GOMEZ12102020

Bilis, mala consejera
Ernesto Hernández Norzagaray 

Mazatlán.- Rubén Rocha, el gobernador constitucional de Sinaloa, esta semana perdió la compostura, pues dejó de ser el titular del poder Ejecutivo, para convertirse momentáneamente en el líder de Morena; como una semana antes asumía, con sus declaraciones sobre sus delitos electorales en la consulta de revocación de mandato, el rol de líder parlamentario. 

Triste papel el de Manuel “Meny” Guerrero y Feliciano Castro que, con estas actitudes, los deja mal parados ante la opinión pública. 

Y es que el gobernador Rocha Moya no parece aceptar que las reglas institucionales le están haciendo pasar por un mal momento. 

Resulta que el llamado “partido del pueblo” ha abierto las puertas para que quien quiera participar en sus consultas o procesos internos, en el mejor de los casos, le basta afiliarse con todas las de la ley. 

Y así han acudido priistas, panistas y pasistas para participar en la elección de los delegados al Congreso Nacional. 

 Claro, hay de afiliados a afiliados, no es lo mismo un hijo de vecina a los miembros de un partido local, como tampoco un funcionario público pasista, a un militante de ese partido. 

Peor, no es lo mismo, que hayan participado y no hayan ganado a que lo hayan hecho ganando representación. 

El gobernador dice que esto es deslealtad, no es deslealtad, es hacer política con las reglas de Morena. 

Y el gobernador, debe ser el primero en reconocer esas reglas sea por institucionalidad como por congruencia ya que el mismo impulsando a priistas y panistas que sospecho no representan nada en sus partidos. 

El mismo día del coraje donde se erigió en dirigente de Morena incorporó a su administración al priista Fernando Pucheta y al panista Adolfo Rojo como flamantes funcionarios de la secretaria de Turismo. 

Me pregunto ¿Por qué no relevó de la secretaria del ramo que entiendo es o fue una posición de Héctor Melesio? 

Es muy probable que el quid de la cuestión es que luego de la consulta no le salieron los números para llevar mayoría sinaloense al Congreso morenista que se celebrara el 16 y 17 de septiembre en la Ciudad de México. 

Y eso en clave del 2024 tiene un valor preciado ya que este Congreso será muy importante para la elección presidencial como en la definición de las candidaturas de diputados o senadores incluso la integración del Consejo Directivo Estatal de Morena y, subsecuentemente, sus consejos municipales. 
 Y eso para un gobernador que esta en su primer año de funciones resulta poco menos que insoportable y por eso golpea la mesa y despide a quienes no le fueron leales -ya veremos si las adquisiciones priistas y panistas llegado el momento le son leales. 

Por eso al gobernador esta irreconocible luego de tanto tiempo en la política y que no sepa lo que coloquialmente se dice “como masca la iguana”. 
El gobernador debe serenarse y tender puentes con sus adversarios internos ya en mediano plazo tendrá que lidiar con ellos. 

Héctor Melesio le ha comido en dos ocasiones el mandado: Una, al ser primero en definirse frente a una de las “corcholatas” de Morena mientras el gobernador le apuesta al calendario electoral y dos, el gol que le ha metido en la elección de los delegados al Congreso Nacional. 

Y podría haber una tercera comida de mandado, en las alianzas que se van a tejer en el Congreso Nacional, o sea, probablemente, el gobernador cavilara sobre el error que cometió al despedir a Cuén como secretario de Salud y es que está haciendo política de tiempo completo en Sinaloa y en la Ciudad de México -ahí están las fotos que Cuén presume en su cuenta de Facebook.  

Y remacha con los despidos que está haciendo en el gabinete entre ellos a uno de los más fieles de Cuén: Rafael Mendoza. 

Además, en la desesperación el gobernador cometió otro error decir que “sospecha” que la operación del día de jornada fue con cargo a la UAS. 
Y que lo iba ver. 

Lo que no entiende el gobernador es que si bien formalmente el es el eje de la política sinaloense en esta etapa hay una lucha por el poder. 
No hay disciplina, no hay lealtad. 

El mismo no la aplica con sus subalternos a los que exhibe a su servicio y eso son pésimos mensajes para sus propósitos de gobierno. 

Al tiempo.