Monterrey.- Desde las más primitivas formas de la colectividad humana hasta nuestros días, el conocimiento de la vida dio origen al responsable de cuidar la salud, de recuperarnos de enfermedades y de enfrentar la muerte: el médico.
A través del tiempo el médico ha sido representado como una divinidad. En la mitología azteca, por ejemplo, Ixtlitón era el Dios de la Medicina e Xochiquétzal era la Diosa que tenía a las embarazadas bajo su protección e implícitamente al niño por nacer.
En estos días aciagos de pandemia y confinamiento quizá hemos sentido la necesidad de recurrir a los herederos de Ixtlitón y Xochiquétzal, a quienes encargamos la responsabilidad de sanar nuestros cuerpos y nuestras mentes.
El 2020 nos sorprendió con la llegada del coronavirus como una enfermedad de salud pública de alta capacidad de transmisión de humano a humano a escala global y la cual mantiene a prueba los sistemas de salud y los modelos de atención de los enfermos.
La pandemia encontró al sistema de salud mexicano regido por la lógica de privatización/mercantilización y la polarización epidemiológica, expresada en el incremento de diferenciales de morbimortalidad entre regiones, en el deterioro de las condiciones de vida de grandes grupos poblacionales, en las desigualdades sociales, en el desmantelamiento de instituciones públicas de salud y seguridad social, en el complejo panorama de enfermedad y muerte, siendo los principales desafíos para garantizar el derecho universal a la salud.
En este contexto es que, desde hace más siete meses, nuestra comunidad médica ha hecho frente al virus sin tregua ni descanso. Hasta ahora se han registrado más de 75 mil contagios y más de cuatro mil muertes.
Nuestros defensores de la salud, combatientes contra la enfermedad, han ido más allá del juramento hipocrático y han sufrido contagios y bajas. Los reportes de la Secretaría de Salud revelan mil 522 contagios y 51 decesos entre personal médico, de enfermería, laboratoristas, radiólogos, guardias de seguridad, promotores de la salud, personal administrativo e intendentes.
Por estas dolorosas pérdidas y por quienes dieron su vida para salvar la nuestra es este reconocimiento en el Muro de Honor del Congreso, al inscribir con letras áureas la leyenda “2020, al personal médico y de enfermería”.
Durante este tiempo el personal de salud ha tenido que mantenerse separado de sus familias para protegerla de contagios y en algunos casos han sido objeto de discriminación e, incluso, de agresión. Pero, hemos sido testigos de cómo los que se han recuperado, en un acto que los honra como profesionales de la salud, han regresado a sus labores para continuar aliviando y salvado vidas. Sabemos que están cansados, reconocemos su valiente y heroico esfuerzo. Estamos convencidas que solo una profunda vocación por la vida ha podido sustentar jornadas tan largas y una lucha así de prolongada, la cual aún no termina y no tenemos certeza de cuándo vaya a terminar.
Esta contingencia ha dejado ver que “tomó con los dedos en la puerta” al sector salud, pues aunque Nuevo León tiene liderazgo en capital humano, escuelas de medicina e infraestructura hospitalaria, ante una escalada de contagios le sería insuficiente dar la atención médica requerida.
Es aquí donde no puedo dejar de señalar de nueva cuenta, que no queda otro camino que dar un impulso exponencial a la formación de médicos en sus diversas especialidades, pero sobre todo en medicina social comunitaria, porque desgraciadamente son los más pobres los que mayor probabilidad tienen de morir. Nuestra Constitución reconoce el derecho universal a la salud y universal significa al alcance de todos, no de unos cuantos.
Estamos frente a lo que parece ser la víspera de un rebrote. Por ello, la Estrategia Nuevo León para el Combate al Covid debe revisarse para retomar las mejores prácticas de los países con mayor control del virus y mínima parálisis de la economía. El personal médico y de enfermería ha estado a la altura y, de manera heroica, ha resistido la lucha, por lo que el Congreso del Estado decidió dispensar honores en su memoria.
Se le atribuye a Hipócrates la frase “donde quiera que el arte de la medicina es amado, también hay un amor a la humanidad”. Gracias a las y a los trabajadores de la salud por el inmenso amor a su profesión. Nuevo León es muy afortunado al poder contar con profesionales de su nivel de vocación. No se rindan porque la vida es bella y el amor nos une.