“… Pensar le costaba cierto esfuerzo porque el calor del día la había dejado somnolienta y atontada …”
“… Vio pasar cerca de ella a un conejo blanco …,” entonces oyó que el orejón animalito decía: Voy a llegar tarde, observando a cada instante su reloj…
“… Alicia lo siguió a su madriguera y de pronto se sintió transportada a otra realidad…”. Podemos suponer que fue transportada a otro universo, o tal vez a otro punto del universo.
Lo sorprendente de este relato es que Lewis Carroll lo escribió en 1865, medio siglo antes de que Albert Einstein publicara la Teoría General de la Relatividad, que establece la curvatura del Espacio-Tiempo y la existencia de otra geometría distinta de la Geometría Euclidiana. Einstein también predijo matemáticamente la existencia de agujeros negros y agujeros de gusano, similares a los que se describen maravillosamente en la película “Interestelar”, que ya hemos comentado en este espacio.
“… -¿Qué sensación tan curiosa!-dijo Alicia-. ¡Creo que me estoy plegando como un telescopio! Y así era, en efecto: ahora sólo medía veinticinco centímetros de altura…” Carroll, subliminalmente, al igual que más tarde lo harían los guionistas de “Los Simpson”, expresa la relatividad de la longitud debido al movimiento de los objetos y a la existencia de un intenso campo gravitacional, tal como Einstein estableció en la Teoría Especial y General de la Relatividad.
Invito a los maestros de Física y Matemáticas a leer esta obra con sus alumnos y, primero, inducirlos a deleitarse con la lectura y después a comentar el contenido científico, matemático, filosófico, artístico, literario e histórico de este bello texto que pueden consultar de forma gratuita en línea, ya que se trata de un clásico.