En memoria mi hermano, el doctor J. Gilberto Gómez Maza
Ciudad de México.- Fray Raúl Vera López, de la Orden de Predicadores de Santo Domingo de Guzmán, cuna de los más grandes filósofos y teólogos en la historia de la humanidad. Entre ellos, quizá el más conocido universalmente: Tomás de Aquino, el grandioso “buey mudo”, que intentó conciliar la fe con la razón.
(Los compañeros de Tomás, en la Universidad de París, al verlo tan silencioso, lo tomaron por tonto y le apodaron: “bovem mutum”, El buey mudo. Un día, uno de sus compañeros leyó los apuntes de este joven estudiante y se los presentó a al maestro, Alberto Magno. Al leerlos, éste les dijo a los estudiantes: “Ustedes lo llaman el buey mudo. Pero este buey llenará un día con sus mugidos el mundo entero”.)
El ahora obispo emérito Vera López nació para ser símbolo, un testimonio de la iglesia rehecha por el Concilio Vaticano II y las Conferencias Latinoamericanas, en las que la mayoría de los sacerdotes y obispos empezaron a ser llamados con el mote de “ojos”, entre ellos Sergio Méndez Arceo, de Cuernavaca; Arturo Lona, de Tehuantepec, o Samuel Ruiz García, de San Cristóbal de Las Casas.
Incluso, el gobierno priista y los sectores de la derecha acusaron al llamado jTatic Samuel de ser el verdadero cabecilla del levantamiento indígena de 1994, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional.
Vera López acaba de pasar a retiro, cumplidos sus 75 años de vida. Ahora es “obispo emérito”.
Don Raúl, como le dicen sus diocesanos de cariño, primero se graduó, en el 68, de ingeniero químico en la UNAM. Pero no aún no estaba satisfecho con su destino. Conoció a los de la Orden de Predicadores y se hizo dominico. Fue consejero de estudiantes universitarios de la UNAM, en el CUC (Centro Universitario Cultural) que los dominicos mantienen al lado de Ciudad Universitaria.
Posteriormente, siendo obispo de Altamirano, en el estado de Guerrero, fue enviado por orden papal como auxiliar de Ruiz García, en los momentos más esperanzadores del levantamiento zapatista. En 1995. Los enemigos del obispo Samuel creyeron que Raúl era el obispo a su medida y que iba a desplazar al obispo rojo. Inclusive dijeron que había sido enviado a San Cristóbal para vigilar las acciones de Ruiz García. Nunca esperaron que Don Raúl saliera igual de revolucionario.
De San Cristóbal, Vera López pasó a ser obispo de la diócesis de Saltillo. Y ahí, como donde había pasado (UNAM, CUC, Altamirano, Chiapas), dedicó su vida al servicio de los pobres y de los pobres de los pobres, así como de los excluidos.
Se había alimentado de la Teología de la Liberación, que busca la justicia en las relaciones de producción entre los seres humanos, y que en su momento fue condenada por todas las fuerzas reaccionarias, porque colocaba a los pobres como sujetos y no como objetos.
Ahora, como “obispo emérito” de Saltillo, Don Raúl continuará su labor pastoral para el mundo creyente y para el no creyente. Para quien quiera escucharlo.
Ah, pero aún tiene un encargo muy importante. Desde el año de 1911 es el presidente del Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de Las Casas, fundado por su maestro, Don Samuel Ruiz García, de feliz memoria. Ese encargo no se lo dio la jerarquía de Roma, sino el propio centro que no forma parte de la estructura clerical, sino es un medio de la comunidad, normado por las leyes civiles.