GOMEZ12102020

ANÁLISIS A FONDO
Rusia, Ucrania, Biden, Estrada
Francisco Gómez Maza

La Soberanía de México es intocable
Salazar no es encomendero de Biden


Ciudad de México.- ¿Sabrá el presidente Joe Biden, que la doctrina que rige las relaciones exteriores del gobierno de México, desde los años 30, ordena el respeto a la determinación de los pueblos y advierte que para que México sea soberano, no requiere de la aprobación de nadie?

Es muy posible que el gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica no tenga ni idea de que, desde hace poco más de ocho décadas, México aplica la Doctrina Estrada en sus relaciones con todo el mundo, independientemente del color ideológico de los estados con los que se relaciona.

Desde 1930, la Doctrina Estrada, de acuerdo con el investigador Leonel Pereznieto, es un valioso compendio de ideas, que sintetiza dos aspectos vinculados en la historia de las relaciones internacionales de México: el de la “no intervención” y “la necesidad de que México se vincule internacionalmente con otros países”.

Por lo que se ve, y por como actúa el gobierno de Biden en el caso de las relaciones de México con Rusia, en la Casa Blanca nadie, ningún asesor, y menos el embajador Ken Salazar, sabe la historia de las relaciones mexicanas con Estados Unidos, su vecino y socio mayor, y uno de sus principales invasores históricos, y con el resto del mundo.

Salazar es el embajador de Estados Unidos ante el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador. No es encomendero de Washington. No es gobernador del imperio romano en alguna de esas provincias baratarias, de las cuales levantaba fidelidad y riquezas fiscales para el imperio. México no es un estado de la federación estadounidense. Ni un estado asociado. Y menos una colonia. Es una República federal, libre, independiente.

Pasó el tiempo aquel en que los Estados Unidos pretendían hacer y deshacer lo que se les antojara con los mexicanos. Baste recordar que se “agandallaron” más de la mitad del territorio de México.

El presidente Biden no puede pedirle al señor Salazar que regañe a los diputados de México porque crean una Comisión de Amistad con Rusia, como crearon una comisión de amistad con su país. México es libre en sus relaciones exteriores. Tan es así que es uno de los más importantes socios comerciales de Estados Unidos, el país insignia del capitalismo y del neoliberalismo.

Las relaciones de México con la Rusia son históricas. Formalmente, las relaciones diplomáticas entre México y Rusia comenzaron en diciembre de 1890, al ser nombrado el primer representante ruso en tierra mexicana.

Sin embargo, el conocimiento mutuo y los contactos se remontan a poco más de un siglo antes. Desde tiempos de Pedro el Grande (1682-1725) comenzaron en Rusia las noticias sobre América Latina, incluyendo lo que es ahora México.

Ya la primera expedición de Vitus Bering, navegante danés al servicio de la Corona rusa, en 1725, tenía por objetivo no sólo garantizar la seguridad de las fronteras occidentales del imperio, sino extender la navegación rusa al Pacífico, estableciendo contactos con la Nueva España.

En 1770, Miguel Benavente, fraile de la Nueva España, escribía un trabajo titulado Reflexiones sobre los establecimientos que podían hacer los rusos en las Californias, en el que advertía que los rusos podrían establecerse en esas tierras y llamarlas la Nueva Rusia.

Así pues. No es nueva la relación con Rusia, sea el que fuere el signo ideológico de sus sistemas de gobierno. Rusia es un buen amigo de México, no sólo en tiempos en que el general Cárdenas del Río buscaba establecer el socialismo como el sistema de relaciones sociales y económicas entre los mexicanos. Curioso, pero entonces el gobierno de EU apoyó al mexicano en la expropiación petrolera.

La relación que ha mantenido México con todas las naciones del mundo ha sido de respeto, de no intervención. Y ahora no tiene que ser diferente.
La Doctrina Estrada, publicada el 27 de septiembre de 1930, cuyo autor fue el secretario de Relaciones Exteriores de entonces, Genaro Estrada Félix, es una declaración oficial que sostiene que ningún gobierno requiere del reconocimiento de otras naciones, para ser soberano.

Esta Doctrina “es un valioso compendio de ideas, que sintetiza dos aspectos vinculados en la historia de las relaciones internacionales de México: el de la no intervención y la necesidad de que México se vincule con otros países”, de acuerdo con el investigador Leonel Péreznieto.

Pero la Doctrina Estrada se fundamenta en la que se denomina Doctrina Carranza. Ésta, promulgada el primero de septiembre de 1918 por el presidente Venustiano Carranza, tenía como finalidad proteger la soberanía de México.

Detrás de la Doctrina Estrada hay una historia verdadera del agandalle. Numerosas intervenciones e invasiones soportó México entre el siglo XIX y principios del XX. 

Carranza decidió actuar y cuidar a México desde la diplomacia. De esta forma, con la Doctrina Carranza se establecieron los principios básicos de la política exterior mexicana.

Después de la promulgación de la Constitución de 1917, los intereses comerciales, económicos y políticos de Estados Unidos se veían amenazados, debido al contenido del artículo 27 de la Constitución Política de México. En este artículo se determinaba que México era soberano sobre sus propios recursos naturales. Por lo tanto, se temía una nueva intervención estadounidense en México.

Ante esta situación, la finalidad de la Doctrina Carranza estableció que “las relaciones internacionales tenían como eje el respeto de la soberanía de los pueblos y de no intervención como el acatamiento a soberanía, las leyes, las instituciones y formas de gobierno”

Años después, el secretario Genaro Estrada retomó algunos de los principios de la Doctrina Carranza y creó la Doctrina Estrada. De esta manera, México ha podido mantener relaciones con países de ideologías diversas en momentos difíciles.

En 1962, por ejemplo, cuando Cuba fue expulsada de la OEA, México no rompió relaciones con la isla caribeña.

Y aunque lo pretenda el señor Biden, México no podrá romper relaciones con Rusia, ni con Ucrania, ni con nadie. Los mexicanos lamentamos la guerra, no nos gustan en nada las invasiones. Espero que a Estados Unidos nunca se le vuelva a ocurrir invadir México, como lo hicieron en el pasado. Pero no somos injerencistas, como lo es el señor Biden. Claro. Hay mexicanos a los que les encantaría que México fuera una estrella más en la bandera estadounidense.