Estas palabras empoderadas para muchos fueron definitivas para que Uresti abandonara su programa Azucena a la 10, que durante 20 años fue un espacio informativo veraz y oportuno que con su frescura se puso del lado de los ciudadanos, especialmente en los de inseguridad y violencia que han lastimado severamente la vida de miles de familias durante los gobiernos de Vicente Fox, Felipe Calderón, Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador y, como lo dice la periodista, alguna vez amenazada de muerte por el líder del CJNG, no ha estado exento de presiones gubernamental para que hiciera un programa menos testimonial y más light.
Solo que con una gran diferencia entre los presidentes del llamado “periodo neoliberal” y el de la 4T, que en este, así serán la presiones, decide abandonar su acreditado espacio informativo.
Y es que no es la única periodista que ha salido de un medio en “circunstancias especiales” este sexenio, pues ahí están los casos más conocidos de Joaquín López Dóriga, Brozo, Denisse Maerker, o Carlos Loret de Mola, entre otros, sin mencionar a los 42 periodistas asesinados y el intento fallido contra Ciro Gómez Leyva.
No es casual que el gremio periodístico se haya volcado a defender las razones esgrimidas por Azucena Uresti, incluso hay por ahí un análisis de la conversación sobre el caso donde un alto porcentaje menciona que detrás de su separación está el presidente López Obrador; incluso, un buen número de organismos internacionales de defensa de la libertad de expresión, han señalado al presidente López Obrador como un enemigo del periodismo crítico –véase el artículo El episodio Uresti de Raymundo Rivapalacio, del 24 de este mes en El Financiero https://www.elfinanciero.com.mx/opinion/raymundo-riva-palacio/2024/01/24/el-episodio-uresti/.
Sin embargo, estos pronunciamientos de firmas muy reconocidas a nivel internacional no parecen hacer mella en el guion que durante años ha sostenido el residente de Palacio Nacional y es de esperar que no varíe hasta el final del sexenio, y lo peor, de ganar la presidencia de la república Claudia Sheinbaum, es altamente probable que haya continuación en el tipo de relación del poder presidencial con el periodismo.
Afortunadamente el periodismo crítico tiene callo, pues ha soportado el largo periodo priista donde estaba la idea incrustada de “no pago para que me peguen”, que terminó con el relevo de Julio Scherer de la dirección del diario Excelsior y la aparición de la revista Proceso. Así mismo, la crítica a los gobiernos panistas que en distintos momentos se confrontaron con esta misma prensa crítica, y no se diga con el gobierno de Enrique Peña Nieto, de manera que el periodismo podríamos decir que pavimentó el camino para la llegada a la presidencia de Andrés Manuel López Obrador.
Bien lo decía Brozo, en un mensaje reciente, que él sigue haciendo el periodismo que antes tanto le gustaba a López Obrador cuando se trataba de criticar las acciones, omisiones y corruptelas de los gobiernos del PRIAN, pero ahora, ese mismo periodismo le molesta, al grado que llega a la intolerancia que se manifiesta con las salidas de un buen número de periodistas de los medios, quizá más atemorizados o beneficiados por la publicidad gubernamental.
Así sucede, y la historia se repite, afortunadamente se conservan espacios que son impermeables a la presión que puede ejercer Palacio Nacional, y esa es la fortaleza, no sólo de los periodistas, sino de una de las instituciones más poderosas de nuestra vida pública.
En definitiva, Azucena Uresti muestra con su verdad y sus dichos contundentes al presidente, no sólo que detrás de ese rostro empático hay una mujer que no se arrenda frente al poderoso sino, también, que esa forma de control de los medios de comunicación es débil mientras haya periodistas dispuestos a confrontar al poder presidencial.