GOMEZ12102020

ANTOLOGÍA DE AUREO SALAS
Bola de Cristal
Ady Bina

Monterrey.- La cortina se hincha por un momento y ella la mira haciendo un gesto. Es una médium, una espiritista que trabaja con las cartas en el mercado Juárez y nunca ha podido adivinar si el movimiento de la cortina es por el aire u otro cliente entrando. Es divertido saberlo, hasta entretenido si te pones a pensar con vaguedad todo ese rollo de la magia y la adivinación. La cortina se mueve de nuevo y entra un tipo alto, en uniforme de trabajo, tiene el semblante cansado y le mira con un ligero aspaviento de aburrimiento. La médium lo invita a sentarse, pero el sujeto se niega sacudiendo la cabeza y tomando un poco de aire.

     ―Parece que algo no anda bien por aquí, puede que esa entidad maligna que traigas a cuestas esté consumiendo tu energía ―dice la médium, herida en el orgullo y acostumbrada al respeto de la mayoría, así que decidió asustarlo, pasando luego sus manos por una percudida bola de cristal―, usted trae un mal muy grande.

     El sujeto abre los ojos consternado y parece que quiere decir algo, pero se queda callado mirando un pájaro disecado pegado en una pared.

     ―Si ―continuó la médium―, usted trae la oscuridad a sus espaldas. Trae la ceguera, la sombra… Necesita escuchar. Saldrá caro deshacerse de ese mal…

     ―Ni tanto ―dijo el sujeto al fin, sacando un papel arrugado de entre su chaleco con líneas fosforescentes―, son como 900 pesos, creo que no ha estado al corriente con las cuotas y por ahí quedó a deber un piquito. Pero traigo la orden de quitarle la luz a su local hasta que se ponga al corriente… Ya ve cómo es esto. Aquí le dejo su aviso en lo que voy a las pastillas…

Y el sujeto salió desconectando luego el local.

     La médium apenas y completó los 900 pesos, pues los días estaban tranquilos. Cerró su local y se fue a hacer el depósito. Sí que era divertido ser médium… hasta entretenido.