Austin.- La polémica sobre el comportamiento de la economía es que los economistas ajustan sus formas de medir generando indicadores que pueden llamar a error. Ahora dicen que si dos trimestres consecutivos son de crecimiento cercano a cero, hay recesión, suponiendo que ese comportamiento económico continuará, lo que no es necesariamente correcto.
El otro problema es que se mide el crecimiento haciendo a un lado la medición del desarrollo en México, en contra de la bonanza que prometieron los neoliberales, por lo menos durante el siglo XXI se ha tenido un magro crecimiento de alrededor del 2%, mientras que se requiere por lo menos el 6% para atender las demandas de empleo, tanto para absorber la informalidad, desempleo y la demanda de los nuevos integrantes al mercado laboral.
A partir del análisis de Julio Boltvinik, asumimos que la barrera principal para el crecimiento son los 90 millones de pobres del país, porque difícilmente pueden convertirse en factor para el mercado interno. Los gobiernos desarrollistas que arrancan con Alemán en la década de 1940, ponían el énfasis en el crecimiento para adentro, por lo que articularon una política industrial; la transformación neoliberal de buscar el crecimiento hacia afuera, desmanteló la política industrial y con ella la producción para el mercado interno, buscando reforzar el sector terciario de la economía, venta de productos y servicios y mano de obra barata, como producto para propiciar competitividad para las empresas que llegaban al país, especialmente la industria que produce para afuera, paga salarios bajos y con su postura anti sindical busca restringir los derechos políticos de los trabajadores, impacta la balanza comercial, la tasa de crecimiento de forma engañosa, mientras reclama la prestación de servicios (educación, salud, vivienda, atención de desastres, electrificación, manejo de agua); y dado su estatus fiscal no aporta los impuestos necesarios para compensar. Esa política expulsó por lo menos a 11 millones de personas del país, propiciando una caída en la producción de alimentos.
Los 34 millones de personas que se ubican arriba de la pobreza, son una capa que supera el tamaño de varios países, pero dada su proclividad al mercado externo (consume productos importados, suntuarios o en el exterior), está limitada para crear mercado interno, aunque posiblemente en ella se base el magro 2% de crecimiento.
El gobierno se enfrenta a la disyuntiva de actuar frente a la pobreza, para evitar explosiones sociales, como por ejemplo los robos por hambre, la defensa del crimen en pueblos pro huachicol, o derivar parte de la inversión al apoyo de empresas, las que más lo reclamaron durante la pandemia son las que fugan su dinero y evaden el pago de impuestos.
Una buena parte del gasto del gobierno es para evitar el avance de la pobreza extrema; durante la pandemia las becas evitaron que 2.5 millones de personas cayeran en pobreza extrema. Asegurar que niñas alcancen mejores niveles de escolarización es una buena apuesta para el futuro.
El impacto de las becas es diferenciado, hay becas para las capas medias, para académicos, artistas y creadores, lo que apoya al mercado y a la calidad de vida y las becas para los pobres y mega pobres, ayuda a la subsistencia, todo impacta el mercado de consumo, pero no es suficiente para incentivar la (re)creación de industria nacional.
Gasto e inversión pública no puede ni debe suplir o reemplazar al capital privado. Lo hacen en áreas de baja rentabilidad o de beneficio social. El gobierno carece de la capacidad para crear empleos directos y su inversión en infraestructura (tren maya, caminos de mano de obra, hospitales, escuelas, aeropuertos) crea empleos temporales, pero sin efectos de corto plazo, de ahí que el capital privado deba colgarse de esos proyectos para promover inversión productiva; pero los empresarios acuerdan agendas de inversión con el gobierno para la fotografía y luego fugan su capital.
El gobierno debe formular una política industrial para aprovechar las maquilas, aumentando la incorporación de insumos nacionales y regenerar la industria orientada al mercado nacional.
El futuro económico de México debe considerar que los “empresarios” mexicanos carecen de una agenda nacional; lo suyo es la fuga de capital y evasión de impuestos; y se tendrá que asumir la disyuntiva de abrir las puertas al capital extranjero, muchas veces en condiciones desventajosas, o acostumbrarse a vivir con tasas de crecimiento limitadas y muy poco desarrollo; ambas apuestas son malas.
Una palabra sobre las promesas. Las promesas gubernamentales son declaraciones de intención que se enfrentan a la realidad para sufrir modificaciones. AMLO se encontró con un sabotaje de la oligarquía y una pandemia que en conjunto tiraron el magro crecimiento. Sobre su insistencia de una meta de crecimiento de 5%, al parecer irreal, el jefe de Estado tiene que manejar un discurso positivo, para evitar que la sociedad desfallezca; y en ocasiones utilizar datos erráticos para alimentar una narrativa positiva que refuerce a su gobierno y movilice positivamente a la sociedad; ya la historia le ajustará cuentas.