Monterrey.- Corazón que late a luz y sombra, el teatro es un espacio sorprendente donde la vida tiene más vida: magia, juego, ritual. Estar en ese centro es una vivencia que deberíamos repetir muchas veces, es comunión y entendimiento. La representación escénica permite ver a los demás, y al mismo tiempo vernos a nosotros mismos, desde la distancia sin distancia, o desde el lejos-cerca, como llama Marguerite Porete al amor en el Espejo de las almas simples. El teatro nos devuelve nuestro reflejo en la justa medida; a diferencia de la televisión, que reduce la imagen humana; o del cine, que la aumenta o magnifica. Acá todo está sucediendo al mismo tiempo, en vivo y en directo. Todo es simultáneo. Nada como la experiencia teatral.
El pasado jueves siete de octubre dio inicio de temporada la obra Costillas, de Marisa Garza, en DramáticoMx, teniendo como madrinas de honor a la doctora Elvira Popova y a la directora Mayra Vargas.
Costillas es un título que alude al mito bíblico sobre la creación de la mujer, pero en este caso trata de llamar la atención contra el maltrato y las agresiones que sufren las mujeres; busca reflejar el espectro de violencias, ese que señala el Código Penal del Estado de Nuevo León: violencia familiar psicológica, física, sexual, patrimonial y económica. Todo eso con la finalidad de generar empatía y comprensión, desde una visión humanista, y así estar conscientes de ese mal que aqueja a nuestra sociedad y combatirlo.
Gineceo o Teatro Kabuki a la inversa, en esta puesta en escena sólo actúan mujeres, que incluso interpretan papeles masculinos. En un ejercicio de sororidad, el gremio teatral femenino cerró filas para reivindicar la dignidad humana. Sinergia en autodefensa, en busca de un trato equitativo. Historias de mujeres contadas por mujeres; vividas, escritas, actuadas, dirigidas e iluminadas por mujeres.
Cuatro relatos que en un dado momento se enlazan: Luna es una adolescente que sufre los abusos de su padrastro; Violeta, es una escritora incapaz de reconocer la violencia que ejercen contra ella; Rebeca, es una mujer casada que vive la indiferencia y distancia de su marido; Tina es una madre que ha decidido tomar justicia por su propia mano. La obra se basa en notas periodísticas y testimonios de mujeres de Nuevo León. Pretende ser un instrumento de sensibilización ante la violencia familiar; esa que no respeta clases sociales, pues constituye un mal transversal de nuestra sociedad.
El espectador puede identificarse o no con los personajes, pero indudablemente experimentará una catarsis: esa purificación del alma, que es como una purga, producto de una contemplación cercana del peligro, pero sin riesgo verdadero. Sus sentidos se alertarán y potencializará su conciencia y empatía. Contra el dolor y el sufrimiento, en el arte y en la vida, siempre el arte. Escuchará música diversa, utilizada como marcador social.
Tal vez el público pueda argüir que una problemática tan compleja no se resuelve en el escenario y que la narrativa es caricaturesca; empero esa simplificación es la que permite el reconocimiento. Percepción e identificación son dos logros de la obra: eso es plantear el problema y es justo el primer paso para buscar una solución. Además, ahí está lo esencial, lo que señalan los expertos o especialistas (trátese de abogados, psicólogos, trabajadores sociales, criminólogos, sociólogos, etcétera): la pareja criminal, esto es la relación o el vínculo entre víctima y victimario, en este caso hombre y mujer.
Círculo vicioso, es el circuito de la violencia familiar. Costillas ilustra de modo simple una avanzada tesis victimológica: la del continuum de violencia. Es decir que, la violencia reiterada conduce al feminicidio; o, dicho de otro modo: de la violencia familiar al feminicidio hay sólo un paso. Queda trazado el iter criminis, el camino del delito, y su modus operandi, donde un delito conduce a la comisión de otros tantos delitos.
Lo digo desde mi experiencia, como ex Agente del Ministerio Público, de la Procuraduría General de Justicia de Nuevo León, donde inicié muchas carpetas de investigación por el delito de violencia familiar: la obra de Marisa Garza me entusiasma, porque veo en ella un instrumento educativo civilizatorio, que al mismo tiempo despierta emociones y crea conciencia, no es sólo entretenimiento. El Arte coadyuva a vivir bien. Además, tengo otro motivo para celebrar esta obra de teatro: mis amigas actúan ahí.
Existen delitos de acción y de omisión. Las leyes sirven para hacer justicia. Cuando vea que se comete una injusticia, no se quede callado y denúnciela. El teatro sirve para vivir más y mejor, puede ser un goce estético y un placer; pero también es una llamada de atención para estar alerta a todo lo que se opone a la vida, a la vida buena.
Las actrices de esta obra de teatro son mujeres solidarias y sin miedo, interpretan a mujeres que en un momento dado fueron vulnerables; pero ellas en la vida real son mujeres anti-frágiles, son verdaderas artistas. Disfrute de la actuación de estas jóvenes y talentosas actrices. Sea parte de la red de apoyo. Mujeres sin miedo, fuertes y empoderadas. Así las queremos, en equidad.
Actrices: Liliana Cruz, Myrna Mendoza, Red Mich, Carolina González “Karo Korazón”, Emma Sarepta, Aleyda Gna
Guión y dirección: Marisa Garza
Iluminación: Luz Mariana
Madrinas de honor: Elvira Popova y Mayra Vargas
*Costillas se presenta todos los jueves de octubre y noviembre de 2021 a las 20:00 horas, en DramáticoMx. Morelos 1081, Barrio Antiguo, Monterrey. Wapp 8129712344. IG & FB @Dramatico.Mx
Boletos en Arema.mx y en taquillas del teatro. Entrada $300.