Monterrey.- Los salvajes en el cine. Notas sobre un mito en movimiento es el título de un bello libro de Roger Bartra. Ahí ensaya una propuesta antropológica: los salvajes también forman parte de la cultura occidental dominante. A través del tiempo se les ha asociado con la diferencia, tanto en aspecto físico como en costumbres. Representan la alteridad radical u otredad. Sorprendentemente, también reflejan algo de nuestro interior.
¿Batman, Wolverine, Chewbacca y Ant-Man junto a un niño feral? Sí, también un cavernícola u hombre prehistórico al lado de Frankenstein y el hombre lobo. Incluso Tarzán, Hulk, Yeti o Pie grande y las bellas replicantes de Blade Runner y otros androides, computadoras y seres animalizados, salidos de Odisea del espacio 2001 y de El planeta de los simios. ¡Faltaba más! Aquí aparecen todos.
Los superhéroes, surgidos del universo de los cómics, encarnan al justiciero, aquél que infringe la ley para hacer justicia. En el cine aparecen en una sociedad hipervigilada, todos son vigilantes, donde los seres civilizados deben volverse salvajes para salvaguardar a la civilización. Bartra comprueba que la racionalidad industrial no impide la expresión de mitologías arcaicas.
El director de cine Martin Scorsese generó polémica, recientemente, al afirmar que las películas de superhéroes no son verdadero cine. También avivó el viejo debate sobre si este género de cine infantiliza o no a los espectadores. En Monterrey, así como en otras ciudades del mundo, más de un secretario de Seguridad Pública y varios profesores universitarios consideran a Batman como el máximo criminólogo. ¿Eso es bueno o es malo?
El mito del salvaje pervive en el inconsciente colectivo y en el imaginario social. Ha sido plasmado de muchas maneras, en diversas artes; pero en el cine encontró una vía idónea para ser llevado a las masas, y hacer que lo sintiesen más vivo que nunca. Aún cunado se trata de una representación ficticia, constituye un poderoso llamado de la naturaleza humana primigenia. O, como diría Jack London: The Call of the Wild.
Bartra analiza, comenta y reseña 140 películas en las que se representa, de un modo u otro, a los salvajes. El libro contiene muchas ilustraciones y fotografías, tanto fotogramas como cartulinas publicitarias, carteles, posters o afiches, que evocan las felices horas pasadas en la oscuridad.
Películas clásicas, antiguas y modernas, vistas en diferentes pantallas: cine, televisión, computadora o teléfono, han estado presentes en la vida de muchas personas. Empero la esencia del verdadero cinematógrafo es la pantalla grande, la pantalla monumental. Lo demás es un simulacro del mundo mágico del séptimo arte.
Quizás el autor debió enfatizar que el mito del buen salvaje, el salvaje noble, fue popularizado por el filósofo Jean-Jacques Rousseau. También pudo haber aprovechado la historia de la literatura latinoamericana, esa que opone los conceptos de civilización y barbarie. Atinadamente destaca que los salvajes nos vigilan, acechan y amenazan. O por lo menos esa es la intención con la que se los representa, o así nos lo hacen creer. Coadyuvan a la política del miedo, ese juego maquiavélico de la percepción de la inseguridad.
El concepto de salvaje abarca mucho en idioma español, engloba a muchos seres; tan es así que Bartra nos recuerda que en inglés se utilizan dos palabras: “los entes mitológicos tienden a ser calificados como wild, mientras que a los grupos reales que fueron colonizados usualmente se les denomina savages”. Los franceses, hasta hace poco tiempo, tendían a identificar al salvaje con el primitivo.
Tal vez el concepto de salvaje que utiliza Bartra es demasiado laxo, lato sensu; pero eso le permite contemplar diferentes facetas de esos seres asombrosos. El libro consta de ocho apartados: 1.- Monstruos y salvajes reales / 2.- La invención del salvaje prehistórico / 3.- Superhéroes bestiales / 4.- Cíborgs salvajes / 5.- Estados primigenios / 6.- Licantropía / 7.- El salvaje noble / 8.- Planetas agrestes.
¡Un festín visual! De entre tantas películas sobre salvajes, buenas y malas, es difícil elegir la mejor; pero en caso de extremo apuro, puedo decir que entre mis favoritas se cuentan estas dos: El niño salvaje (L’Enfant sauvage / The Wild Child, 1970) y Avatar (2009). Vea y lea el libro de Bartra, seguramente descubrirá algunas películas que despertarán gratos recuerdos. Nada como soñar e imaginar otros mundos, otros seres. No es evasión. Quizás somos una generación que ha visto demasiado cine, para bien o para mal.
*Bartra, Roger. Los salvajes en el cine. Notas sobre un mito en movimiento. Fondo de Cultura Económica, Instituto Nacional de Antropología e Historia, La Jaula Abierta. Colección Tezontle. Primera edición, 2018. México.