GOMEZ12102020

Al Otro Lado del Cuento
Pescando
Aureo Salas

Monterrey.- Primera vez que fui a pescar al río con papá. Unas veces vine con familiares, para nadar con los primos, otras tan solo para pasar la tarde comiendo lonches. Pero nunca solo con papá, quien llevaba semanas preparando esto porque no quería que faltara nada.

          ―¿Mi abuelito te llevó a pescar cuando eras niño? ―le pregunté una vez que preparamos todo y nos asentamos en la orilla a esperar los jalones de la caña.

     Papá sonrió y miró al cielo con un dejo de nostalgia, como pidiéndole perdón a mi abuelo por lo que iba a decir.

          ―Tu abuelo Tito nunca me llevó a ningún lado, yo veía que esto pasaba en las películas y quería hacerlo, ir a pescar, a acampar, salir a pasear a un parque grande, pero él decía que no estaba para mariconadas. Que había crecido muy diferente, que de niño quería ser dibujante, pero su padre lo metió al ejército para que creciera de una vez por todas. Tú lo conociste muy poco, ya cuando no se pudo defender solo y se apaciguó, pero no te voy a mentir, él era muy así. Y siempre me quedé con las ganas…

     Seguimos pescando y aquel día ya no pregunté nada parecido.

     Y es que al final uno se queda con las ganas de algo. Yo en aquellos tiempos quería hacer muchas cosas, quería subir cerros en una bicicleta de montaña, pero papá me dijo que era demasiado peligroso. Quise escalar cerros, pero recibía extensos sermones por mi bienestar. Ya más grande quise boxear, pero los estudios eran más importantes. Luego me casé y todas esas ganas de hacer algo se desvanecieron como bruma en una mañana fresca.

     Los años pasaron y mi hijo, a pesar de estar casi todo el día en el celular, ya me pide consejos. Quiere tocar el piano, pero la verdad no le veo la vena artística por ningún lado, lo único que hará ese instrumento (si se lo compro) es frustrarlo en la vida. Así que compré un par de bicicletas de montaña para pasar juntos el rato bajando la ladera de algún cerro.

     El deporte le hará más bien.