Biden, Latinoamérica, Rusia, Estrada
Ciudad de México.- Los consumidores, particularísimamente los de las clases más pobres de la población, tendrán que cargar con la inflación económica, por lo menos durante lo que resta del sexenio del presidente López Obrador. Así lo especulan las cartas de los gurúes del Banco de México.
La inflación será el hándicap que tendrá que sortear la 4T, más que una oposición política, que no dispone de un solo diente y garra para domeñar romperle la piel al lopezobradorismo.
Los opositores continuarán alimentando su miedo contra el comunismo, sistema hacia el cual lleva al país, dicen ellos, el presidente de la república.
Y una muy buena porción de la inflación le viene a la economía nacional de fuera, particularmente de la economía estadounidense, del Mar Negro y del temor a los confinamientos por la, aún no aplanada, pandemia de coronavirus.
La prolongación de las presiones inflacionarias, a pesar de la política del Banco Central, de aplicar la tasa de interés de corto plazo, como freno al aumento generalizado y sostenido de los precios, continuará erosionando la capacidad de compra y de vida de millones de personas.
La aplicación de la tasa de interés como factor antiinflacionario parece no ser suficiente para enfriar la economía. Es más que necesaria la credibilidad del banquero central y, en esto, tendrá que poner mucho la gobernadora del Banxico, la doctora Victoria Rodríguez Ceja.
Pero a la tasa de interés y, sobre todo, la credibilidad habrá que agregar los riesgos asociados a la pandemia de coronavirus, que aún no acaba de ceder el paso a la seguridad y a la plena confianza de las personas, la prolongación de las presiones inflacionarias, el agravamiento de las tensiones geopolíticas y mayores ajustes a las condiciones monetarias y financieras.
Adicionalmente, a los choques inflacionarios derivados de la emergencia sanitaria, se añaden las presiones provenientes del conflicto geopolítico y las estrictas medidas de confinamiento impuestas recientemente en China.
En abril, las inflaciones general y subyacente experimentaron el crecimiento más alto desde enero del año pasado (7.68 y 7.22), en tanto que las expectativas para este año y el siguiente han aumentado de manera muy sustancial.
Así, ante presiones inflacionarias mayores a las previstas por los expertos del Banco de México, el pronóstico de las inflaciones general y subyacente fue revisado al alza hasta el segundo y tercer trimestres del 2023, aunque los economistas del instituto bancario central siguen previendo que la convergencia a la meta de 3% se alcanzaría en el primer trimestre de 2024.
No obstante, tales previsiones están sujetas a riesgos:
Riesgos al alza, persistencia de la inflación subyacente en niveles elevados, presiones inflacionarias externas derivadas de la pandemia, mayores presiones en los precios agropecuarios y energéticos por el conflicto geopolítico, depreciación cambiaria y presiones de costos.
A la baja: disminución en la intensidad del conflicto bélico, mejor funcionamiento de las cadenas de suministro, efecto mayor al esperado de la brecha negativa del producto, un efecto mayor al esperado de la brecha negativa del producto y un efecto mayor al esperado del Paquete Contra la Inflación y la Carestía.
El balance de riesgos respecto a la trayectoria prevista para la inflación en el horizonte de pronóstico se mantiene sesgado al alza y ha continuado deteriorándose.
Así que no nos esperan buenos farios. Don Romualdo, que apenas tiene para medio comer, no podrá comprar la pantalla de televisión que añora, a pesar de que nunca la ha tenido.
En otro orden: Por qué Joe Biden descarta invitar a Cuba, Venezuela y Nicaragua a la Cumbre Iberoamericana. Ciertamente, no porque esos tres países tengan gobiernos antidemocráticos. El gobierno más antidemocrático, en el verdadero sentido de la palabra, es el gobierno que despacha en la Casa Blanca. Sea del partido demócrata o del republicano, el gobierno estadounidense jamás, salvo algunas históricas excepciones, ha sido democrático. Siempre ha respondido y defendido los intereses de las oligarquías, de los grandes imperios nacionales y trasnacionales del capitalismo salvaje. Biden no invita a los gobiernos latinoamericanos mencionados, no porque sean, de acuerdo con su concepción imperial, antidemocráticos. No los invita porque apoyan a Rusia y lo que él pretende es conformar un frente contra Rusia. Lo que menos le importa al gobierno de los Estados Unidos es América Latina como un conjunto de naciones con derecho al desarrollo pleno. Lo que le importa es salvar el pellejo del imperio, frente a la escalada de poder militar de Rusia y económico y militar de la República Popular de China y sus aliados. En estos términos, la llamada Cumbre Latinoamericana nace muerta. La mayoría de los gobiernos del subcontinente no está dispuesta a ceder ante las presiones de Biden de crear un bloque antiruso. Desde el Cono Sur, Chile, Argentina, Bolivia, Perú, Venezuela, y ahí va Colombia con Petro, Honduras, México y Brasil de Lula, no están en sintonía con la Casa Blanca. Se impone la Doctrina Estrada de no intervención.