Se apresta a “jugar” contra el pueblo de México
Lo que le interesa es recuperar su fuero criminal
Ciudad de México.- A las derechas, a los conservadores, a los fascistas, a los reaccionarios, a las clases política y económicamente dominantes, a los caciques (que a estas alturas de la historia todavía conservan su status), todos aglutinados en el frente opositor jefaturado por el junior Claudio X González y conformado por los partidos tradicionales de derecha y de la falsa izquierda, y grupos de presión de la llamada sociedad civil, hijos derechizados de padres comunistas, y vendidos al capital, en realidad, no les importa el Presidente Andrés Manuel López Obrador, ni les importa la mujer que a todas luces lo va a sustituir, Claudia Sheinbaum Pardo. No vienen ni por López Obrador ni por Sheinbaum. En verdad, los de la derecha y los tontos útiles que los acompañan vienen en contra de las mayorías de la nación, los trabajadores del campo y la ciudad, los sindicatos, los colectivos, que están ya cansados de la explotación.
Las derechas vienen por quienes ya no quieren seguir siendo explotados, excluidos del desarrollo, de la educación, del acceso a los bienes materiales, o son discriminados por ser indios o de piel prieta. Por estos vienen cuando gritan en sus manifestaciones callejeras que el INE no se toca, o que la Suprema Corte no se toca, o se lanzan a las calles para vender candidata a la Presidencia de la República, al Poder Legislativo, a la gubernaturas de los estados y a las presidencias municipales para parar en seco la acción transformadora del Movimiento de Regeneración Nacional, el partido movimiento fundado por el actual presidente de la república, en un intento por cambiar las formas de gobernar a la nación de la Dictadura Perfecta y bajo los cánones antidemocráticos del clero ultraconservador, que nunca aceptó las enseñanzas de Jesucristo, quien fue crucificado por denunciar la injusticia que padecen los pobres, infligida por los poderosos.
Esa es la realidad que, en estos momentos, los mexicanos de clase media, pobres y desheredados están viviendo y que se decidirá el ya cercano 2 de junio, cuando el Instituto Nacional Electoral abra las mesas de votación que, no hay nada escrito, pueden resolverse por el desconocimiento de la legalidad, si es que el poder judicial está decidido a evitar el triunfo de la razón y la justicia, como ha ocurrido en otras latitudes, en Ecuador, en el ex reino del Brasil, en las naciones andinas, en el Cono Sur. Las huestes de la derecha mexicana, no vienen pues ni por AMLO, ni por Claudia. Sólo pretenden recuperar lo que ellos, están seguros, creen que les pertenece: el poder, el Estado, el Gobierno con lo que se fortalecieron como dueños y señores de la nación entre las dictaduras de Díaz y la Dictadura Perfecta del PRI y la simbiosis con el “nacionalismo revolucionario” de Carlos Salinas de Gortari y la derecha católica yunquista de Acción Nacional y el clero católico preconciliar. Así lo hicieron en el Brasil con el presidente Lula da Silva, líder del Partido de los Trabajadores, a quien inclusive encarcelaron acusado de corrupción. Anteriormente había algo así como comisionado a los militares, y no sólo en el Brasil, sino también en Argentina y la República de Chile y en toda Sudamérica y en el istmo centroamericano para recomponer las cosas a su favor. Lo que les interesaba a las derechas era mantener o recuperar el estado de cosas que ellas encabezaban por la defensa de los detentadores de los grandes medios de producción.
El 2 de junio, próximo el Movimiento de Regeneración Nacional, fundado por AMLO, se perfila como el ganador de las elecciones presidenciales. Todo indica que ganará la presidencia de la República la ex jefa de gobierno de la CDMX, Claudia Sheinbaum Pardo, quien le dará continuidad a la política social y la política económica (ambas consideradas como un éxito mundial en todos los terrenos.) Sin embargo, las derechas no cejarán en su empeño de recuperar su presencia en el manejo del país y podrían acudir al Poder Judicial, para desconocer el triunfo de la izquierda para lo cual, el poder judicial en manos de la presidente de la Suprema Corte de Justicia, Norma Piña, podría fallar a su favor, como lo ha hecho consuetudinariamente desconociendo actos democráticos de los poderes ejecutivo y legislativo. No hay que pasar por alto que la presidente de la SCJN, Norma Piña, es acérrima enemiga de las fuerzas de la izquierda.
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