo te avisamos, tú ya sabes si quieres una segunda visita.

     Y aquí estoy, comiéndome una hamburguesa con una soda bien helada.

     ¿Quién soy yo para cuestionar las funciones del organismo?

*para el tío Steve