Calderón defraudó la elección presidencial y sabía que su gobierno era ilegítimo de origen, le quedaba tratar de legitimarse propiciando la aceptación social, demostrando que gobernaba correctamente y para eso tenía que encontrar el tema que la mayoría de la sociedad veía como prioritario o estratégico, o bien, un tema sensible para la oligarquía y la clase dominante que lo apoyarían y ahí cayó en la seguridad.
Hay quien sostiene que la llegada del PAN descompuso las bases que le permitían al PRI administrar al crimen (Crimen autorizado), donde el crimen protegido por el poder político generaba riqueza y poder.
Con el PAN se balcaniza la relación con los criminales y los diversos niveles de poder asumen la protección a los grupos criminales, en esto panistas como Francisco Barrio fueron pioneros, cuando fue gobernador de Chihuahua, fue acusado por un personero del señor de los cielos de pedir mucho dinero.
Con el PAN se venden las plazas, pero hay muchos vendedores. Hay casos donde un gobernador trabaja con un cártel, un presidente municipal con otro, el jefe de la guarnición militar con otro, y la policía estatal con otros; y entonces llegan a enfrentarse los policías que protegen a sus malos. Cada uno tiene a su malo. Esto aumentó las matanzas, la diversificación de grupos criminales y sus distintas modalidades de crimen. El secuestro y la venta de piso se vuelven endémicos.
Desde una corte en Nueva York nos dijeron que los malos “convencieron” (a cambio de dinero) a Calderón para que nombrara a García Luna, este protegió a los criminales y está pendiente conocer qué tanto influyó en las decisiones bélicas de Calderón.
Aunque Calderón y el PAN reclamen ignorancia y por ende inocencia, sus gobiernos han estado marcados por una corrupción inaudita, moches en el congreso, fraude inmobiliario, facturas falsas, despojo como el que realizó Javier Corral en Chihuahua, y una persecución rabiosa con tortura contra los contrarios.
Para cubrir esta impunidad requerían de silencio.
Se inicia un asesinato amplio de periodistas y se asesina a los líderes sociales que encabezan protestas en temas ambientales y de derechos humanos. Simultáneamente se amplía la vieja política de “las caricias del tesorero general de la federación” o de los rufianes en el gobierno.
No es un tema menor que García Luna haya comprado con 300 millones de pesos a El Universal para ayudarlo a limpiar su imagen, o que haya financiado libros y publicaciones con algunos de los actuales críticos furibundos del gobierno. Tal vez no deba sorprender que María Amparo Casar, opositora del gobierno y dirigente de “Mexicanos contra la corrupción” lo haya defendido, tratando de lanzar una sombra de sospecha sobre la corte estadounidense; tal vez debamos seguir el rastro del dinero para dilucidar si lo de ella, o del periodistas como Riva Palacio, es cuestión ideológica o de otra índole.
Este es un escándalo mayor, ante el que el PAN niega que Genaro era principal miembro de un gobierno panista y usurpando a los pueblos originarios, pintándose la cara como si fuera un llamado de guerra. El partido de la corrupción, el fraude, el saqueo, la usurpación, también lo es de la guerra. En lo personal, me sacaron de radio, televisión, de la academia, aunque por mucho que trataron, no pudieron matar mi trabajo periodístico.
El Estado debe investigar tope hasta donde tope, tomándole la palabra a algún fanfarrón panista, incluida la gestión de Creel en Gobernación, desde donde no se dio cuenta de las andanzas de García Luna.
Es interesante que a estos corruptos les cae una venda sobre los ojos cuando se encumbran, por eso la gestión de Barrio en la Contraloría pasó sin pena ni gloria, o tal vez hubo mucha gloria para los corruptos beneficiados con su inmovilismo.
Queda pendiente un tema central que consiste en el pago a las víctimas. A los acusados de secuestradores para tapar los secuestros de García Luna, a los miles de muertos, desaparecidos, desplazados a causa de una guerra insensata, que buscaba engrosar los bolsillos de unos cuantos y reforzar sus ansias de poder.
Calderón no solo trató de legitimarse, trató de desbancar a la élite priista para imponer su imperio sobre el país, buscaba la fortuna y el poder que le daría el control y la consolidación de un cártel criminal; y al parecer García Luna era una carta central, de ahí que no sea creíble la patraña de que no se enteró, aunque se lo dijeron.
Si no supo era un incompetente, si sabía era cómplice.
Dilucidar lo que pasó en esos años será clave para limpiar la política nacional y recuperar la moral en el gobierno, las policías y las fuerzas armadas.