Ciudad de México.- México y el mundo estamos en un brete. Brete es una palabra que significa “estar (o poner) en un gran aprieto, en una situación comprometida de la que resulta muy difícil salir airoso.”
Y estar en un brete desespera hasta al más pintado, porque crea una ineluctable incertidumbre. Terrorífica incertidumbre. Más violentadora que la acción de las bandas criminales, que diariamente acaban con cientos de vidas.
El coronavirus es un sicario de sicarios que destruye sin piedad, en la más completa soledad, sin aspavientos, sin mantas amenazantes colgadas de los puentes peatonales.
Nadie sabe si recuperará lo que ha perdido, sobre todo los trabajadores que perdieron su empleo, o fueron despedidos por patronos despiadados, avaros sin escrúpulos.
Nadie sabe qué tendrá que hacer para pagar la renta, para pagar los servicios de luz, agua, teléfono. Para comer, para vestirse, para pagar los útiles escolares de los chicos. Para pagar los medicamentos cotidianos. Una total pobreza en la que los patronos egoístas los dejaron so pretexto de la pandemia.
Así está el mundo. Así está México por lo que toca a los mexicanos. En un brete. En un callejón sin salida si los grandes del billete grande no deciden actuar inclusive por su propia seguridad y poner de su parte y el gobierno no pone en marcha planes de salvamento y ayudar sin mirar a quien. Por un lado, la situación sanitaria. Los científicos calculan que ya falta poco para que el coronavirus termine su labor disruptiva. Pero no hay nada seguro.
Por el otro, la decisión de abrir las actividades económicas sin si quiera estar seguros de que se ha aplanado totalmente la curva, como dice el doctor López-Gatell. Y nadie está autorizado por la razón y la congruencia a hacer tonterías.
En resumen, en voz de los expertos y en especial del Fondo Monetario Internacional, hasta el momento la economía mundial se enfrenta a una contracción generalizada de las economías, acusada por una desaceleración económica que acechaba al conjunto de economías, incluso antes de la crisis del Coronavirus. Y de esto, sin conclusiones de ese organismo supranacional, dimos cuenta, hace mucho, en este espacio.
En este sentido, la economía mundial se muestra optimista, inocentemente optimista, dentro del pesimismo que deja un Coronavirus que ha paralizado cualquier actividad económica que se estuviese desarrollando en el planeta. No obstante, seguimos siendo testigos de una pandemia que aún sigue persistiendo y extendiéndose por el planeta, aunque ya con menor intensidad en economías que, como la europea, muestran una curva de contagio más limitada que al inicio.
Aunque, como dicen los expertos de Economipedia, pese a todo lo mencionado hasta ahora, podríamos estar ante la mayor contracción de la economía mundial desde la Gran Depresión de 1929.
Sin embargo, la extrema incertidumbre a la que se encuentran sometidos los pronósticos siguen mostrando un escenario muy incierto. Controlar y monitorear los distintos comportamientos que van experimentando las variables es clave, y así lo ha indicado el FMI, para ir ajustando los pronósticos con la realidad que presenta la situación.
Por esta razón, contemplar todos los escenarios posibles y no descartar los pronósticos es la mejor decisión que pueden adoptar los Gobiernos, y en nuestro caso el gobierno lopezobradorista y concretamente las autoridades sanitarias y las encargadas de la puesta en práctica de las políticas económicas, pues ante semejante incertidumbre, descartar escenarios, por catastróficos que sean, podrían generar autocomplacencias injustificadas que podrían llevarnos a recaídas mucho más profundas.
Y el presidente López Obrador, guardando su “sana distancia”, su declarada separación poder político-poder económico, como él dice, tiene la obligación de hacer un frente con los empresarios, neoliberales o no, para sacar del brete a la economía nacional y a los mexicanos. De otra suerte iremos al caos.
Y lo peor de todo es que ya muchos mexicanos le tomaron la palabra al doctor López-Gatell y andan ya bailando la manzanilla por todas partes, a pesar de que, como dijo el México, estamos en el pico de la pandemia. Pero bueno, lo bueno es que hay aún muchas camas disponibles en los hospitales.