Ciudad de México.- Partió hoy, en la última corrida, el colega sinaloense, hijo de Mazatlán de mar, arena y cielo interminable, Abraham García Ibarra, fiel servidor del periodismo verdadero.
Se fue en silencio, duramente tratado por el ángel de la muerte, después de haber culminado su tarea de reportear la realidad lacerante de esta sociedad de las injusticias y hablo de injusticias, porque la injusticia es la madre-padre de todos los actos criminales, de cualquier agresión a la dignidad humana.
Hace muchos años, por ahí de la mitad de la década de los 60, unos años previos al movimiento estudiantil-popular del 68, me hallé frente a este periodista, que admiré todo el tiempo, hasta que me enteré, por un mensaje en las redes sociales de Carlitos Samayoa de que había dejado la libreta y el lápiz a buen resguardo, para descansar ya definitivamente, para no oír más la gritería de los inconformes, y la burla de las clases dominantes, que nunca entendieron, ni entenderán, que en la vida, y menos en la muerte, sirve para maldita sea la cosa la acumulación de riquezas…
Siempre serio, siempre formal, siempre atento a todas las voces; siempre analítico, siempre crítico, el colega, coincidí con Abraham en múltiples ocasiones en que había que obtener la información, o la entrevista con un personaje a punto.
Recuerdo con nos reuníamos con frecuencia en las oficinas del Centro Nacional de Comunicación Social (Cencos), a conversar, a analizar los acontecimientos, con el inolvidable ingeniero civil, José Álvarez Icaza, allá por el 65, cuando empecé a admirar el espíritu libre, analítico, justamente crítico del injusto sistema político-económico de Abraham, maestro del pensamiento libre, que nunca se quejó de que el poder político nos coartara la libertad de expresión y de prensa, pues era de los que estábamos convencidos de que tales libertades eran y son connaturales a la libertad interior del ser humano pensante y tercamente libre.
Para Abraham la libertad de expresión y de prensa no era una concesión del poder. Era y es una potencia del alma libre de los seres humanos.
En las páginas del diario latinoamericanista, El Día, Abraham desnudo a la reacción y a los enemigos de la libertad y defensores del pensamiento único. Fiel seguidor de la disciplina periodística, descolló en todas sus tareas.
De muy buena cepa periodística, Abraham y el periodismo fueron dúo y uno. Entregó su espíritu analítico y crítico en las páginas de muchos medios de prensa, en los que siempre destacó como periodista de una pieza. Lo conocí en El Día, por el que pasaron colegas amigos y amigos colegas. Lo seguí por todos los caminos y la muerte lo sorprendió en la revista del gran maestro Mouris Salloum George, Voces del Periodista, que se edita bajo el signo del Club de Periodistas de México.
Vino, vio, venció el admirado sinaloense.
A DESFONDO: Mi querido e inolvidable Rafael Rodríguez Castañeda, de la diáspora de aquella amada Casa Excélsior y ex director de la revista Proceso, sacó la casta de la prudencia que lo caracteriza y concedió una puntual entrevista al periódico El Universal para asegurar que no observa nuevas amenazas o acoso en contra de la libertad de expresión, por lo menos no mayores a las que vio a lo largo de sus 55 años de vida periodística. Y calificó al presidente Andrés Manuel López Obrador como “un hombre de pelea, que difícilmente se baja del ring”, y que defenderá su proyecto a costa de su propia imagen. Vale la pena leer el texto de la entrevista.