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Amiga Sandra
Lídice Ramos Ruiz 

Monterrey.- Muchas gracias a las hijas y familiares de Sandra Arenal Huerta, por esta invitación donde recordamos a la amiga, en el marco de la Feria del Libro de la Universidad Autónoma de Nuevo León, dentro de este bello escenario como es el edificio del Colegio Civil.

     Gracias a las personas organizadoras de esta Feria UANLeer, que lleva 10 años de acciones y de avances en su tarea de formación de lectores para hacernos soñar, revisar realidades, observar, leer y escribir con método buscando con ello el disfrute de la vida por el camino de la lectura y un diálogo entre humanos y humanas.

     Amiga Sandra, me pregunto ahora, en esta larga distancia de veinte años de tu partida física de entre nosotras, si en nuestras mentes todavía permanecen esos tus rasgos, de cara de luna llena, con sonrisa afable y mirada retadora. que acostumbraba repintarse la boca a cada rato con un rojo carmín. Porque así deseabas permanecer en nuestras mentes y corazones. Además de inquieta y presta para apoyar las causas sociales y sobre todo de las niñas y niños de nuestra región.

     Maestra regañona y exigente que abría puertas y estaba políticamente activa.

     Múltiples ocasiones en torno a la mesa de casa comentamos que traías en tus venas sangre de revolución de alto nivel. Tu linaje femenino cuenta con un nivel cultural e intelectual poco frecuente en el México de los años treinta en que naciste. Una aventura de enormes riesgos debió atravesar y resistir tu madre Elena, cuando se fue a trabajar a la ciudad de México por esas épocas. La generación de tu padre Leopoldo y de ella pensaba en la liberación generalizada de los pueblos, ideas con las que tú creciste. Ahora la fragmentación social es la que priva y las ideas están igual, ha avanzado el individualismo y el cooperativismo está latente pero subsumido.

En tu etapa de maestra y mujer-abuela intensificas el conocimiento sobre los derechos de la niñez, destacados por las Naciones Unidas en los años noventa. Igualmente tienes en mente el trato hacia las mujeres, por experiencia vivida como profesional de la educación. Ahora que releemos tu novela de Vidas ásperas, editada originalmente en 1978 por la Normal Superior del Estado y hoy reeditada, en 2020 por la Universidad de Nuevo León, podemos asegurar que nos abriste brecha en el trabajo de testimonios de vida de mujeres.

     ¡Cuántos textos tendríamos ahora! Nosotras cada vez que vemos un trabajo de vidas de mujeres sencillas en su vida cotidiana o en la política, pensamos: Sandra estaría comentándole, buscando nuevas venas de estudio, aprendiendo más sobre la biografía como instrumento cualitativo de narración de vidas, o bien organizándonos en grupo para enraizar una postura ideológica de izquierda socialista.

     Con qué alegría platicamos sobre tu niñez y la de tu hermana en tierras frías de Moscú durante la Segunda Guerra Mundial; de tu orgullo cuando te casaste en 1952 con el maestro Edelmiro Maldonado en México; y de cada uno de los nacimientos de tus hijas Sandra, Ana y Rocío. Una satisfacción ser mujer de hogar inquieta, observadora y militante de las causas sociales.

     Por razones de trabajo político y profesional del maestro Edelmiro, sabemos que se vienen a vivir a Monterrey, donde nace tu hijo varón. Al mismo tiempo que tu hija Sandra se inscribe en la secundaria, tú lo haces en la Normal de Educadoras. Un tanto a regañadientes, quieres la Normal Miguel F. Martínez, pero ya casi de 30 años de edad, no eres aceptada.

     Las sorpresas de la vida siguen, los convulsos años de la década de los sesenta para México, con un movimiento obrero creciendo, con un año 68 de rebeldías y despertares estudiantiles, son marco para que desde la Federación Democrática Internacional de Mujeres se dé énfasis a la conmemoración del 8 de marzo “Día Internacional de las Mujeres Trabajadoras”; y tú con María Belmonte y otras compañeras me invitaron a dicha celebración, misma que a través del tiempo es una tarea a realizar desde cualquiera de nuestras trincheras laborales.

     Tengo pocos datos de tus esfuerzos durante los años ochenta del siglo XX, nos dejamos de ver por un rato, tus afanes en la Secretaria de Educación Pública del estado de Nuevo León, por más y buenos jardines de infantes se multiplicaron. Ellos eran más de la federación que del estado. A pesar de los esfuerzos de la maestra Laura Arce y mujeres profesionistas como tú, las edades tempranas no estaban contempladas en la Ley de Educación del estado. Te tocó seguir los pasos de los “Cendis” en Tierra y Libertad; y por el camino de la política aceptaron tú y Alicia Aguilera participar por el Partido del Trabajo, en la búsqueda de un espacio en las regidurías o diputaciones locales para las mujeres y la mejor atención de las y los niños. ¡En esas aventuras políticas cómo se abrieron las miradas feministas!

     Con cuántas cervezas hubieras festejado el año 2001, cuando desde la federación se aprobó la obligatoriedad de la educación inicial y a partir del 2002, desde algunos de los estados. Muchos cambios se han dado en este nivel educativo durante estos años del siglo XXI que nosotras, las amigas, te reconocemos a ti como una de las pioneras dentro de Nuevo León.

     Tus pasos por la Oficina de Investigación y Difusión del Movimiento Obrero (OIDIMO, AC), esa oficina de recolección de datos de la memoria histórica del movimiento obrero del estado, te llevan a la investigación, al alegato por la inclusión de las obreras y empleadas, sin dejar de lado a la niñez. Revisamos juntas muchas noches tus escritos, luego libros de 1992,
         No hay tiempo para jugar; en 1997, La infancia negada y los trabajos sobre Fundidora y las Mujeres de Tierra y Libertad.

     Los talleres con Las Reinas, desde el CUEG (Centro Universitario de Estudios de Género) fortalecieron tu sendero por la técnica de las entrevistas a profundidad. Ahora es un recurso que estamos utilizando para continuar por tus enseñanzas.

     En la ruta por la protección legal de las niñas, niños y mujeres se ha avanzado, ten la seguridad de que tu ejemplo es una responsabilidad para estas amigas que hoy te recordamos. No dudes que las sociedades se están volviendo más sensibles en relación con tus temas de preocupación. Ahora sí, nos faltan tus regaños, tus observaciones y alegatos sobre la violencia, los acosos y las distintas formas de abuso de género. Sin duda estarías en desacuerdo con el tratamiento mediático de la denuncia, de las redes sociales y el uso de la intimidad femenina, pero no del hartazgo de estas movilizaciones feministas, ¡sí, feministas, no sólo femeninas!, del 2020.

     Sandra, amiga. Amiga Sandra. La escena del momento reconoce que las mujeres organizadas somos un sujeto político, un sujeto histórico como era en otros tiempos la clase obrera. Ahora le estamos diciendo a los hombres que desmonten los mandatos del patriarcado respecto al machismo; no deseamos agresores, buscamos compañeros de vida, de esfuerzos y sacrificios por una sociedad más igualitaria. No más Mercedes o Anselmos, como los de tu “Vidas ásperas”, quienes dieron su vida por un pedazo de tierra en donde forjar un hogar.

     La ética política a la que apelamos busca que nuestra ciudadanía ya no esté en permanente estado de excepción; las mujeres del futuro tienen que ser ciudadanas plenas en derechos y responsabilidades, y por supuesto, no parecerse en sus prácticas a los hombres que estamos dejando atrás, a los hombres que fueron educados y se educaron a sí mismos en esquemas autoritarios y de enorme poder, donde el otro o la otra era de segunda categoría.

* Texto leído en la Conmemoración a Sandra Arenal, UANLeer, Colegio Civil, 11 de marzo de 2020.