Ciudad de México.- Cuidado, porque el amarillismo y las noticias escandalosas pueden ser distractores de la verdadera realidad, esa que sí afecta el estado de bienestar de la población mayoritaria, históricamente depauperada por un sistema que sólo ve la ganancia extrema como objetivo primordial de la economía.
La voz de alarma la acaban de dar el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) y el Banco de México.
La primera institución dio a conocer, el jueves de la semana que concluyó el sábado 10 de julio, que el Índice Nacional de Precios al Consumidor sufrió un aumento considerable, de 0.53% en el mes de junio con respecto a mayo.
El Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) tocó en junio un 5.88% a tasa anual, muy por arriba de lo que había aumentado en los primeros dos años del presente sexenio, pese a los efectos destructores de la economía de la pandemia de coronavirus.
Se incrementaron los precios del transporte aéreo, del gas doméstico LP (estos fueron aumentados por los distribuidores y comercializadores de manera realmente exagerada y antieconómica), de la gasolina de alto octanaje y del pollo.
El aumento de los precios del gas doméstico, inclusive, obligó al presidente López Obrador a ordenar a la empresa Petróleos Mexicanos entrar al mercado con la creación de una empresa distribuidora – Gas Bienestar – para vender el producto a precio real. Los consumidores no tienen por qué pagar 20 y hasta 30 pesos por unidad de gas, cuando las gaseras cobran por el gas estacionario cuando mucho 13 pesos. Claro que la inmensa mayoría no puede disponer de este tipo de servicio.
Obviamente, así, la inflación sumó cuatro meses consecutivos fuera del rango objetivo fijado por el Banco de México de 3% (+/-1) y todos los precios de la economía empezaron a dispararse. Pero es muy preocupante que el Índice de Precios al Consumidor ya haya crecido prácticamente el doble en 2021.
Y aquí entra el Banco de México, institución encargada de poner en práctica la política monetaria para, principalmente, cuidar que la inflación no rebase los límites planteados por los expertos de su Junta de Gobierno.
El objetivo prioritario del Banco Central es mantener una inflación baja y estable, reza uno de los mandatos de la institución.
Se dice que la inflación es “el impuesto de los pobres” si los precios aumentan por encima del nivel de los salarios. Si año tras año, como ocurría en el Viejo Régimen, los precios continúan creciendo por encima de los salarios, los trabajadores pobres tendrán problemas para comprar los bienes más imprescindibles para su supervivencia. La Canasta Básica. Y nadie debe olvidar que una de las consignas, quizá la más importante, del presidente López Obrador es “Primero los pobres”.
Algunos analistas, por otra parte, están preocupados por el hecho de que, la semana pasada, la Junta de Gobierno del banco central, de manera precipitada, decidió elevar el nivel de la Tasa de Interés Interbancaria, lo que inevitablemente encarecerá todo, al aumentar el premio tanto a ahorradores como deudores. Esto influirá, obviamente, en los precios generales de la economía y se espera que los Índices de Precios productor y consumidor se disparen.