Ciudad de México.- A pesar de los síntomas positivos de la cuenta corriente en balanza de pagos, el comportamiento muy positivo del ingreso de divisas por remesas, que crecieron en enero poco más del 11 por ciento, la relativa estabilidad del tipo de cambio, entre otros signos prometedores, los asesores económicos de una treintena de grandes empresas nacionales y extranjeras estiman que no están dadas las condiciones para que la economía pudiera ser receptora de nuevas inversiones.
Estos asesores de grandes conglomerados y corporativos empresariales, o sea los cerebros de los grandes de este mundo, son encuestados cada mes por el Banco de México, para conocer las expectativas de las clases dominantes, con el objetivo de que sirvan para que los detentadores de los grandes medios de producción analicen la realidad y tomen decisiones, con base en sus propios análisis económicos y lo que esperan de cara a cómo seguirá marchando la economía, en tiempos muy difíciles, atizados por el dolor y la muerte de miles de personas sin defensas inmunológicas, por la implacable enfermedad covid-19, que no da tregua a nadie sea del color que sea, o de la clase socioeconómica que sea.
Vea usted, cómo sienten, cómo piensan, qué esperan, cómo lo esperan los economistas empresariales, sólo del selecto grupo de quienes manejan los hilos de la economía que se crea en las cúpulas. Las opiniones, las expectativas de estos gurúes de la empresa particular obviamente no concuerdan con los analistas del sector laboral, ni menos con los independientes y mucho menos con los del gobierno, ya no se diga de los análisis de las clases pobres. No son pues la verdad pura, la neta, porque sólo indican lo que siente y piensa y cree un reducido sector de quienes, desde el poder del dinero, manejan esa parte, muy importante por supuesto, de la producción de bienes y servicios.
Si el Banco de México, o cualquiera, le preguntara a un obrero, a un trabajador de la industria manufacturera, a un empleado del sector servicios, a un trabajador de la salud, ahora que no tienen descanso, manifestaría expectativas muy diferentes y quizá contradictorias con las de los empresarios, mensualmente consultados por el instituto bancario central. Y es que, en este mundo traidor, nada es verdad ni es mentira. Todo es según el color del cristal con que se mira, como dicen que dijo el poeta Ramón de Campoamor.
Pero volviendo a las percepciones empresariales frente al hipotético comportamiento de la economía, el instituto bancario central aprecia tres bloques de expectativas.
1.- Los porcentajes de analistas (empresariales) que consideran que el clima de negocios (en México) mejorará o que empeorará en los próximos seis meses, aumentaron (en febrero) en relación con enero, al tiempo que la fracción de espectadores que opina que permanecerá igual disminuyó, si bien continúa siendo la preponderante.
2.- La distribución de respuestas (de los encuestados) en relación con la situación actual de la economía es igual a la de enero, de modo que la fracción de analistas que piensan que la economía no está mejor que hace un año es la preponderante.
3.- Por último, la fracción de respuestas (de la encuesta bancaria) que opinan que es un buen momento para realizar inversiones disminuyó en relación con enero. Por el contrario, el porcentaje de economistas empresariales que considera que es un mal momento para invertir aumentó con respecto a la encuesta anterior y continúa siendo el preponderante.
Excuso aclararles, amigos y amigas que leen esta nota, que no porque lo digan los economistas de las 30 importantes empresas encuestadas, lo que respondieron es verdadero. Es simplemente la opinión de quienes asesoran a aquellos personajes o sociedades que detentan el capital. Si el banco central levantara una encuesta entre los obreros y los empleados de estas empresas, menudo chasco se llevaría. Las respuestas y, por supuesto, las expectativas serían totalmente contrarias.
Y a propósito, le propongo al señor Alejandro Díaz de León, gobernador del Banxico que, aprovechando la metodología de la encuesta de expectativas empresariales, ordene levantar una entre los representantes de la fuerza de trabajo. Se toparía con dos Méxicos divididos por una profundísima brecha.