PEREZ17102022

Banderita tricolor
Tomás Corona

Monterrey.- Nada axiológico existe ya, decía atinadamente el profesor José Ángel Faz Mendoza en su cátedra (por cierto, siempre me ha incomodado la palabreja catedrático, con la que definen todavía a los docentes de educación superior en algunas instituciones formadoras. ¿Por qué? Porque refiere al vocablo “cathedra”, que deriva del latín y nombra al fastuoso y aterciopelado sillón desde el cual un obispo realiza los oficios litúrgicos. Nada ha hecho más daño en los procesos de enseñanza y aprendizaje que ese abismo que separa a los profesores de los alumnos, es decir, el escritorio del profesor como un púlpito clerical, mientras que los feligreses alumnos escuchan la reiterativa “cátedra” en sus duros bancos de madera).

Nada axiológico existe ya… Menos en el ámbito contextual de los valores cívicos que se ejercían y concretaban en la escuela. Ha tiempo que el trasnochado fervor patrio que trajo el desarrollismo industrial, dejo de ser relevante. Los “honores”, el saludo a la bandera, el “juramento”, el “canto” del Himno Nacional Mexicano, pasaron a ser actividades insustanciales, risibles, fofas, ordinarias y sin sentido; plagadas por la sorna, el escarnio y la indisciplina; convirtiéndose en un insidioso modelo patriótico antivaloral carente de significatividad para los niños y jóvenes en el ámbito escolar. Acaso en un acto solemne con estudiantes adultos, escolta y banda de guerra del Ejército Nacional Mexicano se logre resarcir un poco ese daño. Al menos en México, ya nadie “moriría por la Patria”, exceptuando a los pobres soldados, por supuesto.

Nada axiológico existe ya… El civismo pasó a ser un remedo de acciones vanas e incongruentes que chocan entre sí, condenando a los infantes y pubertos a no poder entender la diferencia entre “lo bueno y lo malo”, por no marcarle límites a su aberrante e insano proceder en la familia, la escuela y la sociedad. Alguien dijo que los valores no están perdidos sino tergiversados, olvidados, ocultos, y son ya muy pocas familias las que los profesan, invariablemente, sus miembros son señalados como “raros”, transgresores o “extraños” por ir en contra del perverso e inmoral “status quo” establecido. Paul Lapie (1902) jamás imaginó que el haber acuñado el término axiología tendría tan destructiva, descomunal y recalcitrante trascendencia en la sociedad contemporánea.