Los dirigentes no creen que perdieron la vida política
Lo mejor sería echar a ambos partidos en el basurero
Ciudad de México.- Mucho tendría que cambiar aún en México para que se dijera que este país es una nación justa y equitativa. Mucho tendría que cambiar el PRI para que volviera a ser el partido de la revolución, pero lo mejor sería que desapareciera, luego de que quedó hecho mierda en las elecciones del 2 de junio, gracias a su contubernio y complicidad con el PAN, con Claudio X y, por ende, con la derecha yunquista y, ya no se diga, con el PRI de la corrupción, la impunidad y la simulación de Alito Moreno y Marko Cortés que, obviamente, no lograron intercambiar los presentes de corrupción enlistados, si triunfaban ante los chairos de Morena. Simplemente perdieron todo, hasta las notarías que se prometían de ganar el Estado de México y la Presidencia de la República. Perdieron hasta la vergüenza.
Hasta hoy, los líderes de la derechairiza sólo se han dedicado a llorar sus fracasos, a lamer sus heridas, Y obviamente sus líderes no saben dónde andan, qué suelo pisan, dónde se sientan y hacia dónde van en ese desierto en que los colocó Morena. La verdad es que debían de haberle dejado ya el lugar a otros personajes con menos oscuridad en su cabeza y más sentido de dignidad, ante la vergonzante derrota y debían ya de haber renunciado el mismo día 2 de junio, luego de saber que los aplastó un sunami en la segunda jornada del mes de junio. Alito Moreno y Marko Cortés deberían ya de ser un pasado de fracasos del PRI y del PAN (Durante el liderazgo de estos próceres, PRI y PAN prácticamente perdieron todo y fortalecieron, empoderaron al Movimiento de Regeneración Nacional, fundado y encabezado por Andrés Manuel López Obrador. No les valió nada. Ni siquiera su campaña negra de Narco presidente y Narco candidata. No les sirvió el enlodar al tabasqueño. Morena los hizo trizas.
Estos seudo líderes, encabezados por el seudo empresario, hijo del papel de baño y de los pañales, Claudio X. González Jr; ambos dirigentes partidistas tendrían ya que haber sido un pasado vergonzoso para lo que queda del priismo y las debilitadas fuerzas del panismo. Alito debería estar ya siendo juzgado por el poder judicial de Campeche, por sus actos no muy sanctos como líder y gobernador de ese estado… en tanto que Marko debería estar ya barriendo las calles de Morelia porque también lo perdió todo para su partido. Pero ninguno de los dos ha entendido el papel que juegan, jugaron y perdieron y jugarán fuera de su partido, cuando éste haya perdido su registro ante las autoridades jurisdiccionales del INE.
En estas elecciones del 2 de junio, el PRI se achicó. Se perdió. Lo venció la corrupción de Alito y de sus cómplices. No sólo físicamente. El partido tricolor se perdió entre la chiquillada. Se perdió entre la mediocridad politiquera. Y muy pocos afirman que creen en él. Los dinosaurios desaparecieron de la faz de la política mexicana. Todo por obra y gracia de la corrupción, los impunes, cínicos y simuladores.
Quedan vivos los partidos bisagra. Esos que MORENA utilizó de relleno. El Partido del Trabajo, del eterno Alberto Anaya; el Partido Verde Ecologista de México, de Jorge González Torres, papá del Niño Verde, jefe del Güero, a quien apodan la cuija por el color de su piel y sus cabellos, le aportaron a Morena poquitos votos, pero los votos necesarios para ganar curules y lugares en el Senado. Y que gracias a ello conservan su lugar entre los partidos con registro electoral.
El fenómeno de estas elecciones fue el partido de Dante Delgado Ranauro, un partido para ganar registros más que elecciones, aunque tiene dos lugares asegurados: las gubernaturas de Nuevo León y Jalisco. Y el PRI en el camino de la perdición. El PAN, abandonado hasta de la mano del dios albiceleste…
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