Ciudad de México.- El trabajo que realiza, hace ya tiempo, en la población de Simojovel, en Chiapas, el sacerdote católico, Marcelo Pérez Pérez, gusta a los indios pobres, a los desheredados, a los despreciados, a los excluidos, a los defensores de estos, pero disgusta a los caciques, a los grupos aculturizados, a los ladinos, a quienes aún continúan explotando sin misericordia la fuerza de trabajo de los de debajo de la pirámide socio-económica; a los violadores de los derechos humanos de los depauperados.
Obviamente que los de arriba de la pirámide lo menos que quisieran es ver que Marcelo agarre, por fin, sus valijas y se vaya del pueblo, aunque hay unos que quisieran verlo muerto. Una vez ofrecieron un millón de pesos a quien lo liquidara. Se libró Marcelo porque es muy abusado y porque cuenta con la protección popular. El diría que por la protección divina. Pero la popular es divina.
Increíble, pero cierto. En pleno siglo de la democratización del espacio virtual, de la posibilidad real de comunicación entre los seres humanos, de la socialización general de la vida humana, persisten en grandes extensiones de la Tierra sociedades basadas en la explotación, no sólo de la Naturaleza, sino de los pobres, de las poblaciones autóctonas, que son excluidas del desarrollo y usadas como servidumbre por las clases dominantes.
Y en Chiapas esta estructura socioeconómica, de grandes grupos de indios explotados por pequeñas bandas de ricos ganaderos, se eleva a la enésima potencia. Nadie ha podido transformar esa sociedad, ni el presidente López Obrador que se presenta como transformador, al igual que el padre Miguel Hidalgo y Costilla, o Benito Juárez García, o Francisco Indalecio Madero.
El Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de Las Casas (Frayba), muchos años animado por el gran obispo chiapaneco, jTatic Samuel Ruiz García, de feliz memoria entre los indios y sus defensores, y el Movimiento Sueco por la Reconciliación (SweFOR México) continúan muy preocupados por la vida del padre Marcelo. Ha pisado muchos callos. Y los callosos lo único que desean es su desaparición de este mundo.
Pérez Pérez es un reconocido defensor de los derechos humanos de los indios que, como pastor de la parroquia de Simojovel, y coordinador de la Pastoral Social (digamos que la política social en términos mundanos) de la diócesis de San Cristóbal de Las Casas; ha realizado innumerables acciones de defensa de derechos humanos, acompañando procesos de defensa de la tierra y territorio, mediando en conflictos y acompañando comunidades desplazadas y personas migrantes y defensoras de derechos humanos.
El Padre Marcelo ha sido víctima de deslegitimaciones, difamaciones y descrédito constantes; desde el inicio de este año, las agresiones se han intensificado. Prueba de ello son las declaraciones y señalamientos que ha realizado un funcionario público municipal recientemente electo. No quisieron decirme su nombre. No creo que para ocultarlo.
El Frayba dio a conocer, el 18 de abril de 2020, que Pérez Pérez recibió amenazas de muerte y vigilancia. Estos hostigamientos también pusieron en riesgo la seguridad de su equipo pastoral y de la población en Simojovel.
En aquella ocasión, un hombre vestido de civil tomó fotografías a las y los colaboradores de la Parroquia, quienes se encontraban en actividades en la iglesia de San Antonio de Padua.
Los hechos se registraron el 29 de marzo de ese mismo año, alrededor de las 07:00 horas, desde la ventana de un hotel cercano, la persona que realizó el acto lo hizo evidente para hacer notar su presencia.
Asimismo, el 02 de abril, un colaborador cercano al Padre recibió una llamada telefónica para advertirle que tuviera cuidado porque andaban pidiendo los datos de las personas que trabajaban en la parroquia.
Tres días después, el Padre Marcelo recibió información sobre un hombre en Simojovel que dijo: “En todo se mete el padre, hay que darle un plomazo…”. El vocero del Frayba enfatizó que este tipo de amenazas se hicieron visibles de manera reiterada, inclusive en redes sociales.
Días después de la visita del Papa Francisco, en el año 2016, le pusieron precio a su vida por un millón de pesos. Un familiar cercano de uno de los cinco contratados (sicarios) de Juan Gómez Domínguez -dirigente en ese entonces del PRI en Simojovel, informó que ejecutarían al párroco.
El Frayba y el SweFOR México han llamado la atención del gobierno mexicano sobre sus obligaciones en materia de derechos humanos y ahora solicitan, directamente al presidente López Obrador, que se reconozca la labor de defensa de derechos humanos y construcción de paz en Chiapas del Padre Marcelo Pérez Pérez, y han solicitado que se evite cualquier acto de autoridad que ponga en riesgo a su persona y a las que él acompaña
El padre Marcelo, trabaja con grupos indígenas tsotsiles, tseltales, zoques, así como mestizos, migrantes y desplazados, a quienes acompaña en los procesos de defensa de la tierra y territorio. Defiende también a personas defensoras, criminalizadas por su trabajo en la defensa de derechos humanos.
Quién será responsable, si lo matan…