PEREZ17102022

AMLO de botepronto
Samuel Schmidt

Austin.- Si uno solamente viera Twitter, Facebook, otras plataformas y la mayoría de los periódicos, pensaría que el país está a punto de derrumbarse o está derrumbado. Que el presidente es un incompetente enfermo de poder y estamos a un paso de la dictadura y la catástrofe nacional.

Luego uno ve en un reporte mundial sobre la aprobación de líderes mundiales y López Obrador ocupa el segundo lugar (https://www.visualcapitalist.com/approval-ratings-of-world-leaders-in-2024/); las encuestas nacionales muestran que su tasa de aprobación aumenta, cosa que no le había pasado a un presidente desde hace muchos años; es más, nos habíamos acostumbrado que el presidente huyera del país terminando su gestión.

Una explicación es que cada quien habla de cómo le fue en la fiesta, y por lo visto, son muchos a los que les fue bien en la fiesta de las acciones del gobierno.

Hay una tendencia por etiquetar que es poco útil porque se fuerzan las categorías haciendo impreciso el análisis. Me abstendré de poner a AMLO en cualquiera de ellas. Usted saque sus conclusiones y acomódelo donde le plazca.

Empezando por lo primero o lo evidente, mi evaluación del gobierno de la 4T es básicamente positiva.

Hay áreas en las que tuvieron un desempeño destacado. Infraestructura es una de ellas. AMLO dejará más de 8 mil kilómetros de carreteras y caminos de mano de obra. Deja terminados dos aeropuertos, deja prácticamente terminado el tren Maya y terminado el tren interoceánico (transístmico), el que abre una opción importante para el comercio mundial y que según los optimistas competirá contra el canal de Panamá, el que empieza a recuperarse porque llegaron las lluvias; casi se terminará el tren Toluca-CDMX.

La obra hidráulica ayudará a saciar la sed de algunas mega ciudades, como Monterrey y Guadalajara; resolverá conflictos locales, como en La Laguna; hará justicias históricas, como con los Yaquis, o el Acueducto Picachos-Concordia, desde Sinaloa; incidirá en la producción hidroeléctrica; y en la producción de alimentos donde dejará 100 mil hectáreas de riego.

El sexenio registró estabilidad financiera y monetaria; el peso alcanzó niveles bajos históricos, en contra del pronóstico de los agoreros del desastre que lo veían derrumbarse.

La política fiscal fue sorpresiva porque obligó a los oligarcas y grandes evasores a que pagaran impuestos; gracias a eso la economía no se derrumbó durante la pandemia, porque además en lugar de salvar a los empresarios que lo exigían, salvó a la sociedad. Este fue un golpe certero en contra de la corrupción.

La guerra contra la corrupción no está ganada, se dio un primer paso, pero se requieren cambios culturales profundos que lleven a la sociedad a adquirir cultura legal y que la gente viva apegada a la ley.

En lo ambiental, México ocupa el cuarto lugar entre las naciones con mayor reforestación, con 1.18 millones de hectáreas; esto se logró con el programa Sembrando Vida, que se exportó a Centro América, bajo la tesis de que crear fuentes de ingreso con árboles frutales o maderables ayudaría a reducir la migración.

La política energética buscó la auto suficiencia energética, que avanzó con el mejoramiento de refinación, la compra de Deer Park en Estados Unidos y la construcción de la planta en Dos Bocas; esto busca el efecto de equilibrar la balanza comercial energética y dejar de depender del mercado internacional, aunque hasta ahora no ha logrado bajar los precios de la gasolina. Proyectos como el de Sonora impulsan la energía solar, y hay inversionistas en Chihuahua interesados en seguir ese camino; en esa dirección se realizó el proyecto de poner paneles solares en la Central de Abastos en la CDMX.

El salario mínimo aumentó 110% en el sexenio y quedó protegido en la ley, para que aumente por arriba de la inflación; esto, además de ser una defensa del mercado, es una decisión humanista, que debe erradicar la llamada pobreza laboral, que consiste en empleados que no les alcanza para comprar la canasta básica.

Un elemento al que se le presta poca atención es un clima de nueva libertad. Los medios de comunicación sostienen una postura anti gobiernista,  las plumas que típicamente se alquilan despotrican contra el presidente, algunos lo insultan abiertamente. Gente que no participaba ahora asiste a marchas que no son reprimidas; inclusive los grupos mercenarios que destruyen instalaciones y atacan policías se libran de dar cuentas ante la ley. El país está recorrido por la protesta, calles y carreteras son cerradas, en parte porque muchas responden a conflictos añejos, otras a conflictos locales y otras más, porque seguimos sin mecanismos de mediación para la atención de las protestas. El gobierno parece deliberadamente haber tolerado esos excesos para normalizar la participación legal y democrática. 

Hay una campaña, que sospecho está pagada por la oligarquía, que dura desde 2006, no solamente han pagado plantones en el zócalo, sino que “estimulan” a los medios masivos a sostener una política de ataque. Algún oligarca molesto por haber tenido que pagar los impuestos que evadía, declaró que gastaría otro tanto para tirar al presidente.

No obstante el clima golpista promovido por algunos, el país ha tenido estabilidad política, las elecciones se realizan y hasta ahora se respetan los resultados electorales; aquellos inconformes cuentan con mecanismos legales para conducir sus disputas.

Esto nos lleva al poder judicial, que se ha caracterizado por sus elevados niveles de corrupción y por sostener una lucha (lawfare) en contra del gobierno. Un ministro de la suprema corte escondió durante años el expediente de un oligarca para que no pagara impuestos. Hay un alejamiento entre poderes y un esfuerzo, por ejemplo desde el Senado, para limitar los excesos de la Suprema Corte, que entre paréntesis viola la ley que limita los salarios de los funcionarios públicos. El poder judicial se ha ubicado en el espacio de la defensa del privilegio que requiere ser eliminado para crear condiciones democráticas.

Un tema contencioso es el avance de la militarización, no solamente el que los militares ocupen las calles, sino que están manejando los sistemas policiales, siendo que no están libres de las pulsiones corruptas. Pero además el presidente les ha dado cada vez más responsabilidades; controlan puertos, aeropuertos, aduanas, construyen, lo que dificultará que se regresen a los cuarteles.

En la salud y la educación hay déficit importantes, al parecer no obstante los esfuerzos realizados, no se ha encontrado el modelo para derrotar a los intermediarios farmacéuticos, que son políticos y una atención monumental para casi 100 millones de personas, considerando que las clases medias y altas no requieren del Estado. La educación no parece encontrar el camino de un nuevo modelo.

Una parte de la política de inversión en programas sociales como Jóvenes construyendo futuro, tuvo gran éxito, porque capacitó a dos millones 855 mil 387 con un porcentaje elevado de ellos consiguiendo empleo; o Sembrando Vida, que creó oportunidades económicas locales, pero fallaron como parte de la estrategia para arrebatarle al crimen a sus “soldados”. Tal vez porque el enfoque era simplista. La criminalización social que hay en el país responde a situaciones muy complejas, que no se resuelven creando oportunidades económicas (cierto que sin ellas la situación seguramente sería peor).

El gobierno aduce que se ha reducido cierto tipo de crimen, mientras que socialmente se esperaría que se hubiera eliminado.

En este proceso electoral las balas votaron con un saldo grave y las respuestas violentas del crimen con bloqueos, chantaje, cobro de piso, asola muchas zonas del país. El crimen autorizado o la connivencia y maridaje entre el crimen y el poder, sigue imperando. Hay reportes sobre militares y policías actuando en conjunto con los criminales, los jueces que liberan criminales por “errores judiciales” y un aparato corrupto para el que no existe falla moral en “trabajar” con criminales”.

En el tema migratorio el gobierno navegó en las aguas turbulentas de la relación con Estados Unidos y la presión migratoria mundial que ha encontrado en México una ruta, no eliminó la corrupción de los agentes de migración ni la rapiña criminal contra migrantes.

La elección demostró la falsedad del reclamo derechista de que AMLO buscaba convertirse en dictador y siguen creyendo que un tuit vale un voto y sus intelectuales buscan apapachos y sangre.

El INE funcionó en contra de Córdova, que se ha dedicado a sabotearlo, para erigirse en Mister Democracy, o como reacción porque ya están revisando sus cuentas.

Muchas elecciones son refrendos del gobierno saliente. En este caso el abrumador triunfo de Claudia y de Morena, es la muestra de que cuentan con un bono político para atreverse a que el segundo piso de la 4T sea un cambio de régimen.