Les cegaron los sueños de un mundo mejor
El asesinato de los migrantes tiene que ser castigado
Otra vez soldados, ahora sin rumbo con sus fusiles
Ciudad de México.- Un “gran regalo”. Un regalo diabólico para la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo: La muerte por asesinato de los seis migrantes extranjeros, perpetrada por el gatillo pulsado de los fusiles de asalto de soldados del Ejército Mexicano, en Chiapas, el pasado primero de octubre, el mero día en que la presidenta, juró ser una gran presidenta; por ello rindió la protesta de ley como jefa del Poder Ejecutivo; la adorable maestra, Ifigenia Martínez Hernández, le entregó la banda presidencial. Lo ocurrido en Chiapas…Un regalo de bodas diabólico. Canallesco, que no puede quedar impune; que, además, manchó el vestido blanco con el que se vistió la presidenta. No hay mucho qué investigar, querida Presidenta. Los migrantes venían vivos y ahora ya no están. Están muertos. Seis cadáveres serán o ya lo fueron encajonados para ser enviados a sus países de origen, encajonados como bazofia, piltrafas de un intento por alcanzar un sueño. Júrelo que no eran enemigos de nadie y menos de la Patria y menos de la Matria. Fueron masacrados, Presidenta, así como fueron masacrados los compañeros en la matanza de Tlatelolco. Sin miramientos, sin investigar, sin decir “agua va”, sin ton ni son. Tan sólo por la sospecha… Otra vez el ejército, Ahora sin rumbo, sin comandante. Los soldados tiraron a matar y los mataron. No hay derecho de matar, ni, aunque fuesen los criminales más perversos, Y el día en que Claudia tomó posesión como presidenta…
Los seis migrantes y sus ilusiones, y sus desilusiones, y sus esperanzas de que un mundo mejor podía ser posible, fueron vilmente asesinados, y los asesinos fueron defensores de la patria. y el alto mando del Ejército, la Secretaría de la Defensa Nacional, no puede soslayar el castigo, severo castigo, para los asesinos, que segaron seis vidas de seis soñadores en un mundo mejor. Los soldados tiraron a matar quién sabe por qué los balearon. Las autoridades de procuración de justicia dicen que investigan, que investigan los hechos la Fiscalía General de la República, así como la procuraduría militar dicen que hacen otro tanto. Qué importa que investiguen, si los migrantes no resucitarán por una investigación, como no resucitaron los estudiantes de Ayotzinapa, que una década después de su desaparición, nadie dice nada, porque alguien los secuestró y los desapareció y los asesinó. Y de este hecho, qué saben las autoridades castrenses.
A los ciudadanos migrantes les rompieron la esperanza de una vida más humana para ellos y para sus familias, especialmente para sus hijitos; se la acabaron de tajo, con el simple apretar el gatillo de sus fusiles de asalto de manufactura mexicana. Con sólo una bala que les llegó al corazón, no volvieron a soñar. Se acabaron las ilusiones. Y hasta aquí los dejaron llegar los asesinos con uniforme verde olivo. La señora Presidenta está obligada a descubrir quién le mandó ese tétrico regalo de bodas. Qué curioso, qué interesante que los seis migrantes hayan sido borrados del mapa el mismo día de la ascensión a Palacio Nacional de la Presidenta Electa… Un mensaje aterrador de alguien que buscó empañar la fiesta de Claudia Sheinbaum Pardo.
El asesinato de los seis migrantes en Chiapas no puede quedar impune; no puede quedar impune como pareciera que va a quedar impune el asesinato de los 43 normalistas de Ayotzinapa. Un recordatorio, una alerta, precisamente el día de la tiranía, la matanza de Tlatelolco del 2 de octubre. De hace 56 años.
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