Ciudad de México.- Nada será miel sobre hojuelas para Joe Biden, en su responsabilidad de gobernar al mundo occidental tan vapuleado por el Covid-19 y el desempleo, mientras que con Beijing y Moscú tendrá que apagar los fuegos incendiarios que provocó Donald Trump. Tampoco será fácil el matrimonio EU-México, como jamás lo ha sido.
En el caso de las relaciones del gigante del norte con su vecino del sur, este escribidor espera algunos cambios, como claridad y certidumbre en los planteamientos, y no porque esa sea la política tradicional de los gobiernos demócratas (Barack Obama no fue tan generoso con las migraciones mexicanas), sino por la conciencia social que tiene el nuevo presidente. Un asunto de convicción muy personal por su referente religioso de índole católica, entusiasta admirador del Papa Francisco.
Por ejemplo, es muy posible que la política migratoria de Washington no sólo con los mexicanos, sino con Latinoamérica en general y Centroamérica, en particular, dé un giro de 180 grados, y afloje las cadenas acandadadas por Trump. El problema no aguanta más. Hay mucha gente en México que lleva tiempo en la espera de que Estados Unidos le resuelva su petición de asilo.
La economía de los Estados Unidos necesita de la mano de obra de los migrantes. Hay labores que los ciudadanos anglófonos detestan desempeñar, y las mayorías inmigrantes no son expertas en trabajos especializados, como ocurre en el vecino Canadá.
Para México no será una desventaja que López Obrador haya actuado conservadoramente en su relación con Donald Trump. Fue una política conscientemente asumida por el tabasqueño, quien no da brinco sin huarache, como dice el lenguaje popular.
Hay que tomar en cuenta que, siendo presidente de México, López Obrador trataba, se comunicaba, negociaba con el presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, quien circunstancialmente era un republicano adolescente, un ser de personalidad pendular, tanto que la mayoría de los electores estadounidenses lo cambiaron por el feligrés de St. Joseph en the Brandywine en Greenville, Delaware.
No está en el ánimo de Biden “cobrarse” el hecho de que aparentemente López Obrador haya apoyado a Trump en el proceso electoral. El mexicano no votó por Trump. Trató con el presidente de los Estados Unidos, Donald J. Trump, quien dejará de serlo cuando se inaugure la administración de Biden. (La investidura de éste se realizará el miércoles 20 de enero de 2021 al mediodía.). En el nuevo presidente y sus asesores hay claridad del papel que el presidente mexicano jugó, al relacionarse con Trump.
Así que nadie crea que, con el ascenso de Joe Biden, vendrá el descenso del mexicano, quien goza de una gran popularidad entre el electorado.
Así que no se llame a engaños. La relación López Obrador- Biden no depende de la relación que haya tenido el mexicano con Donald Trump. Es la relación institucional entre presidentes de México y Estados Unidos.
Pero si la relación EU-México no significa un peligro de colapso para el segundo. Lo grave, gravísimo, independientemente de la recesión económica es el hecho de que Biden tendrá que enfrentarse a un enemigo que hace de las suyas en la propia casa del nuevo mandatario: El coronavirus. Cada día que pasa, Estados Unidos establece nuevo récord por día de casos de Covid-19.
Muy preocupante para el nuevo liderazgo estadounidense deberá de ser que el país aumente exponencialmente los casos positivos de coronavirus: 126,000 contagios y más de 1,000 muertes por COVID-19 tan sólo el sábado 7 de noviembre, según datos de la Universidad neoyorkina Johns Hopkins. El cuarto día consecutivo en que los casos nuevos superaron los 100,000. Y que esto no pueda ser controlado porque la vacuna está aún en la cola de un venado y porque la inmensa mayoría de estadounidenses no observa los protocolos para evitar el contagio.
El control de la pandemia no está resultando nada fácil para las autoridades de salud: El promedio móvil de siete días aumentó en las últimas dos semanas de poco más de 64,000, el 24 de octubre, a casi 104,000 el 7 de noviembre, según los datos de la susodicha universidad. La cantidad de fallecimientos también aumenta. El promedio móvil de siete días de decesos al día, se incrementó, en las últimas dos semanas, de 801, el 24 de octubre, a 930, el 7 de noviembre.
Estados Unidos tiene registrados casi 10 millones de casos de Covid-19 y poco más de 237,000 fallecimientos, desde el comienzo de la pandemia.