Nada axiológico existe ya… Menos en el ámbito contextual de los valores cívicos que se ejercían y concretaban en la escuela. Ha tiempo que el trasnochado fervor patrio que trajo el desarrollismo industrial, dejo de ser relevante. Los “honores”, el saludo a la bandera, el “juramento”, el “canto” del Himno Nacional Mexicano, pasaron a ser actividades insustanciales, risibles, fofas, ordinarias y sin sentido; plagadas por la sorna, el escarnio y la indisciplina; convirtiéndose en un insidioso modelo patriótico antivaloral carente de significatividad para los niños y jóvenes en el ámbito escolar. Acaso en un acto solemne con estudiantes adultos, escolta y banda de guerra del Ejército Nacional Mexicano se logre resarcir un poco ese daño. Al menos en México, ya nadie “moriría por la Patria”, exceptuando a los pobres soldados, por supuesto.
Nada axiológico existe ya… El civismo pasó a ser un remedo de acciones vanas e incongruentes que chocan entre sí, condenando a los infantes y pubertos a no poder entender la diferencia entre “lo bueno y lo malo”, por no marcarle límites a su aberrante e insano proceder en la familia, la escuela y la sociedad. Alguien dijo que los valores no están perdidos sino tergiversados, olvidados, ocultos, y son ya muy pocas familias las que los profesan, invariablemente, sus miembros son señalados como “raros”, transgresores o “extraños” por ir en contra del perverso e inmoral “status quo” establecido. Paul Lapie (1902) jamás imaginó que el haber acuñado el término axiología tendría tan destructiva, descomunal y recalcitrante trascendencia en la sociedad contemporánea.