Monterrey.- No me gustan los ditirambos (hay profesionales en lisonja pública), ni soy políticamente correcto.
Y ella lo sabía.
Alejandra Rangel fue una de las pocas mujeres cultas auténticamente liberales en una sociedad profundamente conservadora. Valía por ella misma y no dudaba en reconocer su formación cultural e ideológica en la vida, la cultura y la enseñanza política de su padre, Raúl Rangel Frías, exgobernador y uno de los intelectuales-políticos que hizo posible –con otros célebres liberales de los años 30, entre ellos Alfonso Reyes– la fundación de la Universidad Autónoma de Nuevo Leon, institución sin la cual Nuevo León sería un Estado “bananero” con rasgos tecnocráticos.
Estudiante y maestra de filosofía, mujer interesada en que Nuevo León dejara de ser conocido sólo por sus grandes industrias, el cabrito y el Cerro se la Silla, en 1995, con el gobernador Sócrates Rizzo, Mentor Tijerina, Rodolfo Garza y otros funcionarios interesados en el arte y la cultura, promovieron la fundación de Conarte. Y no lo hicieron al estilo gerencial o burocrático y vertical: convocaron a las comunidades artísticas (escritores, teatreros, músicos, bailarines, pintores, cineastas, promotores culturales) a participar con sus ideas y ser corresponsables en la definición legal y la estructura de la nueva institución cultural. Así nacieron los gremios de artistas. Esa iniciativa era inusual en la conducta de los políticos del PRI y el PAN, y en los núcleos de los grandes empresarios, a los cuales ella pertenecía por filiación matrimonial.
Cuando, por mi crítica al sistema y mi formación filosófica marxista y anarquista, era difícil acceder a los espacios donde se impartían talleres y cursos, Alejandra Rangel, en 1999, me abrió la puerta de la Casa de la Cultura, para coordinar un curso sobre El Segundo Sexo, libro de la filósofa existencialista Simone de Beauvoir. Antes, en 1987, ella tomó un curso particular que impartí sobre dramaturgia y teorías teatrales (Dulce María González y Lydia Rodríguez, formaban con Alejandra el trío de alumnas) y ahí se enteró que ese mismo año me interesaba asistir al Congreso Mundial sobre teatro, a celebrarse en La Habana, Cuba. Sin recursos económicos yo, ella sutil y amablemente me sugirió que si requería apoyo económico me apoyaría; ese gesto solidario después lo retribuí con alguno de mis cursos.
Alejandra era una mujer sensible, generosa, sin prejuicios conservadores. Siempre mantuvimos un diálogo respetuoso.
Lamento mucho su muerte.
Termino esta evocación. Cuando se lo solicité, Alejandra no dudó en escribir un artículo sobre Conarte, su fundación y su estado crítico a los 15 años, agudizado desde la época del fallido Foro Mundial de las Culturas (2007). Ahí está su artículo publicado en Revista Pantagruélica, en el Dossier titulado “El futuro de Conarte”.
Como todo ser humano, Alejandra no fue perfecta, ¿quién lo es?
Queda su talante humanista y herencia liberal auténtica, en una época en que las ideologías se intercambian como barajitas, y donde lo que queda del liberalismo se inclina peligrosamente hacia el conservadurismo y el aval de la violencia ultraderechista.
Gracias, Alejandra Rangel Hinojosa.