Se corrompieron y perdieron todo
Impulsaron al pueblo a la izquierda
Ciudad de México.- Si Alejandro Moreno Cárdenas, alias Alito, tuviera un poquito de vergüenza y dignidad, no estaría armando la faramalla para mantenerse en la presidencia de lo que queda del PRI. Tendría que reconocer que es un político de derecha conservadora fracasado, hermanado con el conservadurismo que fue hecho partido -el PAN- precisamente para detener el progreso que el general Lázaro Cárdenas del Río había ideado para los mexicanos, seguido por otros grandes revolucionarios. Pero al final de la historia, los cabecillas del priismo se corrompieron, las fuerzas progresistas de Cárdenas se unieron al pueblo y con su fuerza derrotaron a un PRI corrupto, hermanado con el PAN, la derecha, el conservadurismo; otro corrupto. De esa unión no podía salir nada bueno y nació el bodrio del Frente Opositor, Fuerza y Corazón por México, que entregó sus lágrimas al desprecio y lo mejor que logró fue entusiasmar al pueblo para apoyar y votar por las fuerzas progresistas, democráticas, aglutinadas alrededor de Andrés Manuel López Obrador. Y la transformación continuó con el triunfo de Claudia Sheinbaum Pardo, con cuyo triunfo fenomenal quedaba garantizada la Cuarta Transformación. Alito estaba, entonces, perdido por su alianza con el PAN. O con lo que quedaba y queda del PAN, y lo más reaccionario del empresariado nacional, liderado por Claudio X. González yúnior, otro gran perdedor.
Y Alito y Marko Cortés perdieron. Lo mejor que les hubiera pasado a estos dos pillos era renunciar a su cargo en la dirigencia del PRI y del PAN, e inclusive renunciar a su pertenencia a su partido. Pero no. Insisten en mantener los privilegios que les otorga el INE por concepto de prerrogativas, que son dinero contante y sonante para financiar las actividades partidistas y, ahora, para financiarse a sí mismos, como lo venían haciendo Los Chuchos con las prerrogativas del ya desaparecido PRD. El PRI no sólo perdió contra Morena. La pérdida fue también para el PAN, un partido fundado para destruir a aquel partido de la revolución que se proponía lo mejor para el pueblo. Liderado por el general Cárdenas del Río. Alito se quedó a la orilla del camino, pero no se reconoció perdido, aunque ya el partidazo estaba muerto. Lo mejor que debió de haber hecho el campechano era renunciar a la presidencia del Comité Ejecutivo Nacional, que fue humillado por los votantes que un día confiaron en sus dirigentes y votaron por el partidazo, la aplanadora, que se convirtió en el partido de la gran corrupción; que renunció a su pasado brillante, revolucionario. Alito tendría que haber renunciado el mismo día en que se conocieron los resultados de las elecciones de 2 de junio. Por vergüenza, por dignidad. Él fue el responsable de la serie de fracasos del PRI y, de los fracasos del PAN, el tal Marko Cortés.
Todo lo que estén haciendo Alito y el panista no los va a conducir más que al vacío, al despeñadero. Y todo lo que están haciendo los viejos priistas para defenderse de las artimañas del campechano también los guiará al vacío.
Para seguir con la patraña seudo democrática de reafirmar su liderazgo en el PRI, Alejandro Moreno se registró, ante los encargados de la elección de dirigentes del partido, en fórmula con Alma Carolina Viggiano Austria, quien tuvo que pedir licencia a su cargo como secretaria general del PRI, para poder participar en el proceso interno.
Alejandro Moreno y Alma Viggiano buscan su reelección a la dirigencia del PRI (@alitomorenoc). Y opositores a Alito Moreno asistieron a registrarse como candidatos. El proceso para “seleccionar” una “nueva dirigencia” del PRI, la estructura del partido llega mermada, y ya no da para más, no obstante las críticas de exlíderes nacionales, que se oponen a los cambios aprobados para que Alejandro Moreno pudiera reelegirse hasta en dos ocasiones, después de un primer periodo al frente del casi desaparecido partido revolucionario institucional.